21 febrero 2019

“EL PROBLEMA HABITACIONAL DEL CASCO COLONIAL” 1° PARTE - ARQ. IVAN PATRICIO CORTES GALVEZ (QUITO)



MONOGRAFIA

INTRODUCCIÓN

El área urbana de todos los países, tanto los llamados en vías de desarrollo como los desarrollados, son motivo de enorme preocupación y de análisis para definir en forma real los problemas de cada uno, para satisfacer así las necesidades de su creciente población.

La ciudad de Quito, en la época de su creación, sus fundadores no previeron las magnitudes de sus necesidades futuras en función del bienestar social de la población y más aun considerando que la concibieron como la capital del Ecuador, su crecimiento debía ser en proporciones muy superiores, a la de las otras ciudades integrantes del país.

Para nuestro estudio, en el análisis del Casco Colonial de Quito, encontraremos un común denominador, de aquellas contradicciones que obligaron a la ciudad, desde los años cuarenta, a un crecimiento urbano desmesurado, lo cual originó la insuficiencia de la infraestructura sanitaria existente y por tanto a buscar soluciones de emergencia, para cubrir el déficit habitacional y proyectar obras sanitarias jamás antes pensadas.

El crecimiento poblacional de Quito, fue generado por el éxodo de la población campesina a la ciudad motivado por el deseo de buscar mejores condiciones de vida y un trabajo mejor remunerado, al que ofrecía la agricultura tradicional.

Este movimiento poblacional, ocasiono los problemas de hacinamiento que degeneró en la actualidad, en la “tugurización”. Nos daremos cuenta en nuestro análisis, de manera concreta cuales son las contradicciones sociales de Quito en su condición de capital del Ecuador; y trataremos de llegar a conformar conclusiones claras que permitan plantear soluciones reales de la situación arquitectónica de nuestro Quito; tendremos presente el problema del tugurio, para intentar un cambio en la forma de vida de la población inmigrante, que obliga a una planificación de la vivienda y de los servicios básicos sanitarios, para hacer frente al crecimiento insospechado de esta Franciscana y Conventual Ciudad de Quito, hasta hace treinta años atrás.


CAPÍTULO PRIMERO

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL CASCO COLONIAL



La fundación de las ciudades fue parte primordial dentro del sistema colonizador de España. La ciudad de Quito se proyectó por razón política y fueron tres fundaciones las que antecedieron a la actual. El 6 de Diciembre se llevó acabo la fundación definitiva de Quito. Para su ubicación se utilizó el asentamiento de la población Quitus. En el acta del 22 de Diciembre se alude a la “traza de la villa” y figuran los linderos arcifiños* las quebradas que rodeaban el área de la futura capital por los cuatro costados cardinales. 

El área de la ciudad así limitada era muy estrecha, lo que determino también, que sus solares sean reducidos y que sus plazas sean pocas y localizadas en las mesetas lo cual obligaba a dotarlas de cuatro salidas. Cabe anotar que Quito es una ciudad sujeta a la topografía del terreno, es decir, definida por la naturaleza geográfica y no por el capricho del hombre, gracias a esto se ha podido mantener hasta la presente su belleza natural.

Ese determinismo geográfico, en el que coincidieron respetarlo tanto los aborígenes del Ecuador como los españoles al conquistarlo, con la idea de aprovechar su situación geográfica relativa para designarla como capital natural del Ecuador. Lo que significa usufructuarlo en beneficio del control político – económico del gobierno, y en efecto su acción administrativa de gobierno sobrepasa los límites materiales de lo que sería la Real Audiencia de Quito.

La traza urbana de la ciudad corresponde efectivamente a una decisión política y administrativa puesto que nuestra arquitectura definida por la implantación de modelos urbanos y arquitectónicos en la metrópoli española, a través de las Leyes de Indias, las cuales reglamentan y dictan ordenanzas para regular la propiedad, el usufructo del espacio urbano a semejanza de lo que eran las villas españolas, en ese basamento lugar desde luego extraño al medio, se origina la institución de las municipalidades que se encargaran con el correr del tiempo del desarrollo de las ciudades creando condiciones adecuadas de vida para la población, es decir, son responsables en representación de la comuna de hábitat urbano.

Las órdenes religiosas son las que implantan a Quito, modelos españoles e italianos de arquitectura religiosa, renacentista y barroca. El trazado de la ciudad que adoptan los españoles es en damero* modificado por los principios urbanos y arquitectónicos del renacimiento, todo esto, combinado con las condiciones topográficas y la belleza de su paisaje dan a la ciudad un aire monumental y la hacen digna de ser llamada Relicario de Arte.

Las formas y dimensiones adquiridas no son alternadas hasta comienzos del siglo XX, pues durante los siglos XVIII y XIX la decadencia de España por las guerras de Europa mercantil, y la orden de cerrar y demoler obrajes y telares, el contrabando y el comercio traen como consecuencia la contracción del desarrollo urbano en la ciudad. La vivienda colonial tiene una trascendencia importante en la actualidad, es el fundamento arquitectónico de Quito. 

Así pues, a mediados del siglo XX, cuando la arquitectura moderna es aceptada en nuestro medio, la arquitectura colonial se respeta como basamento de la ciudad y la nueva concepción arquitectónica pasa a desarrollarse en otra área aledaña a la histórica e inmutable área colonial; creándose un contraste arquitectónico y estructural que hace reflexionar a los más caracterizados estudiosos del desarrollo urbanístico y pasa a simbolizar el respeto y la preservación de una arquitectura, así la zona colonial de Quito se la nomina para siempre “Casco Colonial”.

Las viviendas de la colonia fueron construidas con una técnica estructural muy elemental en comparación con las técnicas modernas, sin embrago, es cuestionable, cuál de las dos es mejor, la colonial tiene al momento algunas casas de más de doscientos años y ahí están majestuosas ante el tiempo; la nueva técnica es representada por los edificios de hormigón, hierro y cemento.

En cambio, las casas antiguas son el holocausto a las entrañas del Pichincha, a sus piedras, barro y chocoto, estableciendo una diferencia del bareque frente a las paredes de ladrillo prensado (Cerinec e Imaco); el eterno eucalipto del Itchimbia, de Miraflores y Cotocollao, frente a las vigas y columnas de hormigón, el enchagllado hecho de carrizo y chilpes frente a la malla metálica y al cemento para las tumbados.

Este contraste que aparece de la comparación del uso de materiales también existe en la resistencia de sus edificios que hoy forman el relicario de arte del Ecuador, Quito. Las obras de los albañiles indígenas, pisando el barro, empañetando las paredes se ha perpetrado en los edificios que permanecen incólumes, frente al clima, a las lluvias, a los vientos, a los temblores y terremotos e inclusive al hombre, quizá principal enemigo de los edificios antiguos en su gran afán de destruirlos para sustituirlos con los edificios “renteros” ha sido la falla de mantenimiento, el abandono y el modernismo junto a la explosión demográfica los factores que han acelerado su proceso natural de envejecimiento, pero no su muerte.

Fueron factores los que han hecho que las construcciones coloniales hasta nuestros días, el gran espesor de sus paredes, pues en algunos casos llegan hasta los 1,50 metros de ancho; en la calle Paredes, la casa quizás la más antigua del casco colonial; las paredes son de adobe o adobón de tierra, la cubierta eterna también de eucalipto y teja, estos con los elementos que han hecho eternas las casas de nuestro Quito Colonial.

















CAPÍTULO SEGUNDO

LA FORMACIÓN DE QUITO COMO CENTRO 
URBANO Y ADMINISTRATIVO

El urbanismo elemental de los conquistadores, determino en la ciudad capital, el sitio que debía ocupar cada convento, cada casa e institución pública como traza fundamental del futuro gran Quito.

La distribución y asignación  de lotes, no fue equitativa en el concepto elemental y humanístico, ello obedeció en forma directa a la estratificación social; el valor e importancia de los lotes que se asignaba a la mayor o menor cercanía a la Plaza de la Independencia, estaba en relación directa a la categoría social de quien iba a ser su propietario; se puede aseverar que al realizar un estudio de las áreas urbanas del Quito Colonial, las cercanas a la Plaza de la Independencia son las mansiones tradicionales, pertenecientes a sí mismo a familias de apellidos de abolengo social. 

En cambio, las áreas apartadas de la Plaza de la Independencia fueron destinadas a los aborígenes e indios, cabría mencionar que la estructura de clases sociales se pragmatiza en la estructura urbanística de la ciudad.

La naturaleza geográfica del asiento terrestre de la capital, determinó la ubicación de los principales edificios públicos e iglesias; sobre la topografía se definió el plano de Quito y en 1580 se construyeron las primeras iglesias de Santo Domingo, San Agustín, La Compañía y naturalmente la primera iglesia de Quito que fue el Belén; así mismo fueron proyectados y construidos los puentes que permitían salvar quebradas y barrancos de la ciudad: ahí tenemos el puente de los Gallinazos, el Puente de la Veinticuatro de Mayo, el Puente del Machángara, etc.

El emplazamiento sobre los barrancos y quebradas hubo de exigir esfuerzo de muchas generaciones, para entubar los ríos, y rellenar las quebradas, lo que fue aprovechado para estructurar el sistema de canalización y alcantarillado de la ciudad, lo que le permitió asumir el aspecto de ciudad monumental. 

La distribución de Quito se realizó de la siguiente forma: Al centro la Plaza Mayor con solares* para la iglesia y casa parroquial hacia el Pichincha, y distancia casi simétrica los sitios para el templo y morada conventual de San Francisco y La Merced, por llegar al último Santo domingo hubo de escoger el puesto que quedaba al sur. 

De hecho, los emplazamientos conventuales determinaron urbanísticamente la traza y la categoría de los barrios. La limitada economía de aquella época colonial no permitió en un principio, dotar de mayor comodidad ni mayores condiciones de vida a la población, que el albergue pajizo rodeado de huertas con cerramientos de tapial.

Las mismas casas religiosas no salían del plano común sino en la magnitud de su categoría. Vale la pena mencionar la presencia del arquitecto de fuste trascendental en nuestra arquitectura colonial, que daba realce a las construcciones.

Se ha discutido profusamente sobre el contenido de una arquitectura colonial; no es la soledad de un edificio, es el conjunto característico de un sector o barrio urbano que ha construido el casco de nuestra ciudad.

La presencia de los conventos y la ubicación desordenada de sus casas, la estrechez de sus calles serpenteantes y la visión panorámica del hermoso paisaje de nuestra ciudad le ha dado a Quito a través de los años un aire de evocación histórica y de serena inmortalidad.

Sin embargo, este esquema de Quito negativo para unos, ha sido para otros, el motivo que ha inspirado los mejores, elogios de hermosura para cantarla y dedicarla frases tradicionales y conocidas, “Quito, la carita de Dios”. Al concluir el trazado básico de las calles y plazas de la ciudad, correspondiente con lotes de terreno destinados a las primeros conventos y edificios públicos importantes que hubieron de construirse, termino el diseño de Quito. Posteriormente se procedió a repartir el sobrante de la tierra entre el elemento civil con el fin de que construyeran sus viviendas. 

La ciudad comenzó urbanísticamente con los solares que repartió el Cabildo a los particulares, es decir, Benalcázar señaló tanto solares cuantos fueron los conquistadores, a quienes se les asignó solares dobles en superficie. La urbanización comenzó a partir de la plaza central, fue trazando las manzanas y encerrándolas con calles y luego con una extensión limitada para los que intervinieron en la fundación de la ciudad; el casco colonial comienza desde la plaza central de la Independencia hacia La Merced, San Francisco, San Agustín en el barranco que estaba entre las dos quebradas que era propiamente lo que se llamó Monosalvas la una y la otra plaza de la Marín. 

Desde el principio se señala lotes para los fundadores de los conventos San Francisco, San Agustín, La Merced y más tarde La Compañía formaron ejes conventuales y barrios, según el espíritu de cada comunidad religiosa; hay barrios que se denominan en relación a la iglesia cercana así, San Marcos, El Tejar, San Roque, y otros. Todo esto engloba una perspectiva urbanística que se fue poco a poco proyectando para llegar a convertirse en una ciudad capital.

El apretado ambiente de las cúpulas y torres de las iglesias de Quito, es una característica importante de la ciudad, tanto que el símbolo que identifica a Quito es la Cúpula de la Catedral, con la cruz y el gallo, también se destacan similares monumentos religiosos en toda el área colonial; las iglesias y conventos, plazas y atrios que en la actualidad constituyen obras de arte, la ubicación espectacular de las cruces en las esquinas libres, en atrios y pretiles son parte importante de la composición de los templos, puede especificarse en general que no hay iglesias sin atrios, se destaca la calle de las siete cruces (García Moreno); los atrios en Quito como en Nueva España, respondían a un ideal misionero y religioso pues era el lugar de cita donde los indios escuchaban las liturgias y los actos religiosos. 

San Agustín y San Francisco fueron los que más se caracterizaron en Quito, lo que le mereció el bien ganado nombre de ciudad de Monasterio por su místico ambiente conventual y el nombre oficial de San Francisco de Quito. La Real Ordenanza de Felipe II -1576 (Leyes de Indias), obra de creación urbana entre los siglos XV y XVII fue enorme. En la conformación de los elementos urbanos se contaba con plazas, calles y solares trazados a cordel y regla, la traza o primera división de la ciudad se la hizo sin mayores concepciones o topografía. 

Alrededor de la plaza mayor se reunieron y se agruparon los edificios más representativos del gobierno eclesiástico y civil dando lugar a un centro administrativo en torno al cual se dispusieron las restantes actividades de la ciudad, este centro, corazón de Quito, adquirió significado no solo por sus funciones políticas y sociales sino porque llego a tener valores artísticos relevantes y simbólicos. 

Esta característica es la que da a las ciudades americanas un encanto extraordinario, resultado de una clara composición de valores trascendentes de la vida. Dentro de esta traza de acuerdo a la ubicación adoptada por las órdenes religiosas más importantes, se crean otras plazas a más de la plaza mayor, como Santo Domingo, La Merced, cuyos conventos están concebidos de acuerdo a una pauta más o menos general pudiendo notarse que todas ellas tiene una estructura similar, al ingresar en ellas se destaca en primer lugar la cruz como símbolo religioso, también tienen en su generalidad escalinatas construidas con el fin de vencer obstáculos naturales, y que en manos de sus creadores se convierten en obras de arte.

Las plazas son genuinos remansos urbanos que tienen su contrapunto en las calles estrechas y tortuosa en las respectivas insospechadas de una torre de un juego de bóvedas, una orquestación de paisajes, todo dentro de un ritmo que crea una verdadera sinfonía de espacios. El conjunto de monumentos religiosos y su pro función hace de Quito una ciudad conventual y la traza urbana en su mejor expresión y en un importante tesoro histórico artístico.

La ciudad es el único pasaporte del conquistador español en América. En 1523 Carlos V dictó a este respecto unas ordenanzas tan sabias que constituyen todo un programa avanzado de urbanismo en el cual se tornaban en cuenta la higiene y salubridad públicas tanto como la seguridad y riqueza de los habitantes hasta el ornato y belleza de las ciudades. En ellos se establecieron desde reglas para la dirección del sitio y el trazo de la ciudad, ubicación de sus templos y casas publicas hasta la situación, tamaño, orientación de las plazas, y dimensiones de sus calles.

DISTRIBUCIÓN DE LA PLANTA EN UNA CASA COLONIAL. - En las primitivas casas que por lo general fueron de un solo piso, las habitaciones principales estaban siempre en el segundo patio, distribuyéndose muy especialmente los cuartos, la sala y la antesala, la sala era el cuarto ordinario en donde se daban cita los proveedores de la casa lo mismo que los mendigos y criados y la chiquillería de la familia. Además, había otras salas una de las cuales servía de comedor en las casas de numerosa familia. 












Arq. Ivan Patricio Cortes Galvez
Titulo Profesional de Arquitecto  Universidad Particular Ricardo Palma Facultad de Arquitectura y Urbanismo Lima Peru.
Registro Profesional Colegio de Arquitectos del Ecuador Nucleo Provincial de Pichincha CAP 004288
Consultor Nacional

Contacto:

Teléfono fijo: 2341800 -  Teléfono móvil: 0966672691
Llamada internacional  593 02 2341800 
Dirección: Urb. Ontaneda 1;Lote 81, Conocoto, 
Quito-Ecuador
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