1. Introducción
Algunos espacios del territorio andino han sido escenario de hechos especiales en la historia del ser humano, las particularidades de estos espacios los hacen necesarios para la gente y, con el paso del tiempo, llegan a adquirir importancia para la cultura de un pueblo y forman parta de su identidad. En la costa andina se configura a veces estos espacios, delimitados por las estribaciones y una ecología vital, y se nos presentan lugares especiales como las lomas de Amancaes, llamada así por la existencia de esta especie vegetal y su hermosa flor.
A su especial escenario natural se añadió un proceso de culturización original que se evidencia en sitios muy antiguos como La Florida, un gigantesco complejo ceremonial que demuestra la importancia religiosa y política de la zona. Mucho después, sin embargo, fue la cercanía de la ciudad de Lima, capital del Virreinato y posterior República del Perú, la que la expusieron a una interacción constante con la vida de una compleja sociedad urbana que se apropió de este espacio y la convirtió en un lugar tradicional.
Las motivaciones para constituirse como un espacio presente en la ideología limeña se entrelazaron a lo largo de los últimos siglos, pero sin duda una de las más importantes fue su carácter mítico religioso que sería amalgamado por el cristianismo continuando hasta el día de hoy.
En este breve ensayo disponemos de algunas evidencias que expresan esa vocación religiosa en Amancaes, específicamente en referente natural culturizado, un afloramiento rocoso que creemos fue, y sigue siendo depositario de una fe muy propia del espíritu andino limeño.
2. Amancaes, espacio y naturaleza
Amancaes se ubica en la margen derecha del río Rímac, en el actual distrito del mismo nombre; parte de la importancia de este espacio es el entorno inmediato, muy especial, en el que coinciden algunos referentes geográficos que sin duda fueron interpretados culturalmente por el ser humano (siendo ésta quizás una de las razones que contribuyeron para su consideración como espacio sacro). Un referente geográfico y visual muy importante es el cerro San Gerónimo, que alcanza los 756 msnm msnm. Las visuales que se alcanzan desde este cerro dominan el valle bajo del Rímac y el mar. Los cerros más elevados con los que toma contacto visual son el San Cristóbal (391 msnm), el Agustino (485 msnm) y el San Francisco (585 msnm). El contacto entre estos referentes geográficos fue sin duda importantes en la antigüedad.
Para acceder a la quebrada desde la orilla del Rímac se tiene que ascender hacia el norte alcanzando los breves espolones de los cerros que dividen dos quebradas actualmente llamadas Quebrada de San Juan (hacia el este y la más profunda) y, Quebrada Flor de Amancaes (hacia el norte).
La quebrada de Amancaes es un área delimitada debido al encajonamiento de los cerros laterales que se van cerrando hacia el fondo de la misma. El inicio del estrechamiento de la quebrada comienza cerca de la Iglesia de San Juan Bautista de Amancaes a una altura de 163 m.s.n.m. y luego de 1,500 metros de trayecto ascendente en el cual posee un ancho aproximado de 240 metros, termina cerca de los 246 msnm. En ambas márgenes existían algunos referentes característicos, por ejemplo, en la margen izquierda u oeste, terrazas, canteras, y al final de la quebrada antiguos corrales. Es interesante distinguir siempre el referente geográfico más notable que es el cerro San Gerónimo, al cual se puede acceder desde el fondo de la pampa y ascendiendo hacia el noreste.
Aunque cubierto por lomas verdes durante el invierno y con sus restos orgánicos grises combinadas con arena durante el verano, el cerro también se compone de afloramientos rocosos razón por la cual fueron explotadas durante mucho tiempo. De acuerdo a la documentación del margesí de 1927, la zona era explotada como cantera de rocas graníticas, las cuales son visibles en la fotografía del SAN de 1944.
En un estudio de la foto aérea (figura 1) la quebrada es atravesada longitudinalmente por un sendero afirmado con varios segmentos que lo cruzan en distintos ángulos. Este sendero se debe al uso informal de ascensión, ya sea por el recorrido peatonal y remarcado por transporte por autos o camiones.
Hemos sectorizado este documento gráfico antiguo en las siguientes secciones:
-Explanada frente a la Iglesia de San Jerónimo y San Juan de Amancaes, e incluye el altar rocoso que en este ensayo analizaremos. Cubierta de cruces de senderos y que confluye a la quebrada de San Juan.
-Primera quebrada lateral. Existen unas casas y una ruta de ascensión.
-Segunda quebrada en donde existe una cantera de granito y delante de ella un estrado construido. Promontorios rocosos inmediatos.
-Tercera y pequeña quebrada con un gran corral.
-Pequeña explanada con corrales antiguos y atravesados por sendas.
Finalmente, es conveniente mencionar que el nombre con el que se denomina la zona proviene del nombre de una planta, el amancae o amancay, y que crece en la costa andina principalmente en contextos húmedos como los ecosistemas de lomas. Esta planta crece en el suelo rico en humus y se caracteriza por presentar flores amarillas que florecen en invierno y es un narciso (“Ismena Hamancae”); según Pedro Paz Soldán y Unanue (conocido como Juan de Arona) en su “Diccionario de Peruanismos” lo menciona como “Amancay” y su plural debería ser “Amancayes” (Arona 1974, T.I: 68). Aunque su terminación “aes” (tal como indica Mariátegui 117) “ha prevalecido entre nosotros”, quedando como Amancaes.
3. La historia de Amancaes
De acuerdo a la topografía de la cuenca baja del Rímac el río ha erosionado permanentemente el territorio adentrándose entre las últimas estribaciones que se abren hacia el delta de deyección del valle que alcanza el Océano Pacífico. Miles de años atrás, antes de la intervención del ser humano, el ecosistema del valle debió ser diferente existiendo desiertos más extensos y además del monte ribereño cercano a las orillas del río, las partes medias de los cerros presentarían extensas lomas en los meses de invierno. Posteriormente con la intervención humana comenzaría la domesticación agrícola, la aparición de canales y el crecimiento forestal.
Es difícil saber cómo se llamó originalmente el territorio de Amancaes o que exacto significado cultural pudo adquirir para el poblador andino pues existen pocos datos arqueológicos de este espacio, aunque es evidente por la cercanía del gran conjunto arquitectónico de La Florida que pudo estar habitado por una organización compleja hacia el 2,000 a.C.
El edificio principal de La Florida fue descrito así:
La pirámide se abre a 37 grados hacia el nordeste. El núcleo de la estructura consta de una plataforma central flanqueada por dos alas. La plataforma central se eleva a más de 17m sobre la superficie del terreno antiguo y las alas que lo flanquean, a unos cuantos metros por debajo. La pirámide central tiene una gran depresión o atrio, que fue el lugar central de algunas de las actividades que se desarrollaron allí. Enfrente de la plataforma principal existe un patio o vestíbulo cercado por muros bajos. Dos brazos laterales se extienden en ángulos rectos desde las alas. Ellos aún se levantan a 3 ó 4 m sobre la superficie actual del terreno y, a juzgar por la fotografía aérea, casi alcanzaron los 500 m de largo” (Patterson T. 1998: 4)
Al parecer tuvo varias etapas constructivas las primeras hacia el final del Período Precerámico pero mucho después de su caída el sitio también fue utilizado en periodos posteriores como lugar de ofrendas existiendo entierros tardíos.
Más cercanamente las lomas fueron pobladas por grupos itinerantes y gente vinculada a grupos sociales más cohesionados. Según opinión del arqueólogo Julio Abanto el “…cerro San Jerónimo presenta una prolongada ocupación desde el Intermedio Temprano, con presencia de material tardío y evidencias del periodo colonial y republicano.” De esta manera en la cumbre del cerro se pueden identificar “…una serie de terrazas sobre las cuales existen tumbas huaqueadas. Al lado este de la cumbre se encuentra toda una explanada en la que se disponen diversas estructuras de planta rectilínea; la piedra ha sido seleccionada, notándose que algunas de las unidades tienen forma rectangular. Sobre la superficie se pueden observar fragmentos de cerámica correspondiente a varios periodos (prehispánico e histórico).” (Abanto 2016)
Poco antes de la llegada de los españoles la población local era Ychsma y en el siglo XVI, en las vísperas de la fundación de Lima, la zona de Amancaes probablemente era parte (o debió haber sido un anexo) del curacazgo de Taulichusco; la posesión cristiana del cerro adscrito a la veneración de San Cristóbal evidencia el vínculo de la ciudad de Lima con la margen opuesta, esto también se nota en la sacralización del cerro cercano que se llamaría San Gerónimo.
4. Construcción del espacio sagrado en Amancaes
La evangelización de Amancaes se evidencia en la presencia de un edificio religioso como es la Iglesia de San Juan Bautista de Amancaes, fundado a finales del siglo XVI en un lugar específico “aparentemente libre” de asentamiento poblado indígena y fuera de cualquier planificación urbana para insertar un edificio de estas características. Creemos que una probable razón de esta ubicación se debería a la necesidad de evangelizar un espacio sagrado original, el cual consideramos que es la formación rocosa que se convirtió en gruta religiosa o altar. Se debe señalar la importancia espiritual que debió anteceder al espacio religioso cristiano que actualmente subsiste muy disminuido, y que creemos se debió a la existencia de una huaca cuya antigüedad solo podemos inferir.
Existen algunos indicadores contextuales que nos permiten sugerir esta propuesta, la primera es la presencia de un referente geográfico notable conocido hoy como cerro San Gerónimo, y la segunda, más pequeña en dimensión física, es la formación rocosa (hoy prácticamente oculta) que cobija y es soporte de una pintura que retrata la Virgen María, pero que antiguamente pudo tener una trascendencia diferente. Por estas razones consideramos importante discutir sobre las rocas y su importancia en la práctica religiosa andina.
Existen referencias dejadas por los cronistas en donde las rocas eran consideradas por los pobladores locales como huacas; algunos antropólogos consideraban que en el proceso inicial de la constitución de las religiones la gente creía que los objetos estaban poseídos por espíritus, a esto le llamaban animismo.
En el mundo andino la presencia de la gran cordillera, de una geografía diversa y de ecosistemas complejos, impusieron que los referentes naturales fueran considerados como parte importante de la vida y, especialmente las rocas, pudieron poseer un significado en la cosmovisión social. Las rocas podían significar o alcanzar a la existencia humana un contacto permanente con distintas entidades, por ejemplo, aún existe la creencia de las huancas que eran grandes rocas y cuya función se desprende de la documentación de los llamados extirpadores de idolatrías, como el padre jesuita, Pablo Joseph de Arriaga, quien publicó en 1621 el libro La extirpación de Idolatría en el Perú (republicado en 1920 por Horacio Urteaga a través de la Imprenta San Martí y Cía.). En sus descripciones menciona la función de una huanca:
“Chíchic o Huanca llaman a una piedra larga que suelen poner empinada en sus Chácaras, y la llaman también Chacrayoc, que es el Señor de la Chácara, porque piensan que aquella Chácra fue de aquella Huaca, y que tienen a su cargo su augmento, y tal como la reverencian, y especialmente en tiempo de las sementeras le ofrecen sus sacrificios” (Arriaga 1621).
Más específicamente, las rocas fueron religiosamente consideradas en los valles de Lima, al menos así lo revela la relación de “guacas” que recopila probablemente en la década de 1570 el cronista Cristóbal de Albornoz:
“Aysaculca, guaca de los indios de Manchay es una piedra como indio. Teníanla como pacarisca.
Rímac, guaca de los indios de Lima que se dezían ychsmas, donde está poblada la ciudad de los Reyes, era una piedra redonda. Está en un llano donde tiene la guerta Gerónimo de Silva.”
Sulcovilca, guaca de los indios de Sulco. Era una piedra larga. Estaba en un cerro junto a la mar. Teníanla como pacarisca” (Duviols 1967: 34-35)
Como observamos algunas rocas fueron guacas o pacarisca de una comunidad, siendo su forma era importante, sugestiva pero aparentemente natural. Esto también se puede ver en el mito de los hermanos Ayar, en el cual los hermanos Ayar Uchu y Ayar Auca terminaron convertidos en piedra:
“…quentan los indios que mirando contra su hermano Ayar Mango, [le dijo] que se fuese con las dos mujeres al valle que dicho le avía, a donde luego fundase el Cuzco, sin olvidar de le venir a hazer sacrificios [a] aquel lugar como primero rogado le avía; y que como esto oviese dicho, así él como su otro hermano se convirtieron en dos figuras de piedras, que demostraban tener talles de hombres.” (Cieza de León 1996 [1880] 20).
Finalmente, es necesario apuntar el hallazgo realizado en la cumbre del cerro San Gerónimo en donde
“…hacia la parte central se ubica una enorme roca, la cual intencionalmente ha sido partida. Se nota que las fracturas son bastante antiguas, probablemente se trató de una roca esculpida o de especial atención para los peregrinos prehispánicos, fácil podemos pensar que fue el elemento principal de culto que hoy pasa inadvertido y sobre el cual hoy los evangélicos realizan pintas cristianas.” (Abanto 2016).
5. La roca de Amancaes. Tradición cristiana y el sincretismo
También es importante considerar que las rocas en el mundo cristiano poseen cierta connotación, por ejemplo, desde la historia del arte, la gruta o cueva en la iconografía renacentista (por ejemplo, en La Virgen de las Rocas de Da Vinci) implica una inclusión de la naturaleza y un acceso al interior de esta. Por otro lado, en la tradición cristiana local existen creencias aplicadas a nuestro caso en Amancaes, un autor que rescata esto es Ricardo Mariátegui Oliva, quien respecto a una de las formaciones rocosa llamada alguna vez “gruta de Amancaes”, dice lo siguiente:
“…al pie de la capilla de Amancaes, un peñón aislado de curiosa conformación donde hay una gruta, con muchas inscripciones y, en donde, se refiere, el Padre Guatemala colocó una cadena con candado para contener la furia del volcán, que se decía existir. Y también que allí apareció una noche, el 15 de agosto de 1618, la Virgen María entre rayos celestiales y acompañada de ángeles, que fue vista por los lomeros, y que hizo muchos milagros; la imagen ya no se conserva en dicho lugar.” (Mariátegui 1956: 118).
El origen de este culto se recoge en un “Romance Anónimo”:
“en la mañana del 2 de Febrero de 1582 una niña india llamada Rosario encontró ´en la acequia de la Alcantarilla´ a un viajero que le entregó una carta, dirigida ´al Prior de los Dominicos´ y encargándose a su patrona doña Ricapac, para que edificara un templo ´allí donde apareciera grabada la imagen de Jesús Nazareno´. Al cumplir su cometido y regresar con el religioso y gran cantidad de personas ´en romería´ se encontraron que había grabada en una roca la referida imagen, en quien la doméstica reconoció al viajero que le dio el encargo” (Mariátegui 1956: 117).
Según la tradición en este mismo lugar se construyó la primera capilla iniciada el 24 de junio del mismo año (1582), por eso se le dio el nombre de San Juan por ser el día del Evangelista. Es interesante como se relaciona el origen del culto con el espacio que ocupa una roca.
Otra creencia local que se desprende del primer relato, es la creencia de que existía un “volcán” al interior del cerro, muy cercano al contexto rocoso que analizamos. Como se indicó, el Padre Guatemala habría colocado una cadena con candado para contener su furia, lo cual podría significar una prohibición de creencias y el volcán a su vez, la connotación del fuego o el infierno. En verdad, esta creencia popular fue mantenida y transcrita en una de sus rocas que exponía:
“…la palabra ´volcán’, porque allí se escucha en efecto, pegando el oído a ella, especialmente en el verano, un fuerte ruido. Estudios científicos han comprobado que no es cierta tal afirmación y en cuanto al ruido que se escucha, la verdad es que circula por allí una corriente de aguas de manantial que desemboca por Piedra Liza.” (Mariátegui 1956:116).
Sin embargo, fue noticia en agosto del 2017, que cerca al Asentamiento Víctor Raúl haya de la Torre, muy cercano a nuestro contexto, del interior de unas profundas grietas del suelo rocoso, comenzó a ascender “humo blanco” lo cual alarmó a los pobladores.
6. Iconografía de la Virgen
Es importante señalar que la roca de Amancaes posee en una de sus concavidades centrales la imagen de la Virgen María. Durante el siglo XX y hasta el presente esta imagen ha sufrido variaciones que tienen que ver con repintes y modificaciones en la propia imagen de la Virgen, la cruz que la acompaña, así como su entorno inmediato. Existen al menos registro fotográfico de tres representaciones de la figura de la Virgen María que fueron sucediéndose por medio de repintes durante el siglo XX. La primera no podemos indicar su antigüedad, pero se registra vigente hacia 1914. Podría decirse que la imagen de la Virgen se encuentra sola, en un plano inferior, mientras que, en un plano superior, aparecen figuras celestiales. Pintada de cuerpo entero y con un manto oscuro posee una aureola muy marcada.
La segunda imagen debió pintarse superponiéndose a la anterior en la década de veinte, porque hacia 1925 se encontraba registrada por una nítida fotografía. Lo importante de esta pintura es la inclusión a la derecha de la Virgen de una cruz distinguible con su forma austera, larga y oscura; también aparece una cruz más delgada pero similar en tipología atrás de la imagen principal. La Virgen presenta una figura estilizada, sentada y la cabeza inclinada hacia la derecha; presenta una túnica blanca cubierta por un manto celeste (que representa su conexión con el cielo y la identifica como madre de Jesús) bastante amplio que se sujeta por un corazón clavado por una pequeña cruz.
La tercera imagen es la que actualmente persiste y presenta a la Virgen Dolorosa con un tratamiento más realista, con la Virgen con semblante afligido y en un paisaje nocturno con la luna creciente y varias estrellas de cinco puntas. Su manto es negro, así como lo es también la gran cruz que se ha vuelto más gruesa y simplificada.
7. Otros lugares sagrados
Los espacios sagrados sufren cambios en su interpretación y son conservados en tanto acepten nuevos cultos; por ejemplo, se tiene noticia de que al fondo de la pampa (sobre un pequeño promontorio) se ubicaba la Cruz “del Valle” o “de Mesana”, la cual era visitada por los lomeros; a esta cruz llegaban en procesión el 3 de mayo los barrenderos de la ciudad portando su propia cruz.
Estos compañeros de trabajo eran “naturales de Corongo-Ancash” y llegaban “…portando su cruz denominada la ´Cruz de los Coronguinos´ (actualmente detrás de la capilla de la pampa) y hacían su recorrido hasta el ´Punto Pelado´, arriba de ´Pampa de Olivo´” (Mariátegui 1956: 118).
En el cerro San Gerónimo Mariátegui menciona que en su cima existía una gruta, esta labrada por picapedreros, donde se veneraba a La Dolorosa, pero esta no ha sido registrada aún. También el mismo autor refiere sobre la existencia de una capilla dedicada a este santo:
“… siendo costumbre ordeñar las vacas en la noche, en cierta oportunidad una de las mujeres encargadas de hacerlo con las cuatro vacas de su propiedad que pastaban en la loma, después de cumplir su cometido, se quedó allí dormida una noche de luna, y que, al regresar a su casa a las 7 de la mañana, fue reprendida por su marido, amenazándola si no llegaba a vender toda la leche. Apresurada –se dice- salió para efectuar su venta, encontrándose en el camino con un caballero a quien le vendió toda la leche y, al contarle sus apuros, él le expresó que no temiera, pues antes de llegar a donde sus parroquianos habrían agotado sus porongos; y, habiendo sucedido así y encontrándose con sus bolsillos llenos del producto de la venta. Es el San Jerónimo a quien se le edificó la capilla de santa devoción, el caballero que concedió la gracia; y su culto está a cargo de la Comunidad de lomeros de Amancaes, Mangomarca y anexos.” (Mariátegui 118)
Existen también muchas versiones de acciones santas, por ejemplo, las del “…Beato Fray Martín de Porres…Este beato limeño de color, solía visitar la pampa, adonde se retiraba a orar y para sembrar, según se afirma, árboles frutales que sirviera de sustento a los pobres de los alrededores.” (Mariátegui 1956: 117)
Pero, sin duda convocatoria popular más conocida vinculada con la religión fue la Fiesta de San Juan fue la más celebrada en la Pampa de Amancaes; comenzaba el 24 de junio terminando el 29 de setiembre (día de San Miguel Arcángel); la efigie del santo era paseada en andas por la pampa ante la presencia de autoridades, los encargados eran yanaconas, yerbateros, ganaderos, picapedreros locales, regadores de los valles de Carabayllo (Valle medio del Chillón) y Bocanegra (valle bajo del Chillón), así como las cofradías de San Lázaro en el actual distrito del Rímac.
Vemos que Amancaes siempre destacó por presentar su vocación religiosa (con las procesiones de Jesús Nazareno y otras romerías) pero finalmente, ya en la segunda mitad del siglo XX, esta vocación renació con la Cruz de Amancaes la cual se encontraba en la cumbre del cerro San Gerónimo. Al respecto un periódico local describe este evento:
“…con la Cruz de Amancaes, tan colosal por su peso y extensión. De madera de luma, de ocho metros de largo y cuatro de brazos, con un diámetro de doce pulgadas.
Era cargada por una cuadrilla de cincuenta robustas mujeres, en su mayoría, habitantes de las lomas del lugar, que sólo utilizaban una breve almohadilla para el alivio corporal.
La Cruz alzábanse en la cumbre del Cerro San Jerónimo, el más elevado de los centinelas de la pampa, y era transportada al Rímac anualmente en el “Domingo de Cuaresma”, llamado de “cinco panes”, para ser depositada en la capilla de San Lorenzo hasta el 2 de Mayo en que las cargadoras de la Hermandad la pasaban a San Lázaro, por ser la Iglesia parroquial.
Allí se celebran en la noche las “vísperas”, y al día siguiente la fiesta solemne de La Cruz. Ya expedita para el retorno, el primer día de Junio era sacada y conducida al cerro de San Jerónimo.
La procesión era lentísima, mediante el peso de los maderos y la distancia por recorrer. Cada cien metros unas eran relevadas y las otras proseguían, para ser cambiadas después. En los indispensables descansos de varios minutos, la cruz reposaba sobre recios bancos de madera que se portaban también.
La Cruz fue construida en 1739 pero sus traslados al Rímac ocurrieron en los primeros cincuenta años de este siglo, hasta que la tradición desapareció, y con ella la Sociedad, sucesora de la Hermandad.”
(“Cruces y raptos en el pasado de Amancaes”. Caretas 292. 19 junio- 2 julio de 1964. P.33)
Volviendo a la roca de Amancaes, esta cuenta actualmente con una infraestructura o urna gigante en donde se resguarda de la intemperie y vandalismo, en la misma aparecen dos cruces denominadas Santísima Cruz de Motupe. Existe ciertamente alguna semejanza con la tradición de esta Cruz con la leyenda local: en la tradición lambayecana el cerro Chalpón, con sus dificultades naturales, es donde se encontró la Cruz incrustada en una gruta. Tanto el cerro como la gruta son elementos importantes del contenido mágico.
Finalmente cabe mencionar la presencia temprana de la Iglesia de San Juan Bautista de Amancaes, vigente desde los primeros tiempos del Virreinato y especial por su presencia en un sector alejado de la entonces amurallada ciudad de Lima, sin embargo, su análisis lo dejamos para otra oportunidad.
8. Reflexiones finales
Una primera pauta de reflexión es reconocer que esta zona ha sido escenario de distintas actividades humanas: por ejemplo (sin considerar épocas prehispánicas), durante el Virreinato, en el siglo XVII las lomas serían escenario de cacerías de perdices o venados, pero también una actividad muy antigua, probablemente desde el Virreinato, era el pastoreo de ganado lo cual se evidencia en las foto aérea de 1945 en donde se aprecian grandes corrales y restos de chozas.
Durante el siglo XIX fue escenario de fiestas campestres de distintos sectores sociales, así como fue adquiriendo valor de inspiración para el arte. También la zona fue lugar de cantera de rocas para construcción en las primeras décadas del siglo XX. Y la parte extrema de la pampa fue utilizada de campo de ejercicio de tiro al blanco.
También hay que considerar que todas las actividades señalas se fueron dando mientras existía la vigencia de un espacio de culto (entre otros) el cual hemos venido mencionando.
Otra pauta importante es la relación de Amancaes con Lima, hoy totalmente desfigurada y fusionada en un mar de cemento y estresantes recorridos; en el pasado, tal como lo describe Mariátegui, existía una tensión visual que las mantenía cercanas pero cuyo distanciamiento conservaba su independencia y potencial paisajístico: “Desde la pampa… y con relación a la misma Ciudad, se contempla la Gran Lima en toda su magnitud y grandeza, con toda su verdad innegable, muy propia de las grandes ciudades.” (Mariátegui 1956: 116)
9. Agradecimientos.
Extiendo mis agradecimientos a la señora Ana Chía por facilitarme sus registros fotográficos y a Julio Mamani Huanca por el apoyo en el trabajo de campo.
10. Referencias bibliográficas
Abanto, J. (2016). “San Jerónimo, la aldea y el santuario: El apu de la ciudad de lima”. https://ruricanchomilenario.blogspot.com/2016/02/cerro-san-jeronimo-la-aldea-y-el.html
Arriaga, J. [1621] (1920) La extirpación de la Idolatría en el Perú. Urteaga, H. (Reeditor). Imprenta y Librería Sanmartí y Cía. Lima.
Cieza de León ([1880] 1996). La Crónica del Perú. Segunda Parte. Tercera edición. Pontifica Universidad Católica del Perú. Lima.
Duviols, P. (1997). “Un inédit de Cristóbal de Albornoz: La Instrucción para descubrir todas las guacas del Pirú y sus camayos y haziendas.” Journal de la Société des Américanistes. Tomo 56. N° 1. Pp. 7-39. Paris.
Mariátegui, R. (1956). El Rímac. Barrio limeño de Abajo del Puente. Guía histórica y artística. Rotary Club del Rímac. 162 p. Lima.
Majluf y Wuffarden (2013). José Sabogal “Primer pintor peruano”. Museo de Arte de Lima. Lima.
Zapata A. y Jorge Lossio. (2017). 100 años de la PUCP. Lima.
Caretas. “Cruces y raptos en el pasado de Amancaes.” N° 292. 19 junio- 2 julio de 1964. P.33
Revista Variedades n°330. 27 junio de 1914.
Revista Variedades n°1114. 10 julio de 1929.
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