03 diciembre 2023

TECNOLOGIAS INNOVADORAS PARA HACER LO MÁXIMO CON LO MÍNIMO - BUCKMINSTER FULLER

 



En la órbita y pensamiento de Buckminster Fuller hay dos conceptos a partir de los que elaboran todo su argumentario: la marca Dymaxion, conglomerado de «dynamic Maximum tension», resume su pensamiento de “hacer lo máximo con lo mínimo”, sea un automóvil, el Dymaxion Car (1933-1935), una vivienda, o una urbanización ligera y transportable.

El segundo concepto es el que ha tenido más trascendencia: la tensegridad –tensegrity–, que surge de la unión entre la tensión continua y la compresión discontinua. Es un concepto que ha sido aplicado a partir de entonces en multitud de ocasiones en el mundo de la arquitectura, ya que una de las características principales de este sistema es que se pueden crear estructuras ligeras ya bajo costo. 

La evolución de esta experimentación llevó a Buckminster Fuller a desarrollar la cúpula geodésica, cuyo ejemplo más conocido es la Biosfera de Montreal creada para la Expo de 1967, pero que también dio lugar a un sistema que se popularizó en los años setenta en los que un manual daba las instrucciones precisas para levantar un refugio tensado.

La experimentación, base para la producción y transmisión de conocimiento, que practicó de manera más intensa en Black Mountain College (1948-1949) y en el Departamento de Diseño de la Southern Illinois University en Carbondale (1959-1968) y el interés por la educación, con el convencimiento de que todos nacemos investigadores y hay que fomentar mediante la creación de sinergias el tener la capacidad de desarrollarlo.

La importancia que otorgó Buckminster Fuller a los datos , a su utilización para entender estructuras complejas y anticipar la evolución de procesos. En 1936, empieza a construir su Inventario de Recursos Mundiales, una base de datos que empleará durante el resto de su vida como herramienta para diagnosticar crisis y problemas.

A lo largo de su vida tuvo una actividad frenética, organizando trabajos de investigación, talleres en universidades dispersas por el mundo, recopilando todo tipo de datos en sistemas de ordenadores rudimentarios, y en 1975 vio la necesidad de aportar todo ese conocimiento en una conferencia que duro 42 horas que tuvo como título: “Todo lo que sé”.











Casa Wichita

Arquitectos: Buckminster Fuller
Lugar: EEUU
Año: 1946
Estado: Construido
Atributos: Móvil
Tipologías: Vivienda unifamiliar
Etiquetas: 1935-55_Prefabricación

Durante la II Guerra Mundial, Buckminster Fuller en EEUU y Jean Prouvé en Francia lograron que algunos de sus proyectos de prefabricación fueran adoptados por sus fuerzas armadas.
1939. Buckminster Fuller: Unidad de despliegue Dymaxion

En EEUU, las casas Quonset, que comenzaron a fabricarse como alojamiento para las bases navales americanas, siguieron vendiéndose con gran éxito al acabar la guerra como viviendas privadas.

1941. Casas Quonset
Tras el fin de Guerra, en muchos países se emprendieron programas destinados a reutilizar las fábricas de armamento para la construcción de casas. Destacamos dos:

1946. Buckminster Fuller: casa Wichita
1950. Jean Prouvé: casas Meudon










Buckminster Fuller creía que las casas se construían mal. Que se malgastaban materiales, que no se adecuaban a cada uno de los lugares en los que debían estar, que se perdía tiempo en hacerlas. Y que la vida en ellas era también derroche. Nuestros hogares no eran eficientes, ni sostenibles, no estábamos construyendo el mañana, sino que estábamos derrochando el presente.

La casa Dymaxion pretendía ser todo lo contrario: fácil de construir y de montar de manera autónoma, eficiente en lo energético y hasta en la distribución de los espacios. Por fuera, parecería una yurta futurista: como si esa tienda de campaña que usan los nómadas mongoles se hubiera hecho aluminio, ventanas y cúpula.

A Fuller, por ejemplo, le preocupaba especialmente el agua que derrochábamos. Hablamos de un diseño que se pensó entre 1927 y 1929, lo que da la idea de lo avanzado de sus ideas: por aquel entonces, y hasta mucho tiempo después, casi nadie pensaba en términos sostenibles.

Y el inventor, además, no dejaba nada al azar: ahorrar agua no se trataba de apagar el grifo antes, sino de tener un dispositivo que te permite ducharte con agua dispersada, en forma de niebla, que te limpias a diario con sólo una taza. de agua.

Además, la casa Dymaxion recogía en un aljibe interior agua de lluvia, que después los inquilinos usarían para lavar los platos o para la lavadora, dos de los principales gastos de un hogar. También los sistemas de aire acondicionado y de calefacción usaban efectos naturales para conseguir más por menos.

El diseño arquitectónico, un anillo hexagonal, también era radical: tomaba ideas de la industria aeronáutica de entonces para trabajar con materiales livianos y usaba diferentes revestimientos de plástico según se necesitase más o menos iluminación. En el punto más alto de la casa, en la zona superior de la cúpula, estarían todos los servicios mecánicos.


Ni ladrillo ni piedra: Fuller quería abandonarlos y hacer una construcción ligera y fácilmente cambiable, que pudiera moverse de sitio si la familia también lo hacía. Nada de cajas de cemento que duran para siempre y pueden quedar abandonadas: la Dymaxion House podría levantarse de nueva en poco más de un día.

¿Quién vive ahí? Buckminster Fuller logró convencer a distintas personas para que se convirtieran en socios de su proyecto y, en 1945, construyó dos prototipos. Fuller no quedó contento del todo, quería mejorarla antes de lanzarla al mercado, pero sus socios le presionaban para venderla ya. De hecho, la voz empezó a correr e incluso Robert A. Heinlen, uno de los escritores de ciencia ficción más importantes de la Historia, decidió comprar una.

Nunca se construyó, como ninguna otra más, por culpa de las desavenencias entre Fuller y sus socios. Sin embargo, una de las casas Dymaxion sí que se usó para vivir, precisamente gracias a que William Graham, ex socio del inventor, adquirió los prototipos. En uno de ellos estuvo viviendo durante 30 años en Wichita, de manera absolutamente normal.

Ahora, la casa Dymaxion permanece expuesta al público en el museo Henry Ford de Dearborn (Michigan). Fuller inició otros proyectos y, por suerte, sus ideas sobre vida sostenible aún pueden ser mejoradas, pese a que nunca veamos construirse de manera casas industriales Dymaxion.












El ejemplo más famoso del programa americano de reutilización de fábricas de armamento para la construcción de viviendas fue un experimento fallido: la casa Wichita (1946).

Sus protagonistas fueron la Beech Aircraft Company y Buckminster Fuller, contratados por esta fábrica de aviones de Wichita, Kansas, para diseñar una adaptación de su Dymaxion House de 1929.

En 1944 muchos obreros de las fábricas de aviones de combate americanos empezaron a buscar un nuevo empleo. Como muchos de ellos vivían en caravanas, surgió la idea de construirles casas prefabricadas. La Beech Aircraft Company pensó entonces en Fuller, que estaba fabricando su Dymaxion Deployment Unit para uso militar. Fuller dio conferencias a los empleados de la fábrica y sus esposas sobre la nueva casa que aseguraría su futuro. 

La casa Wichita era una evolución de su Dymaxion House, pero con planta circular, perfil aerodinámico, ventilador giratorio en la cubierta e instalaciones conectadas al núcleo central. La casa contaba con tabiques radiales que incorporaban dispositivos rotatorios de almacenamiento. Estos tabiques dividían la planta en 5 partes: un estar, dos dormitorios, una cocina y el vestíbulo de entrada.

La estructura también era revolucionaria: consistía en un forjado de acero suspendido del cable central mediante una combinación de cables tensores y un anillo de compresión, como las ruedas de bicicleta.

El revestimiento externo era de Duraluminio brillante, el mismo material usado para fabricar el avión Beech, con una franja de plexiglás fija para la entrada de luz.

La construcción era susceptible de ser desmantelada para ser trasladada a otro lugar. Se llegaron a montar dos prototipos de la casa Wichita. Tras el primero de ellos la fábrica recibió encargos a buen ritmo. En 1946 había 37.000 pedidos y estaba prevista la producción de 250.000 unid/año a 6.500 $/unid.

Todos los componentes de la casa se podían introducir en un contenedor cilíndrico de 4,8 x 1,3 metros, de forma que 8 de estos tubos ocupaban un único vagón de ferrocarril. La casa se podía levantar en 200 h, lo que suponía el trabajo de 16 hombres durante 2 días. Sin embargo, la producción nunca comenzó y tanto Beech Aircraft como Fuller se echaron mutuamente la culpa del fracaso.











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