15 noviembre 2022

EL VERDADERO JOVEN DEL CENTENARIO, EMILIO HARTH-TERRÉ. LA GESTACIÓN DE UN ARQUITECTO ARQUEÓLOGO PERUANO - JORGE CARLOS ALVINO LOLI[1]

 


Dedicado a la memoria y ejemplo del arquitecto peruano Emilio Harth-terré

 

1. Introducción

Este ensayo expone una propuesta, siempre abierta al aporte de información y de revisiones, del cómo y porqué un arquitecto peruano se involucra en el estudio e investigación de su pasado social y desarrolla de una manera innovadora una perspectiva arqueológica. Esta no es una reflexión epistemológica, pero de alguna manera intenta compartir algunos aspectos de la formación de un joven arquitecto Emilio Harth-terré sin dejar de considerar los factores determinantes de su vida personal, laboral y otras posibilidades coyunturales.

Hemos delimitado este acercamiento desde la primera juventud de Emilio Harth-terré, es decir al periodo de tiempo desde su niñez hasta cuando cumplió 25 años cuando se tituló de Arquitecto-Constructor y, en su vida personal cuando contrajo matrimonio (ambos eventos coincide con las celebraciones del Centenario de la Batalla de Ayacucho).

 

2. Ascendencia y tradición

Francia de fines del siglo XIX era una nación imperialista e industrial, a pesar de los conflictos bélicos sus ciudades se renovaron y su influencia cultural, a partir del arte, se convirtió en influyente a nivel mundial. Es trascendente la Exposición Universal de París realizada en 1889 al conmemorarse el Centenario de la Revolución Francesa y simbolizada por la construcción de la Torre Eiffel. El interés del Perú como destino fue cultivado por viajeros europeos durante el siglo XIX y, específicamente por franceses como el cónsul Leonce Angrand y especialmente Charles Wiener (autor del libro Pérou et Boliviede 1880) y discípulo de Castelnau, D¨Orbigny y Sartigues. Wiener fue de los pocos “… que tuvo un conocimiento personal del terreno y quien, después de Raimondi y Squier lo recorrió más que cualquier otro viajero” (Macera 1976: 150).

Juan Nicolás Emilio Harth-terré nació en Lima el 28 de marzo de 1899; de ascendencia francesa, su abuelo paterno llamado Nicolás Harth (del cual hereda un nombre) nació en 1829 en Sarre-Union, Alsacia, Francia (cerca de la actual con Alemania, en el bajo Rin); sus padres fueron Charles Emile Harth Frantz (1869-1934) y la limeña Marie Louise Terré Puyó (1877-1948?), también de ascendencia francesa (Bagnéres-de-Luchon en los Pirineos, en el sur de Francia); Charles Emile trabaja en París y viaja a Lima como corresponsal en la Casa Harth [2] que funcionaba en la calle de Plateros de San Pedro con la calle Bodegones y que había sido fundada en 1854. Charles llegó a la capital en 1888 y se casó con Louise el 16 de noviembre de 1895, ambos vivieron en la calle Lima (hasta 1862 llamada calle Veracruz o Santo Domingo y actualmente Conde de Superunda), con vista a la Plazuela de Santo Domingo, en el edificio en el cual funcionaba el Hotel de France et d´Angleterre [3] y en donde nacerían sus tres hijos; el primero Luciano (1897-1963) quien se casó con Clementina Bedoya a los 24 años; el segundo Emilio (1899-1983) y finalmente Margot (1902-1924).

Los primeros años de Emilio Harth-terré fueron, con el cambio de siglo, muy promisorios en un país como el Perú que comenzó a estructurar una economía más estable luego de la Guerra del Pacífico y con la modernización de la ciudad de Lima; sin embargo, el 15 de mayo de 1904 la familia Harth-terré viajó completa a Francia (habían atravesado el Atlántico a bordo del barco Valencia ), en este viaje el padre de Emilio, Charles Harth, figura como Merchand (comerciante). Finalmente, en París Emilio estudiaría en el Liceo Chaptal. La familia regresaría a Lima antes de la Primera Guerra mundial y Emilio estudiaría en el Colegio de Jesuitas La Inmaculada para que, en 1915, ingresara a la Escuela de Ingenieros del Perú. Finalmente, se hizo el 28 de diciembre de 1924 con Sophie Elsa Schofield Budge (1898-1986) teniendo como hijas a Jacqueline Harth-terré Schofield y Lorraine Harth-terré Schofield.



   












3. La vida cultural en Lima hacia el Centenario

El Presidente José Simón Pardo y Barreda(1863-1947), representante del Partido Civil, fue el Presidente la segunda mitad de la segunda década del siglo XX, un período que se ha caracterizado como el de la República Aristocrática. El Perú se encontró aislado internamente por falta de carreteras y la desequilibrada distribución de la riqueza; las ciudades centralizaban en gran medida los recursos económicos y eran el contacto con el exterior, en este sentido las haciendas desarrollaron una autonomía en distintas regiones del país, pero a costa de muchas diferencias sociales. Lima, como ciudad capital, era el principal centro de una red de empresas que tenían su arraigo en el poder de familias terratenientes. El crecimiento de la ciudad se dio paralelamente al aumento de su población, el descontento de la población y las huelgas estudiantiles.

Hacia 1919 se convirtió nuevamente en presidente Augusto Bernardino Leguía (1863-1932) quien avalado con promesas populistas forzó renovar algunas esperanzas de mejoras hacia el Centenario; el apoyo económico de bancos extranjeros y el esfuerzo para lograr vías de comunicación hacia el interior habilitaron algún tipo de acceso a los recursos para lograr obras públicas, sin embargo, la clase aristocrática aún era la minoría de la población y se generaron huelgas y protestas de las clases obreras. En Lima, el Alcalde Pedro José Rada y Gamio (1873-1938), aliado político del Presidente Leguía, fue el alcalde vigente durante las celebraciones del centenario de la Batalla de Ayacucho y sería un personaje político de permanente injerencia.

Los empresarios privados, muchos descendientes de inmigrantes europeos se encontraron representados en la figura de Víctor Larco Herrera (1870-1939) quien impulsó mejoras en Trujillo e invirtió en muchos aspectos en la ciudad de Lima. Larco concibió la creación del Museo de Arqueología y se encargó de conseguir las colecciones y abrió la participación de intelectuales como Julio C. Tello y otros historiadores, además de realizar obras de importancia con sentido filantrópico.

Ante todos estos hechos la imagen urbana de Lima iba cambiando, surgió la oportunidad de expresar los estilos arquitectónicos en estilos historicistas como el Neocolonial y, de manera muy interesante pero solitaria, el Neoperuano, el cual intentó exponer el mestizaje como ideal de la peruanidad.

En el aspecto cultural se iba gestando la aparición de una generación de peruanos que reformularían con sus obras y acciones una nueva forma de entender el país y conceptualizar la nación; la generación anterior, la generación del 900[4], entre los que se encontraron José de la Riva Agüero (1885-1944), Víctor Andrés Belaúnde (1883-1966), Julio Tello (1880-1946), Luis Valcárcel (1891-1987), comenzaron a conceptualizar el Perú con una visión del pasado, interesándose en el territorio y con énfasis en el mestizaje, incluso apostando por el indigenismo, pero los tiempos iban cambiando.

Durante las dos primeras décadas del siglo XX la escena artística en Lima estaba dominada por personajes como José Gálvez Barrenechea (1885-1957) o José Santos Chocano (1875-1934), quienes evocaban un tardío romanticismo o un épico modernismo con mucho éxito en los teatros limeños. También aparecieron exóticas bailarinas rusas como Anna Pávlova (1881-1931) o Norka Rouskaya (1899-¿ ), y más allá, figuras como el multifacético Felipe Sassone (1884-1959), e incluso el heroico Juan Bielovucic(1889-1949). El hipódromo de Santa Beatriz, la tradicional Plaza de Acho y el antiguo Estadio Nacional (que desde 1912 fue escenario de la Liga Peruana de Futbol), eran los escenarios más solicitados popularmente para el deporte. Toda esa dinámica cultural hacía de Lima una ciudad atrayente, con muchos afrancesamientos en sus edificios y modales aristocráticos, pero también abierta a las inversiones, principalmente europeas y norteamericanas. Más allá de Lima, la gente podía dirigirse hacia el Barranco o Chorrillos y, si aún quería retirarse más de la ciudad los balnearios de Ancón o la novísima Chosica eran opciones de esparcimiento al alcance.

El ámbito cultural crecía también en virtud a la creciente aparición de medios de comunicación como revistas o diarios (muchas veces de breve vigencia) en donde podrían publicarse dibujos, caricaturas, estudios de investigación, reportajes y ensayos de jóvenes periodistas entre los cuales destacaron José Carlos Mariátegui (1894-1930) y Luis Alberto Sánchez (1900-1994) quienes después serían muy trascendentes políticamente.

Las fuerzas juveniles abanderando la renovación del arte se vio afectado en la aparición entre 1915 y 1916 del Grupo literario Colónida , constituido por Valdelomar, Percy Gibson, More, Alfredo Gonzales Prada). Otros acontecimientos que conmovieron la escena cultural durante la adolescencia-juventud de Harth-terré fueron las sentidas muertes de Nicolás de Piérola (1913), de Leónidas Yerovi (1917), de Gonzáles Prada (1918), de Abraham Valdelomar (1919) y la de Ricardo Palma (1833-1919). Todos estos eventos impactaron en la población limeña antes de las celebraciones del Centenario. Otro evento importante aconteció en la universidad San Marcos y fue elConversatorio Universitario , impulsado por el joven historiador Raúl Porras Barrenechea (1897-1960); este evento se centró en el proceso de independencia, pero a partir de nuevos aspectos de enfoque la historia, sus actividades en junio de 1919 casi coincidieron con los acontecimientos de la Reforma Universitaria en donde el mismo Porras y un joven Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979) fueron trascendentes. Este Conversatorio agrupó a unos jóvenes que serían conocidos como la Generación del Centenario (Figura 11), pues con posterioridad sus carreras demostrarían que se transportarían, a pesar de su juventud, de ciudadanos que transformarían, cada uno desde su particular propuesta, el país[5].

De acuerdo a la fecha de su nacimiento (1899) Emilio Harth-terré pertenece a la llamada Generación del Centenario o los nacidos en el año de 1900, los cuales fueron peruanos que se caracterizaron por concebir al país como una característica principalmente en su historia y geografía; la generación del 900 fue muy prolífica en obras intelectuales o artísticas siendo, además, muy precoces y ejemplo de la intelectualidad juvenil para el resto de generaciones del siglo XX.

De los jóvenes contemporáneos a Harth-terré cabe destacar a Héctor Velarde (1898-1989), arquitecto peruano con quien va a coincidir muchas veces en la praxis de investigación histórica, restauración de monumentos, la docencia y finalmente en una comprensión del Perú; de hecho, como indicamos, Emilio ilustraría una obra juvenil de Héctor (antes que éste comenzara a ilustrar brillantemente sus obras literarias): En Passant (Lima, Imprenta Torres Aguilar, 1924); este breve libro de poesías de 63 p., cuyo título convertido como Al Paso será uno de las pocas oportunidades en las que la poesía cubre las páginas con las letras de Velarde. Otro contemporáneo notable fue el artista Jorge Vinatea Reinoso(1900-1931), pintor indígena e ilustrador de revistas, a quien Harth-terré con posterioridad expresará su admiración.

Los historiadores renombrados y que se desarrollaron profesionalmente a la par de la carrera de Harth-terré fueron: Jorge Guillermo Leguía, y hasta cierto punto Raúl Porras, Jorge Basadre y Jorge Muelle. Entre todos ellos fueron entretejiendo una Historia del Perú abierta en donde se incorporó el aparato de la población y sus manifestaciones sociales.










4. La Escuela de Ingenieros[6]

Iniciando el siglo XX existiendo pocos arquitectos registrados en la Sociedad de Ingenieros del Perú; de estos estaban registrados hasta 1908: Miguel Trefogli (1899) y Maximiliano Doig (1900) y Augusto Heyne (1908) (López 2003: 158-169), esta escasez de profesionales se añadía que las exigencias en construcciones se hacían más fuertes técnica y logísticamente.

Harth-terré ingresa a la Escuela de Ingenieros en 1915 (Tauro 1945: 7), a los 16 años cumplidos y asiste al antiguo local en donde funcionaba la Escuela[7], en la esquina entre las calles Espíritu Santo y Manitas, cerca de la Iglesia de Santa Rosa de los Padres. La institución fue fundada por el ingeniero polaco Eduardo de Habich (1835-1909) y, hacia la segunda década del siglo XX era dirigida por el destacado Ingeniero de Minas y condecorado caballero Michel Fort (1869-1933). De acuerdo al currículo en la Escuela de Ingenieros se dictaban los siguientes cursos y profesores que creemos fueron decisivos en la formación de Harth-terré:

El curso de Dibujo y Croquis (elemental), a cargo del profesor moqueguano y dibujante de gran talento, Enrique J. Góngora (124) que enseñó en la Escuela de Ingenieros por más de 30 años (Álvarez 2006: 88) 126)

Los cursos de Arquitectura General y, de Perspectiva y estereotomía , a cargo de Enrique Bianchi quien, egresado de la Escuela de Ingenieros, siguió cursos de especialización en la École des Beaux Arts de París, regresando al Perú para trabajar en el ministerio de Fomento y Obras Públicas. Los cursos de Arquitectura práctica e Historia del arte , Estética general y Teoría de la arquitectura a cargo de Ricardo de Jaxa Malachowski (Figura 12) , arquitecto formado también en la École des Beaux Arts de París.

No hemos tenido acceso a la mayoría de obras o planos que realizó durante sus estudios, pero creo que Harth-terré tenía una habilidad innata para el dibujo pues cuando cursaba segundo año, en 1916, gana un concurso de Affiches para los Juegos Olímpicos que se realizarían al año siguiente (Tauro 1945: 7); esta facilidad para el dibujo se evidencia al siguiente año cuando realiza el proyecto académico de una capilla (Figura 21), ratificándose con su participación como Dibujante ayudante del cuerpo de Ingenieros Civiles del Perú el mismo año de 1917.

Harth-terré egresa a finales de 1919 (Figura 10) en febrero de 1920 aparece como graduado); su diploma de Ingeniero Civil es el n° 400 y se le otorga en 1922. (Tauro 1945: 7). El primer egresado de la Sección de Arquitectos Constructores había sido Alfonso G. Anderson (graduado en 1915 como perito agrimensor de predios rústicos); sin embargo, el primer titulado en esa especialidad (Arquitecto Constructor) fue Emilio Harth-terré (Jiménez, V. y Santiváñez M., 2004: 27). Desde 1914, cuando egresan sus primeros dos estudiantes, se planteó para estos un “proyecto final”, requisito para obtener el título de Arquitecto Constructor. Durante mucho tiempo no se logró a entregar ningún proyecto hasta que Harth-terré lo cumplió, tal como se registró el 22 de julio de 1924 (Álvarez 2006: 76); su titulación se oficializaría en 1925.

En 1923, fue Secretario de la VIII Sección (Construcción e Ingeniería) en la Conferencia Nacional de Ingeniería realizada en Lima.

Finalmente, ya en 1925, en la “Guía-Directorio de Profesionales” aparecen como Arquitectos y Constructores los siguientes: Benavides Álvarez Calderón, Bianchi Enrique, Gonzáles del Riego y Rivero Tremouille, Harth-terré Emilio, de Jaxa Malachowski Ricardo, Marquina y Bueno Rafael, Panizo Gonzalo, Sahut Claudio, Valega Alberto.

 






5. El Dibujo de edificios históricos. El espíritu “colonial”

Algunos antecedentes en los dibujos urbanos podemos identificarlos durante el siglo XIX cuando Lima fue registrada mediante dibujos y pinturas de artistas extranjeros, viajeros que siguieron inspirados por un espíritu romántico de captar costumbres y lugares singulares del antiguo centro virreinal. Leonce Angrand y Maurice Rugendas, además del diplomático George Squier, trazan interesantes perspectivas urbanas antes de que se difundiera masivamente la fotografía.

Otro referente, más cercano aún, es la serie de dibujos a pluma que realizó de Lima el pintor Francisco González Gamarra (1890-1972) (Figura 17); el conocido acuarelista y caricaturista cuzqueño había realizado una serie de dibujos de las calles de Lima titulada “Dibujos de pluma (1910-1915)”. Al revisar sus obras se aprecia una notable convergencia con los futuros dibujos del arquitecto, principalmente al captar el escenario urbano y el dominio religioso aumentado, por ejemplo, en las altas torres eclesiásticas sobre la ciudad (Figura 23). También conviene citar a otro artista interesado en este tópico urbano, Romeo Gago, quien expuso paisajes teniendo el apoyo de la crítica a fines de la segunda década del siglo XX.  La tradición de dibujantes de arquitectura y entornos urbanos que publicaron sus obras mientras el ingeniero Harth-terré estudiaba[8](y con su estética puede influir en su vocación por las artes) fueron, luego de los ya incluidos González y Gago, los artistas peruanos Ricardo Flórez, Luis Pinedo, José Otero, Casimiro Cuadros, Raúl Vizcarra y Carlos Odiaga; cada uno de estos artistas publicaba sus dibujos en las revistas locales por lo cual el público limeño pudo desarrollar un gusto por esta temática generalmente reservada al mundo profesional de la arquitectura.

Pensamos que Harth-terré, debido al arraigo personal de haber vivido en la Plazuela de Santo Domingo, pude encontrar en el espacio de esta experiencia personal la motivación para dibujar estos rincones urbanos; de hecho, uno de los primeros dibujos realizados del cual tenemos noticias es del 16 mayo de 1920, cuando tenía 21 años (aunque este dibujo recién fue publicado en abril de 1921 en la revista Mundial); se trata efectivamente de un rincón limeño colonial, la propia Plazuela de Santo Domingo. El primer dibujo que registramos hasta ahora es un apunte de la estación del tren en Chosica, entonces lugar muy frecuentado por las familias que iban de paseo, este dibujo es fechado el 8 de mayo de 1920.

Durante el año de su publicación, 1921, Harth-terré recientemente egresado de la universidad, se abocará a realizar una serie de dibujos con un énfasis más evidente en lo urbano arquitectónico. Hemos encontrado que estos dibujos fechados todos en 1921 corresponden a una serie o álbum titulado “Lima en croquis” y tenía la intencionalidad conmemorativa de la ciudad hacia el Centenario. En todos estos dibujos predomina la fuerza religiosa pero también los conocimientos de perspectiva, sombras y escala. En ellos también se verifica el cuidado estético del enfoque del espectador logrando algún dinamismo y realismo. Los hitos de la ciudad dibujados son edificios del pasado colonial (básicamente iglesias, excepto la Casa Osambela y el cuartel Santa Catalina) y son los siguientes:

Apunte de la Catedral (perspectiva posterior).

Apunte de la Iglesia de San Francisco (semifrontal con plazuela).

Apunte de la Iglesia de Santo Domingo (lateral con torre).

Apunte de la Iglesia de Santa Teresa (frontal alejada).

Apunte de Iglesia de la Recoleta (semifrontal alejada con plazuela).

Apunte Casa Osambela (frente alejada).

Apunte del cuartel de Santa Catalina (perspectiva abierta).

La muestra de edificios, basicamente iglesias, indica la importancia su significado cultural en la idiosincrasia limeña. La presencia de la religión se impuso incluso en los locales de instrucción, por ejemplo los antiguos claustros seon a las instituciones educativas, así el de Bellas Artes se adaptó en lo que fue el Monasterio de San Ildefonso, el de la universidad San Marcos ocupaba el antiguo Real Convictorio de San Carlos, el de la Escuela de Ingenieros en el antiguo hospital de Espíritu Santo, incluso los nuevos colegios de inicios del siglo XX adoptaron ese modelo de edificio para su didáctica escolarizada como se aprecia en el Colegio de Guadalupe. De esta manera la instrucción educativa se realizó indirectamente bajo los espacios de un conservador espíritu religioso.

Por otro lado, la palabra colonia se impuso antes que la de virreinal, la fuerza de la religión y algunas costumbres hicieron que las antiguas familias optaran voluntariamente con financiar y cobijar estilos artísticos como el neocolonial con evocaciones de más de 100 años atrás; de esta manera los edificios con balcones y las altas torres de las iglesias, aún dominaban el perfil de la ciudad.

Más allá de ese espíritu tradicional, la intencionalidad estética de Harth-terré en estos dibujos publicados en 1921 es lograr una escena significativa, con identidad pública, hacer que la perspectiva urbana sea fácilmente reconocible por cualquier limeño y que reconozca esa memoria colectiva. El gráfico nos resulta familiar. La individualización del edificio es importante, al menos lo suficiente para completar su identidad en la escena urbana, en este caso por ejemplo basta con exponer el perfil de la torre, la fachada o exponer la portada principal; los pequeños perfiles humanos que pocas veces se dejan aparecer solo sirven para sostener más esta cualidad monumental.

 












6. Trabajo de campo

Parte importante del desarrollo en cada profesión es la capacidad de aplicar a la práctica los conocimientos aprendidos, en la disciplina arquitectónica muchas veces esto significa trabajar en la obra o en el terreno sobre el cual se ha aplicado el diseño; en la disciplina arqueológica esto puede significar (solo en primera instancia) el conocimiento del territorio y la visita a los mismos sitios, los cuales con el tiempo obviamente pueden haber perdido las facilidades de acceso o reconocimiento. Para cualquier caso se requiere del profesional la facilidad de manejo con distintas personas (no obstante colegas) y la disciplina para soportar el esfuerzo de los viajes o las condiciones de lugares lejanos.

Como caso particular, pero no extraño, Emilio Harth-terré aun siendo niño pudo realizar largos viajes en compañía de su familia, conocer y hablar otros idiomas y, de esta forma, obviamente con las limitaciones de tecnología y de precisión de información propia de la época, tener una visión cosmopolita del mundo.

Uno de los primeros trabajos profesionales de Harth-terré los realiza en 1919, a los 20 años, cuando participa como Ingeniero adscrito a la Municipalidad de San José de Surco[9], destacado por la Dirección General de Obras Públicas; es destacado por el Supremo Gobierno a las obras del Canal de Panamá también en prácticas de estudios (este canal se había terminado en 1914 y acercaba al Perú más a EEUU que a Europa, antes los viajes desde Lima a cualquier destino mundial demoraban meses). Todos estos procesos le otorgaron independencia y autonomía en su quehacer profesional, así como una visión del mundo y la sociedad que iba más allá de una perspectiva limeña.

Otro aspecto importante es la aplicación de los conocimientos técnicos sobrellevando las dificultades físicas y de exigencia que existen en los sitios arqueológicos andinos, esto podemos explicarlo debido a la preparación física, casi marcial, que se estilaba desarrollar en muchos de los centros de enseñanza de esa epoca; este tipo de pedagogía se aplicaba en algunos colegios de Lima que acostumbraban a realizar excursiones en los distritos y valles adyacentes, esto también lo realizaban grupos de Scouts; del mismo modo algunas instituciones superiores realizaron prácticas de tiro y ejercicios militares. La Escuela de Ingenieros no era ajena a esto por lo que creemos que Harth-terré participó de este tipo de actividades: 

“…la Escuela se proyectó en repetidas oportunidades hacer prácticas militares e incluso que se sigue un curso de Arte militar y nociones de artillería y fortificaciones y haciendo las correspondientes prácticas” (López 2007: 11).

El espíritu profesional se complementó con el esfuerzo físico y la camaradería propia de un equipo que aprendió los trabajos de campo:

“La rígida disciplina externa tenía por objeto al estudiante al duro y frecuentemente riesgoso trabajo de los ingenieros de entonces. No faltaron incluso quienes pretendieron militarizar la Escuela, porque la ingeniería, siguiendo el modelo francés, estaba todavía entendida más como un servicio al estado que como el ejercicio de una profesión liberal” (López 2007: 12).

Todos estos ejercicios realizados con tesón y disciplina llevaron a Emilio Harth-terré a lograr ser en 1921 Alférez de Reserva de Ingeniería (Tauro 1945: 8) y ser, probablemente, encargado de llevar a cabo el estandarte institucional. Estas situaciones reafirmaron el patriotismo y su capacidad de soportar el trabajo y las dificultades logísticas en el campo, lejos de las comodidades de la ciudad. Es muy conocida la imagen de la indumentaria de campo, con botas, vestimenta clara y “con la argelina en el aire”, como lo caracterizaba (quizás con un sentimiento juvenil y patriota) el escritor y, pocos años antes, también estudiante de la Escuela de Ingenieros, Abraham Valdelomar.

 

7. Dibujo técnico arqueológico

Indudablemente uno de los soportes de las ciencias históricas es el diagnóstico de los bienes, en el caso de la arquitectura la edificación materia de estudio, dada su complejidad, requiere una especialización en el mismo registro. En arquitectura el sistema de registro y comunicación implica el manejo del dibujo técnico aumentado en planos principalmente. Los planos disgregan y hacen efectivo el análisis de la arquitectura y la obra humana.

La técnica que realiza Harth-terré es el dibujo monocromo a tinta y pluma que representa planos de llenos y vacíos, así como apariencia formal externa. Los planos arquitectónicos procuran la claridad y sencillez, sin muchas leyendas engorrosas y procurando ser didáctico para el público en general pero además preciso en la información recogida.

En estos primeros trabajos se descubre al joven arquitecto investigador y eficiente en los difíciles trabajos de campo: preciso en las observaciones de lo general a lo específico, en los detalles estructurales, en las interpretaciones simbólicas, en la dialéctica que intenta colegir los pocos datos históricos con las formas arquitectónicas, pero sin duda también se nos presenta como el talento que puede observar y leer las formas ruinosas para que posteriormente y con virtuosa precisión manual reconstruir o proponer una propuesta arquitectónica. Respecto al aporte didáctico desde la arquitectura que actualmente se denomina recomposición arquitectónica, Harth-terré lo llama “reconstitución” (1921, 442).

 

8. El estudio histórico-arqueológico

La formación de un arquitecto de la segunda década del siglo XX en los países latinoamericanos tuvo gran influencia de las tendencias historicistas europeas en donde destaca la École des Beaux-Arts. En el Perú esta influencia se impulsaría con la llegada de arquitectos formados en esta tendencia como Claude Sahut o Ricardo de Jaxa Malachowski. Aunque esta manera de relevar la historia se impuso era sin embargo la historia del Viejo Mundo, en el Perú había otro pasado que ya empezaba a dar vestigios cada vez más públicos, por ejemplo a inicios del siglo XX existían en Lima el Museo Nacional de Historia que funcionaba en el Palacio de la Exposición, en donde se apreciaban algunos objetos provenientes de las excavaciones del arqueólogo alemán Max Uhle en la costa peruana; también existía gran cantidad de colecciones privadas en donde se exponían piezas moche, chimú o chancay recuperadas de las haciendas costeñas, pero sin duda la actividad del arqueólogo peruano Julio C. Tello fue lo que más causó más interés en la ciudadanía. Tello realizó exploraciones en lugares alejados del territorio nacional y fundó el Museo de Arqueología de San Marcos fundado el 21 de octubre de 1919 además de participar en la gestación del Museo de Arqueología Larco Herrera, del cual sería su director.

Antes de Tello, el Perú prehispánico, para el ciudadano común, se conocía sólo a través de algunas crónicas u exposición de objetos recuperados de algunos sitios arqueológicos conocidos. Entre los historiadores peruanos destacaban entonces Horacio Urteaga (Figura 13) que escribía constantemente en las revistas de difusión como Prisma o Variedades; Carlos Wiesse (Figura 14) quien también profesor universitario era muy reconocido; Wiesse fue autor de varios textos educativos en especial Historia del Perú Prehispánicode 1918 en donde se dedica a desarrollar “La primera historia de los Yungas”, mencionando los valles norteños y los del sur, entre otros el de Huarco y el Señorío de Chuquis-Manco (Wiesse 1918: 31). El interés de los alumnos universitarios y la juventud peruana sobre el pasado prehispánico se demuestra en las “excursiones” realizadas por Carlos Wiese y sus alumnos en sitios arqueológicos como Maranga o Cajamarquilla e incluso en el acercamiento de como la Bohemia de Trujillo a Chan chán en 1918; más allá de esto, los libros que se pueden disponer en las bibliotecas son limitados, sin duda el cronista Garcilaso de la Vega y las descripciones del viajero italiano Raimondi son las fuentes más usadas.

En realidad, el primer trabajo publicado por Harth-terré que se tiene noticia es de un tema es artístico del período colonial el cual se titula: “Ladrillos vidriados y azulejos” (publicado en Revista de Ingeniería, Órgano de Estudiantes de Ingeniería, año V , n°64, marzo de 1918); esto demuestra una empatía con los propios dibujos que había realizado para su álbum “Croquis de Lima” y ratifica su primera atención con la ciudad colonial, lo cual seguirá desarrollándose a lo largo de su vida sin ningún perjuicio de otros períodos históricos.

En cuanto a sus primeros estudios arqueológicos creemos haber encontrado las razones por las cuales Harth-terré eligió el valle de Cañete como tema de estudio:

-Primero, por interés de la sociedad a investigar, en este caso los Incas y un episodio militar (enfrentamiento a los Guarco)

-Segundo, por facilidades logísticas metodológicas

-Tercero, por hipótesis históricas y facilidades de acceso al investigador y publicaciones.

-Cuarto, por estado de conservación de las ruinas

Es posible que el interés por investigar un episodio histórico expresado en crónicas o publicaciones que historiadores de la época ponderaban haya llamado su atención, este evento fue el enfrentamiento entre los Incas y los Guarco, un tema histórico y bélico que puede asociarse incluso al interés que despertaba en arqueólogos de pocas décadas antes fueron en búsqueda de la épica Troya cantada por Homero[10].

Los pocos libros sobre los incas que se disponía en el Perú de la segunda década del siglo XX eran las crónicas de Garcilaso (que descubrieron casi totalmente sobre los cusqueños) y de Pedro Cieza de León, de quien creen se desprenden muchas hipótesis iniciales de Harth -terra. Otros estudios arqueológicos, propiamente del valle de Cañete, fueron tomados de Eugenio Larrabure y Unanue y, es aquí donde aparece una pauta decisiva.

Eugenio Larrabure y Unanue (1844-1916) (Figura 15), descendiente de franceses y nieto por parte de madre de Hipólito Unanue; Larrabure fue un destacado periodista, diplomático y académico también participó de la vida política. Finalmente se dedicó a la actividad agrícola en el fundo Unanue, en el valle de Cañete. Debido a su capacidad intelectual, publicará obras de temática distinta entre las cuales es notoria las que se refieren a sus ensayos arqueológicos, debido a que en ese tiempo casi no existía ese tipo de actividad. Larrabure expone interesantes elucubraciones y registro visual del valle en donde se ubica su hacienda: el valle de Cañete. Larrabure había publicado en 1874 un folleto titulado “Cañete. Apuntes geográficos, históricos, estadísticos y arqueológicos”, el cual expone una descripción de los sitios arqueológicos en el valle de Cañete, entre ellos Ungará, Cancharí, etc. Posteriormente Larrabure profundizó un estudio de “Incahuasi. Ruinas de un edificio peruano del siglo XV” (Tipografía El Lucero. Lima), un interesante estudio específico publicado en 1904. Este texto intenta contrastar las ruinas locales con un nuevo tipo de edificios impuesto por los incas. La descripción de esta tipología cusqueña incluye medidas y algunas elucubraciones religiosas. Altares, columnas y depósitos son destruidos a la vez que se argumenta el evento del enfrentamiento entre los Incas y los Runahuanac y el Guarco. Finalmente, incluye un itinerario logístico de cómo llegar de Lima a Incahuasi, muy importante en esa época de falta de vías de comunicación. un interesante estudio específico publicado en 1904. Este texto intenta contrastar las ruinas locales con un nuevo tipo de edificios impuesto por los incas. La descripción de esta tipología cusqueña incluye medidas y algunas elucubraciones religiosas. Altares, columnas y depósitos son destruidos a la vez que se argumenta el evento del enfrentamiento entre los Incas y los Runahuanac y el Guarco. Finalmente, incluye un itinerario logístico de cómo llegar de Lima a Incahuasi, muy importante en esa época de falta de vías de comunicación. un interesante estudio específico publicado en 1904. Este texto intenta contrastar las ruinas locales con un nuevo tipo de edificios impuesto por los incas. La descripción de esta tipología cusqueña incluye medidas y algunas elucubraciones religiosas. Altares, columnas y depósitos son destruidos a la vez que se argumenta el evento del enfrentamiento entre los Incas y los Runahuanac y el Guarco. Finalmente, incluye un itinerario logístico de cómo llegar de Lima a Incahuasi, muy importante en esa época de falta de vías de comunicación. columnas y depósitos son eliminados a la vez que se argumenta el evento del enfrentamiento entre los Incas y los Runahuanac y el Guarco. Finalmente, incluye un itinerario logístico de cómo llegar de Lima a Incahuasi, muy importante en esa época de falta de vías de comunicación. columnas y depósitos son eliminados a la vez que se argumenta el evento del enfrentamiento entre los Incas y los Runahuanac y el Guarco. Finalmente, incluye un itinerario logístico de cómo llegar de Lima a Incahuasi, muy importante en esa época de falta de vías de comunicación.

Harth-terré conoció y estudió con detalle estas referencias de Larrabure; es probable que el contacto con el viejo hacendado se haya realizado por intermedio de un su colega y amigo Enrique Rivero Tremouille[11] (1883-1961)[12] (Figura 16) quien tenía como hermano a Juan Antonio Rivero Tremouille (1894-1979), el cual se había casado con Virginia Margarita Beatriz Larrabure Correa (1883-1979) y por lo tanto era yerno del propio Eugenio Larrabure. Antonio Rivero además fue quien ayudó en los trabajos de campo en Cañete a Harth-terré, tal como este mismo lo reconoce (Harth-terré 1933: 117).

De acuerdo a las fechas de publicación de sus primeros trabajos creen que a más tardar Harth-terré debe haber visitado el valle de Cañete durante el transcurso de 1920 a 1921. Los siguientes son los breves artículos, que creen forman parte de un informe completo , que irán apareciendo entre 1921 a 1923:

a) “Colcahuasi. Ruinas arqueológicas en el valle de Cañete”.  Informaciones y memorias. Órgano de la Sociedad de Ingenieros del Perú . T. XXIII, n°12. págs. 416-425. diciembre de 1921. Lima.

b) “Incahuasi. Ruinas del valle de Cañete”. Informaciones y memorias. Órgano de la Sociedad de Ingenieros del Perú . T.XXIV, n°2. págs. 57-67. febrero de 1922. Lima.

c) “Acllahuasi. Casa de las Vírgenes”. Variedades . 28 de julio de 1922.

d) “La Fortaleza de Chuquimancu”. Revista de Arqueología (Órgano del Museo de Arqueología Víctor Larco Herrera). TI Entrega 2°. págs. 44-49. octubre-diciembre. Lima.

También es posible que haya existido un artículo de Harth-terré sobre el mismo tema publicado en la Revista Ingeniería n°83-84, de julio-agosto de 1921, al cual no hemos tenido acceso aún.

En estos primeros trabajos arqueológicos Harth-terré utiliza como fuente bibliográfica a cronistas como Pedro Cieza de León o Garcilaso de la Vega, es decir a la fuente etnohistórica para la interpretación sociopolítica; para las hipótesis antropológicas y religiosas se apoya en los registros de Pablo Joseph de Arriaga, es decir los procesos de extirpación de idolatría que entonces era materia de estudio del historiador Horacio Urteaga. Finalmente, como se ha visto, se sustenta en Larrabure para las propuestas locales, tratando indirectamente algunas ideas o datos de Max Uhle o Jacobo Tshudi. Por otro lado, aun parece no haber leído a Tello quien había publicado en 1921 su libro Introducción a la historia antigua del Perú , y en donde establece su primera cronología cultural andina.















9. Epílogo

Quisiera cerrar este ensayo sintetizando algunas condiciones necesarias y de gran valor que coincidieron en el contexto de la formación del joven Emilio Harth-terré, así como las insustituible y únicas condiciones personales que participaron en este proceso.

 

Aporte personal y académico

Es innegable dos características que parecen ser innatas o, al menos desarrolladas muy tempranamente, en el joven Harth-terré. La primera es un talento para el dibujo y un sentido estético, lo cual sin duda se ratificó honestamente con su especialización de arquitecto. Esta habilidad en el proceso pedagógico académico de la arquitectura puede aprenderse, pero no todos tiene la vocación de seguirla o aplicarla a recursos creativos, menos en temas de investigación.  

La segunda característica es una constante disciplina aplicada a la lectura de libros (más adelante serán archivos) lo cual es insustituible para la investigación histórica. Literalmente “leer” es una disciplina férrea que necesita temple y autocontrol para lograr objetivos de nivel.

Un factor distinto y necesario para lograr la apertura científica es la academia, es decir la base profesional obtenida en la Escuela de Ingenieros, la influencia de sus profesores y los cursos llevados. Los cursos específicos para ser Arquitecto-Constructor y la particularidad de ser un alumno casi experimental en esta especialización en el Perú, sin duda logró una identidad profesional que debía de depender de su adaptabilidad epistemológica y autosuficiencia.  

Sensibilidad hacia la expresión artística

La praxis artística, el observar y ver las cualidades estéticas de los edificios históricos, el dibujarlos constantemente logran dotar de una sensibilidad a identificar las cualidades arquitectónicas y más allá, los valores sociales que estos pueden expresar incluso cuando estén en ruinas.

Razonamiento histórico-arqueológico

La historia y la arqueología no se alejan de la historia del arte, de la valoración de los objetos del pasado, de su registro y catalogación, pero en los países andinos, al ser su proceso civilizatorio diferente a occidente, esta valoración necesita interpretarse desde una mentalidad distinta. El dibujo, estético o técnico, es una herramienta que tiene que servir para una interpretación que nunca será la final.

Disciplina en la investigación de gabinete (lecturas) y campo (levantamientos)

La capacidad de investigar requiere decisión y autosuficiencia; también requiere una experticia en cómo acceder a los datos, tanto si son de antiguos archivos como de sitios arqueológicos lejanos.

Proyección social y preocupación por la publicación

Finalmente existe una responsabilidad social, aquello que impulsa a exponer comprensiblemente los trabajos realizados. Publicar las investigaciones requiere además acceder a los medios institucionales para hacerlo, cumplir los formatos y tiempos impuestos.

Identificación con el contexto

Un contexto social puede preceptuarse de distintas formas dependiendo de la personalidad del espectador, más aún si se trata de un joven sensible, cada evento puede quedar marcado en la memoria e influir en el carácter en formación; creemos que este lapso de tiempo en la juventud de Harth-terré fue clave en su desarrollo profesional en las décadas siguientes.

Un hito importante fue en diciembre de 1924 cuando acontecen las celebraciones por el Centenario de la Batalla de Ayacucho, que en muchos sentidos fue la verdadera fecha de independencia política del Perú. Los eventos se suceden uno tras otro y la ciudad de Lima parece reinventarse arquitectónica y urbanísticamente.

Finalmente, en diciembre de 1924, Emilio Harth-terré contrae matrimonio y comienza una familia, muy pronto, en 1925 Harth-terré se titula de Ingeniero-Arquitecto (su diploma n° 438 es el primero que se otorga la Escuela de Ingenieros del Perú en dicha especialidad); en poco tiempo se integraría a distintas asociaciones o instituciones públicas, sería socio de la Sociedad de Bellas Artes del Perú, miembro del Cuerpo Técnico de Tasaciones y, en poco tiempo, Presidente de la Comisión de Urbanizaciones y Mejoramiento Urbano. En los siguientes años viajaría a países sudamericanos como Argentina (se integraría a la Sociedad de Arquitectura de Buenos Aires) o Uruguay interesándose por la urbanización y, dedicándose muy exitosamente, al diseño y construcción de inmuebles. Todo esto ocupó mucho de su tiempo hasta pasado los treinta años.

 

¿Cuál es el espíritu vital que lo impulsó en estos primeros momentos y lo orientó a desplegarse epistemológicamente en campos que antes no habían sido explorados desde la arquitectura? Puede haber sido el momento crucial que le tocó vivir, la mezcla de talentos que poseía, los buenos profesores y colegas con los que le tocó departir, la vitalidad de la juventud, su propia identidad que parece que recreaba constantemente, finalmente ver a su patria como una totalidad, inquietud que compartía con otros jóvenes de su tiempo y que solo se lograría a largo plazo con un esfuerzo intelectual y personal. Es interesante descubrir su personalidad desarrollada en tan corto tiempo, la experimentación en diversos campos profesionales, un interés siempre sustentado en una gran capacidad de trabajo y despliegue de energías; creemos que el arquitecto Emilio Harth-terré representó perfectamente el espíritu de la juventud de ese tiempo; como escribiría un cronista en la fecha de celebración del Centenario de la Independencia al referirse a los jóvenes:

 

“Feliz esta generación si logra su patriótica finalidad, si encauza dentro de un sentido comprensivo, justiciero y generoso, el vasto acervo histórico que poseemos. Habrá dado una gran batalla ideal y lo que en generaciones anteriores fue esperanzado esfuerzo, muchas veces solitario y aislado, en ellos podrá ser bella síntesis realizada, que, anunciamos como una aurora resplandeciente” (Mundial. Número extraordinario. 28 de julio de 1921).

 

10. Agradecimientos.

Extiendo mi agradecimiento al caballero Fernando Dongo-Soria Harth y a la señora Laura Rey Harth por compartir material gráfico y por las referencias familiares amablemente facilitadas.

 

11. Referencias bibliográficas.

Álvarez, S. (2006). La formación en arquitectura en el Perú. Antecedentes, inicios y desarrollo hasta 1955. Universidad Nacional de Ingeniería. Lima.

Alvino, J. (2004). “Procesos de reflexión sobre el patrimonio arqueológico desde la actividad arquitectónica peruana”. Revista de Investigaciones del Centro de Estudiantes de Arqueología. (6), 215-237, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

(2007). “El Palacio de Cancharí”. Bitácora de Cañete. N° 2. Pp. 11-22.

(2019). Lima en los dibujos del joven Emilio Hart-terré. Apuntes Revista Digital de arquitectura. (123), setiembre,

Daniel, G. (1967). Historia de la arqueología. De los anticuarios a V. Gordon Childe. Alianza Editorial. Madrid.

De los Heros. (1922). Monografía Agrícola del valle de Cañete. Librería e Imprenta Gil-Lima.

Porras, R. (1951). “Historia del siglo XX”. Fanal N° 29. Setiembre-octubre. Lima.

Garcilaso, Inca (1918). Comentarios Reales de los Incas. Anotaciones y concordancias con las Crónicas de Indias, Imprenta Sanmartí y Cía.

Harth-terré, E. (1921). Croquis de Lima. San Martí y Cía. Lima.

(1921). “Ccolccahuasi. Ruinas en el valle de Cañete”. Informaciones y Memorias de la Sociedad de Ingenieros del Perú. Vol. XXIII (12). Diciembre, 417-425.

(1922a). “Incahuasi. Ruinas en el valle de Cañete”. Informaciones y Memorias de la Sociedad de Ingenieros del Perú. Vol. XXIV (2). Febrero, 57-67.

(1922b) “Acllahuasi. Casa de las Vírgenes”. Variedades. 28 de julio de 1922.

(1923). “La fortaleza de Chuquimancu”. Revista de Arqueología. Órgano del Museo Víctor Larco Herrera (1), 43-50, julio-setiembre.

(1933). “Incahuasi”. Revista del Museo Nacional (T.II) 2, 101-125.

Laos, C. (1929). Lima “Ciudad de los Virreyes” (El libro Peruano) 1928-1929. Editorial Perú.

Larrabure y Unanue. (1874). Cañete. Apuntes geográficos, históricos, estadísticos y arqueológicos. Imprenta del Estado. Lima.

            (1904). Incahuasi. Ruinas de un edificio peruano del siglo XV. Tipografía El Lucero. Lima.

López, J. (2003). La Sociedad de Ingenieros del Perú. Primera Década (1898-1908). Universidad Nacional de Ingeniería. Lima

(2007). Valdelomar en la Escuela de Ingenieros. Inéditos. Universidad Nacional de Ingeniería. Lima.

Mariátegui, J. y de la Fuente, G. (1935). Lima en el IV Centenario de su Fundación. s/n. Editorial Minerva.

Monte Domeneq y Cie. (1924). El Perú en el Primer Centenario de su Independencia. Buenos Aires.

Pacheco C. (1985). Memoria y utopía de la Vieja Lima. Ediciones de la avispa blanca. Universidad del Pacífico. 309 p. Lima.

Peña y otros. (1938). Lima precolombina y virreinal. Artes gráficas-tipografía peruana S.A. Lima.

Portal, I. (1924). Lima religiosa (1535-1924). Librería Imprenta Gil. Lima.

Prisma. Revista ilustrada de artes y letras. N° 71. 28 de diciembre de 1907. Lima.

San Cristóbal, A. (1995). Manuel de Escobar. Editorial Brasa S.A. 123 p. Lima.

(1996). Fray Diego Maroto alarife de Lima. 1617-1696. Epígrafe S.A. editores. 230 p. Lima.

Tauro, A. (1945). Biobliografía de Emilio Harth-Terré. Arquitecto. Imprenta Torres Aguirre S.A.

Wiesse, C. (1918). Historia del Perú prehispánico. Librería Francesa Científica E. Rosay. Lima.

 

Revistas:

Mundial. Revista Semanal Ilustrada. Nº 53. 29 de abril de 1921. Lima.

Mundial. Revista Semanal Ilustrada. Nº 58. 3 de junio de 1921. Lima.

Mundial. Revista semanal ilustrada. N° 76. 28 de octubre de 1921. Lima.

Mundial. Revista semanal ilustrada. N° 191. 11 de enero de 1924. Lima.

Prisma. Revista ilustrada de artes, letras, etc. N° 71. 28 de diciembre de 1907.

Variedades. Revista semanal ilustrada. N° 393. 11 de setiembre de 1915. Lima.

Variedades. Revista semanal ilustrada. N° 412. 22 de enero de 1916. Lima.

Variedades. Revista semanal ilustrada. N° 458. 9 de diciembre de 1916. Lima.

Variedades. Revista semanal ilustrada. N° 624. 14 de febrero de 1920. Lima.

Variedades. Revista semanal ilustrada. N° 769. 25 de noviembre de 1922. Lima.

Variedades. Revista semanal ilustrada. N° 894. 18 de abril de 1925. Lima.

Variedades. Revista Semanal Ilustrada. Número Complemento de la edición Centenario. Julio de 1921. Lima.

 




[1]Graduado de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Ricardo Palma; graduado de la Escuela Académico Profesional de Arqueología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Egresado de la Facultad de Educación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y de la Maestría en Arte Peruano y Latinoamericano de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

[2] La Casa Harth y Cía, fue la “Antigua Casa Harth; casa francesa fundada en el año de 1854. Importadores directos de: Géneros de lana, seda y algodón. Bayetas. Lencería. Pasamanería. Mercería. Joyería falsa, Juguetes y Perfumería. Cueros. Útiles de zapatería. Papeles. Loza. Porcelana. Conservas. Vinos. Licores. Artículos Farmacéuticos. Casa en París: 50, Rue de Paradis”. (Laos 1928: 514). En 1914 se compró la casa entre la Calle Aldabas y la Calle Zárate en donde funcionaría posteriormente y que es conocida hasta ahora como Casa Harth.

[3] Este Hotel era propiedad de Jean y Francoise Terré, padres de Loise Terré, madre de Emilio. En 1880 se encontraba situada en la Plazuela de Santo Domingo, posteriormente se cambiaría en una esquina de la Plaza de Armas, entre la calle Judíos y la calle Bodegones. Existen referencias de este hospedaje, cuando se ubicaba en la Plazuela de Santo Domingo, por parte del médico y viajero alemán Ernst Middendorf (1893): “…está situado también muy cerca de la Plaza de Armas, en la Plazuela delante del convento de Santo Domingo, en una zona que, aunque sin gran movimiento comercial, está cerca del Correo y de las dos estaciones de ferrocarril… el edificio no fue construido para hotel sino para una casa corriente, con un segundo piso, en el que los cuartos interiores dan sobre dos pequeños patios. El primer patio ha sido convertido en un agradable jardín, donde en pequeñas divisiones rodeadas de plantas, se encuentran puestas las mesas, que los huéspedes pueden elegir a voluntad. Los cuartos del segundo piso tienen balcones techados que dan a la calle y a la plazuela y son utilizados como vestíbulos para los cuartos adyacentes…” (Middendorf 1973 [1893] T.I: 114-115)

 

[4] En este caso consideramos “Generación del 900” a los que publicaron o comenzaron a desarrollar sus obras en 1900, es decir cuando probablemente alcanzaban los 20 años. Otras formas de proponer generaciones corresponden exclusivamente a la edad cronológica, es decir en este caso quienes nacieron en 1900.

[5] Sobre esta postura de ver la historia un cronista expresará su opinión en las mismas fiestas del Centenario de la Independencia: “…Hoy mismo puede decirse que a este afán nacionalista se deben las contribuciones valiosísimas de Sánchez, de Leguía y de Porras, a nuestra historia que ojalá sea hecha con cierto sentido de orgullo y de simpatía para reaccionar con el fiero criterio de odiosidad, con que por lo general nuestros historiadores y colectadores de datos, han contribuido, sin proponérselo tal vez, pero eficazmente, a empequeñecernos y desprestigiarnos. Precisa, para la formación del alma nacional que la Historia del Perú, se haga con espíritu de justicia, pero con cordialidad generosa, sin diatriba ni escándalo. Juzguemos a los hombres en el plano que le corresponde, dentro del ambiente en el que se movieron y con el séquito ideológico que los informó, determinándolos muchas veces…” (Mundial. Número extraordinario. 28 de julio de 1921).

[6] Creada por ley de 20 de enero de 1875 y fundada oficialmente el 18 de marzo de 1876.

[7] Este edificio pertenecía anteriormente al antiguo Hospital y Convento de Espíritu Santo. Con la ampliación de la avenida Tacna se demolerá con la propia Iglesia de Santa Rosa, esto sucederá antes en la década de 1960.

[8] La habilidad como dibujante le permitió desarrollarse y guiar su propia carrera inicialmente: Logra el Primer Premio en el Concurso de Affiches para los Juegos Olímpicos 1917, cuyo jurado fue Presidente el destacado caricaturista Julio Málaga Grenet.

 

[9] Hoy Santiago de Surco. Fue San José de Surco desde 1874 a 1929. Ley n°6644.

[10] El arqueólogo Heinrich Schliemann (1822-1890) fue trascendental en una época en la que los hallazgos eran el principal incentivo de la investigación de campo. “Schliemann creyó desde niño que Troya existía y que mediante exploraciones y excavaciones se revelaría la cultura material de los grandes personajes de Homero”. (Daniel 1967: 148-149).

[11] Rivero construyó (con Felipe González del Riego) el local del diario El Comercio, ubicado entre los jirones Santa Rosa y Lampa, e inaugurado para las celebraciones de 1924. Además, Rivero construyó muchas casas en la Urbanización El Leuro en Miraflores.

[12] Rivero había egresado en 1914 de la Escuela de Ingenieros (aunque llegaría a titularse recién en 1942) y se asociaría con Harth-terré en algunos concursos como el que ganaron en 1921 para la construcción de varias viviendas en San Miguel; fue también amigo personal como lo demuestra su asistencia a la boda del hermano de Emilio, Teodoro Harth-terré en 1921.  












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