El sueño de trasladar la capital de Brasil hacia el interior es alimentado al menos desde su independencia, en 1822. Desde el punto de vista simbólico, ese cambio significa el paso de un país colonial a una nación independiente, lista para integrar otras regiones desamparadas por el régimen precedente y poner en marcha un nuevo proceso de desarrollo.
Tras la proclamación de la república, ese deseo se reafirma legalmente en la forma de un artículo de la Constitución de 1891, en la que se prevé la creación del Distrito Federal en el Estado de Goiás, en el Planalto Central [Altiplano Central]. En 1892, una comisión, que tiene como jefe al astrónomo belga Luis Cruls (1848 - 1908), comienza un estudio para demarcar el territorio. Pero, solamente en 1953 el presidente Getúlio Vargas (1882 - 1954) retoma la idea y nombra una Comisión de Ubicación de la Nueva Capital Federal para elegir definitivamente el sitio para la construcción de Brasília. Sin embargo, queda a cargo del presidente Juscelino Kubitschek (1902 - 1976) la responsabilidad de llevar a cabo el proyecto, a partir de 1956, en el tiempo récord de menos de cinco años.
Juscelino Kubitschek encuentra el terreno preparado para la realización de esa gran obra. Pero, sin su esfuerzo personal para cumplir con esa promesa de campaña, la ciudad no habría surgido como por arte de magia.1 Obviamente, dicha perseverancia tiene por objeto también fines políticos: hasta hoy sus cinco años de gobierno son recordados como un periodo de prosperidad y de grandes realizaciones, cuya síntesis es representada por Brasília.
A pesar de la fuerte oposición dentro y fuera del gobierno, en septiembre de 1956 el Congreso aprueba el proyecto de ley para la construcción de la nueva ciudad y el presidente invita personalmente al arquitecto Oscar Niemeyer (1907) para proyectar los edificios gubernamentales y dirigir el Departamento de Arquitectura de la Compañía Urbanizadora de la Nueva Capital - Novacap.
Todavía en septiembre, por sugerencia de Niemeyer, se abre un concurso nacional para la elaboración del plan piloto. El anteproyecto del arquitecto y urbanista Lucio Costa (1902 - 1998) es declarado el vencedor, por unanimidad, en marzo de 1957. Pese a las discusiones en torno al resultado, en su conjunto la crítica especializada está de acuerdo con la elección, reconociendo la superioridad de la propuesta.
Se nota en el proyecto la sencillez del dibujo y de la concepción. Según observa el propio Lucio Costa, el dibujo de la ciudad "nació de un gesto primario de quien señala un sitio o de él toma posesión: dos ejes que se cruzan en ángulo recto, es decir, la propia señal de la cruz". Además, se busca adaptar el trazado a la topografía local, arqueando uno de los ejes" con el fin de contenerlo en el triángulo equilátero que define el área urbanizada". La idea de "toma de posesión" remonta, paradójicamente y de manera consciente por parte de Costa, a la lógica de ocupación de la tradición colonial; sin embargo, su significado simbólico se adapta al espíritu y a las condiciones que presiden la fundación de Brasília: capital artificial plantada en el Altiplano Central para servir como punto de partida para una nueva colonización.
La ciudad de Costa se organiza en torno a esos dos ejes perpendiculares, uno se consagra al poder público y al sector administrativo, mientras que el otro abarca la vida particular, con concentración de actividades mixtas en la intersección de los dos elementos. La circulación rápida y fácil es asegurada por un sistema de carreteras, permitiendo evitar los cruces y separar las diversas modalidades de tráfico (se nota que el medio de transporte favorecido es el automóvil). Según observa el crítico Mário Pedrosa (1900 - 1981), "su articulación espacial es límpida, condensada y rítmica (...), sin tropiezos, hasta las capilares, y va y viene de extremidad en extremidad, como en un buen sistema de vasos sanguíneos".
Es en el trabajo conjunto entre Costa y Niemeyer que el ideal estético de la ciudad encuentra su expresión mayor.
El eje monumental, punto focal de la ciudad, requiere de cada edificio público un carácter singular, sin perjuicio de la unidad del todo. Niemeyer alcanza su meta mediante la combinación de formas puras y geométricas trabajadas de maneras diversas, como es el caso del juego de las cúpulas invertidas del palacio del Congreso, o las columnas con sus extremidades en vértice, que se repiten en los palacios del Planalto, del Supremo y de la Alvorada (y se convierten en símbolo de Brasília).
El conjunto de ese eje, cuya ubicación la define Costa, sintetiza la idea guía de los dos arquitectos frente a Brasília: alcanzar la monumentalidad requerida por una capital federal por medio de la ligereza y sencillez, y por la armonía y claridad de las articulaciones entre las partes y el todo. Tanto los edificios como el plan piloto comparten un carácter aéreo, como si todo estuviera suavemente posado en el suelo.
Estos son esos algunos de los elementos que convierten Brasília, inaugurada el 21 de abril de 1960, en una experiencia única en el ámbito de la arquitectura moderna mundial, a pesar de las modificaciones llevadas a cabo en la ciudad y del crecimiento poblacional muy superior a las expectativas y la consecuente construcción de las ciudades-satélite, muchas de ellas conviviendo con los mismos problemas de las periferias pobres de las metrópolis brasileñas.
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http://www.itaucultural.org.br
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1 comentario:
Bracilia es un Hito del urbanismo moderno, pero no un modelo de urbanizacion... sigue el concepto de Le Corbusier habitar-circular-trabajar... de la carta de Atenas en el cual no estaban incluidos los peatones ni los barrios.
Por lo tanto Brasilia como ciudad y como paisaje es extraordinariamente hermosa pero no lograron en su diseño contemplar su crecimiento, apareciendo así las poblados "satélites" que hasta hoy en dia son estudiados para poder solucionar el problema de la planificacion integral que integre a los poblados menores y circundantes a Brasilia
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