A 20 años del ataque a las Torres Gemelas
Generalmente en el pasado la obra arquitectónica fue erigida con una intención monumentalista, el de dejar su huella en el tiempo, como el edificio religioso, el monumento propiamente dicho, edificios funerarios o los palacios que representaban los “centros de poder”; todos ellos respondían a una necesidad que orbitaba en profundos estratos del alma colectiva.
Muy diferente la obra arquitectónica que con el pasar del tiempo adquiere un valor histórico deviniendo en un símbolo debido a algún suceso de trascendencia social y que ya forma parte de la memoria colectiva, todo ello indiferente a la intención para la que fue concebido.
Este último es de la índole misma de la arquitectura de tiempos contemporáneos el cual dio paso a la aparición de nuevos temas, que se derivan del progreso industrial, tanto en el transporte como en la producción, materializada en un sinfín de edificios referidos a las nuevas necesidades.
Por tanto, si la gran arquitectura histórica fue casi meramente monumental, en la era actual es casi íntegramente utilitaria o de carácter inédito, donde incluso podríamos afirmar que su carácter racional sobre lo formal y/o ornamental da paso a que ese carácter utilitario sea el eje simbólico.
En uno de esos avatares de la historia es que surgen las emblemáticas Twin Towers (Torres Gemelas), su historia, o en el devenir de su relativamente efímera existencia, nos hace reflexionar sobre La representación arquitectónica, que tiene un desarrollo histórico paralelo a la historia de la civilización.
Sabemos de modo general, que la arquitectura permite a la sociedad humana hablar de sí misma y hacer evidente las características especiales de su organización, poniendo en juego el sistema de valores éticos y estéticos vigentes.
Estos rascacielos no fueron ajenos a esa premisa y pusieron en evidencia, en este caso, que arquitectura y sociedad, soportan (necesariamente) el efecto de lo fortuito marcado por las características que asuma el contexto histórico; y es que “lo simbólico es aquello que ha trascendido de la significación a un nivel más profundo de apropiación, bajo un sustrato altamente cultural y antropológico” (Eska Elena Solano Meneses en “La interpretación simbólica de la arquitectura como mapa de la comprensión espacial: Una mirada desde la prosaica”).
Y siendo la nación de Estados Unidos una nación multicultural, estos dos descomunales hitos Arquitectónicos podrían haber soportado una lectura polarizada, además que los cambios acelerados y convulsionados de la sociedad en el tiempo que duro su relativa corta existencia, pusieron muy en evidencia otra premisa conocida: de que también en el transcurso del tiempo las lecturas posibles a nivel simbólico varían.
Es entonces que, en términos simbólicos, el manifiesto en el contexto de su existencia, tiene que ver con la ampliación de La teoría de Lynch materializada a escala global, ya que una nación, en su afán de conquistar la verticalidad, edifica los rascacielos que definen el hito que corona el Centro Mundial de Comercio, y que a su este “barrio” define a Manhattan y, correlativa y jerárquicamente, también a la ciudad y estado de New York, en nodos e hitos de escala mundial, y por si fuera poco, dicha visión se extiende a la misma nación Estadounidense, que de por si geopolíticamente se define como nodo estratégico estatal de una institucionalidad “global”.
Esta vertiginosa visión nos sirve para evaluar si se puede admitir la ausencia física de estos dos “símbolos”, dado que enmarcaban un simbolismo también de escala mundial…ante ello surge la pregunta: ¿Cuáles han sido los componentes que definieron su simbolismo antes del 11 de septiembre? Hemos dicho que Estados Unidos es una nación multicultural, por lo que es muy posible que estos dos descomunales Hitos Arquitectónicos soportaran lecturas divididas (pero “impuestas” directa o indirectamente por el discurso), así que la respuesta a la pregunta planteada podría resultarnos engorrosa; más bien la responsabilidad de quienes se encargaron del diseño de un monumento para las víctimas y los involucrados en las operaciones de rescate tras el atentado, estuvo en saber identificar cual es el impacto de “su ausencia” actualmente en las dinámicas del observador, teniendo en cuenta el alto valor simbólico adquirido aún más después de la tragedia, la respuesta fue muy acertada al definir la “zona cero” por medio de un “vacío”, que no necesariamente implica “carencia” y eso se sabe muy bien en Arquitectura.
El proyecto toma como base los cimientos de las Torres Gemelas, que se convierten en dos estanques rodeados de cascadas. A su alrededor se encuentran placas de bronce con los 2983 nombres de las personas fallecidas en los atentados de 2001. El conjunto se complementa con la Memorial Plaza, un espacio adoquinado con un “bosque” de robles, incluido el árbol sobreviviente (survivor tree).
Los vacíos dejados por los cimientos representan la pérdida que reflejan la ausencia y al visitar este “espacio” dicha realidad se percibe. Las piscinas negras y reflectantes tienen en su interior a su vez otra horadación más profunda que “impide” ver el fondo, (paradójicamente a la visión a nivel peatón de las torres que se perdían en dirección cenital) las cascadas perimetrales de agua y su continuo viaje a las profundidades son visual y auditivamente hipnóticas, y te llevan a un estado de tranquilidad y ensimismamiento (el vacío aporta mucho en ello) es así que en el devenir de lo físico a lo abstracto tal vez haga que cada observador advierta su propio contenido simbólico, que ya de por si el hecho que una persona lea el nombre grabado en una placa de un familiar o amigo ya tenga su propia visión personal de este nuevo “no hito” que en su momento tuvo y seguirá teniendo (con su ausencia) una jerarquía de escala mundial….Solo que la fuerza de su geometría y verticalidad, fue reemplazada por la “fuerza del vacío” mismo que resulta más democrático en la construcción simbólica, y que ya de por si es una muestra de la emancipación de la arquitectura del viejo repertorio arqueológico.
https://www.facebook.com/maximo.maldonado.39
No hay comentarios:
Publicar un comentario