19 noviembre 2024

HUARAL VIEJO. A 100 AÑOS DE LA DESTRUCCIÓN DE UN SITIO ARQUEOLÓGICO EN CHANCAY - JORGE CARLOS ALVINO- CARLOS HIDALGO PAUCAR

 



1. Introducción

    Los sitios arqueológicos son evidencias del pasado, en su dimensión material contienen vestigios que han sobrevivido al tiempo y que poseen información valiosa sobre el ser humano, sobre sus acciones, sus ideas y su vida; muchas veces solo vemos de estos sitios sus edificios que se presentan ante nuestros ojos como ruinas; pero, ¿qué hacer cuando estos sitios han desaparecido completamente?, ¿cómo ubicarlos o conocerlos cuándo por efectos de nuestras acciones las destruimos y encima las olvidamos?

     En esta ocasión presentamos lo acontecido con el sitio que fue conocido como Huaral Viejo, lugar que se ubicaba en la margen inferior derecha del valle de Chancay, antiguo sitio prehispánico que desapareció en las primeras décadas del siglo pasado y del cual ahora no se encuentran mayores vestigios. Nos basaremos en algunos datos de arqueólogos que tuvieron algún acceso al lugar o las breves referencias efectuadas por medios secundarios, estos alcances serán cruzados con otros documentos útiles para el mejor entendimiento de los últimos momentos de Huaral Viejo.

 2. Contexto geográfico

    La costa peruana posee territorios propicios para diversas actividades económicas en particular la agricultura, esta posibilidad es un logro que al hombre le costó mucho conseguir. Hace 10,000 años la costa era prácticamente una franja desértica que era interrumpida por ríos estacionarios que permitían limitadamente algunos recursos de supervivencia para el antiguo poblador andino. El proceso de domesticación del valle debió durar miles de años motivado por lograr la habitabilidad permanente de territorios cada vez más lejanos a fuentes de agua, el traslado de este elemento era por esto necesario. 

    De esta manera, en el pasado, la lógica de escoger un lugar en donde materializar un asentamiento puede haber tenido muchas motivaciones culturales, por ejemplo, estrategias políticas o creencias religiosas, pero también debió considerarse su mantenimiento y poder acceder a fuentes de agua y protegidas de vientos o aluviones.

    El sitio conocido como Huaral Viejo se encontraba en el valle bajo del río Chancay, en la margen derecha del delta de su deyección, en un lugar cercano a los cerros, específicamente en un terreno relativamente llano y estéril con elementos geográficos dominantes. Mencionaremos dos de los más importantes:

Pampas eriazas. Eran muy extensas en la antigüedad, aunque existen algunas aún y se encuentran en las partes bajas de los cerros y en algunas quebradas. En la antigüedad la permanencia en estos espacios debió considerar el uso de canales y reservorios. Para nuestro interés existían algunas pequeñas extensiones entre los cerros al norte de Huaral que eran consideradas como “pampas” (actualmente casi todas han sido transformadas en campos de cultivo) estas eran Pampa Descansa Muerto (al este del antiguo Huaral Viejo y que conectaba hacia el río Chancay) y, precisamente, Pampa Huaral Viejo (sobre el que se emplazaba el sitio en cuestión).

Cerros. Esta zona posee cerros bajos de rocas graníticas en descomposición sin vegetación, en la antigüedad eran los principales referentes de delimitación espacial; los cerros principales que rodean el sitio en el que se encontraba Huaral Viejo son los siguientes: Cerro María Paz. Es una elevación cuya cima mayor alcanza los 480 msnm y que se distribuye en un eje suroeste-noreste de 3 kilómetros; en una de sus entradas hacia el suroeste es en donde se emplazó el sitio de Huaral Viejo. Cerro Prieto. Es un cerro que alcanza los 407 msnm y se ubica a dos kilómetros al noroeste de lo que fue Huaral Viejo. Es muy distinguible su tonalidad oscura en el perfil del territorio. Cerro Cabuyal. Es una prominencia más compleja que alcanza 670 msnm y cuyo brazo oeste se acerca hasta llegar a 500 metros del cerro María Paz con el cual forma un callejón en medio del cual se establece el fundo El Carmen y el fundo La Victoria, este último ya en La Esperanza Alta.

3. Contexto arqueológico

    Los estudios históricos o arqueológicos realizados en las cercanías son casi inexistentes sin embargo mencionaremos las referencias del gran arqueólogo Julio C. Tello que realizó una visita al valle entre el 18 y 20 de febrero de 1935 (luego de que en 1904 Max Uhle lo hiciera); por otro lado también se desprende de este evento las percepciones de Domingo Díaz, Hermógenes Colán y Jorge Montalvo, vecinos de Huaral y Chancay, quienes acompañaron a Tello a los sitios arqueológicos del valle bajo de Chancay[1]; en esta visita fueron reconocidos los siguientes sitios: “Cerro Sipán”, “Huaral Viejo”, “Andoma”, “Santa Catalina”, “Jecuán”, “Calera de Jecuán”, “Pampa de San Juan”, “Sango Frío”, “La Huaca” y “Macatón”; de todos estos sitios los intelectuales locales hacen una descripción que: “…no ha sido dictado por el profesor, sino que es el fruto, de sus explicaciones…” (Colán, H. et al 1936) además hacen la advertencia de que “…el tiempo y las irrigaciones, van destruyendo rápidamente los vestigios de la antigua civilización” (Colán, H. et al 1936). A continuación, presentaremos brevemente algunos sitios arqueológicos que pueden incluirse dentro del contexto espacial y temporal de Huaral Viejo.

 Cerro Sipán

    Un sitio muy poco conocido posee el nombre que recuerda a sitios norteños: Cerro Sipán; se opinaba que el nombre del lugar fue “…tomado del antiguo propietario o arrendatario de esta chacra, llamado don Gregorio de Sipán…” (Colán, H. et al. 1936); en ese momento era considerado como “un pequeño fuerte” con “grandes canchones y plataformas”. Existía entonces una “hilera de adobes [tipo] inkaiko rectangular, en la cúspide, tan delgado que recuerdan crestas… los canchones en todo semejante a Tambo Inga” (Tello 2015: 55); esta analogía también pudo deberse por su emplazamiento sobre rocas y el orden perpendicular y escalonado de sus muros; otra similitud puede ser el sistema constructivo de tapial, pero en este caso los bloques son menores y conservan pequeñas piedras angulosas entre las capas de tierra clara. 

    Es posible que en el pasado los muros hayan sido mayores alcanzando bloques de “hasta cinco metros de altura” los que conservaban “ligeros escalones en los que estaban colocadas las varas de la techumbre” (Colán, H. et al. 1936). En sus apuntes Tello menciona una variedad de sistemas constructivos y cerámica “Chancay” (Tello 2015:41)

    En algunos reconocimientos que hemos efectuado y contrastando la foto aérea más antigua (SAN: 25 abril 1945) podemos señalar que las edificaciones más importantes se distribuían en un primer sector en la parte baja del cero Sipán en su lado noroeste cubriendo en su eje longitudinal cerca de 250 metros, siendo casi inmediato al actual cementerio de “Los Naturales”.

     Los recintos se construyeron en terrazas y a veces sobre el talud pétreo del cerro; un edificio escalonado de planta rectangular se asemejaba mucho a los cuadrángulos de los grandes sitios Chancay del valle; otros recintos son muy grandes similares a patios. Existían esta la primera sección, unas cavidades cuadradas, es decir nicho cúbicos llamados “alacenas”, y hacia la parte oeste, o sea hacia el sitio por donde se supone pasó la carretera, se nota aún las ranflas (sic), de lo que fue la subida a los edificios.” (Colán, H. et al. 1936). Este sector los investigadores la consideraban “... la más interesante, por encontrarse allí… lo que posiblemente ha sido la habitación de algún cacique, y donde estuvo la población.” (Colán, H. et al. 1936). En la actualidad (2024) los restos de este sitio acaban de ser destruidos para dar lugar a viviendas.

    También hay que señalar que en la cumbre del pequeño cerro hay muros de pirca que “…fijándose en los grandes peñascos que allí se encuentran, se piensa en la organización de la defensa del sitio, consistente como en la mayoría de las poblaciones, en las temibles “galgas” (Colán, H. et al. 1936). Resulta extraño que este importante sitio, no fuera mencionado en el inventario que el arquitecto Agurto realizó en 1974. Sipán se encontraba exactamente a 1 kilómetro exactamente al sur de Huaral Viejo.

 

 



Cerro Andoma

    Es un sitio que ocupa una prominencia geológica de forma casi cónica de 300 metros en su eje mayor y que se eleva 60 metros en medio de terreno campestre y dista 100 metros de los cerros Huando. Los restos arqueológicos se distribuyen en la parte baja rodeando casi todo el perfil del cerro, en especial se destacan los sectores del lado oeste en donde existen una terraza cercada en un cuadrángulo escalonado (Figura 7) y, el sector sureste, con habitaciones y pasajes de posible carácter residencial. Su prominencia sobre el terreno horizontal destaca claramente pero igualmente Agurto al parecer no lo menciona por razones inexplicables.

 


 

Huando Cementerio

    Este cementerio se ubica a 200 metros al este de Cerro Andoma, y se emplaza entre las estribaciones bajas de los cerros Huando; con una extensión de 2 hectáreas, fue destruida totalmente hacia el 2011. Según el registro efectuado en 1935, y discutiendo específicamente sobre las tumbas de la zona de Huando, éstas presentaban una piedra casi de un metro de alto a 50 centímetros de alto “…como si fuera una señal de que allí existe un sepulcro” (Colán, H. et al. 1936). La cámara mortuoria era cúbica de dos metros de lado, además los cuerpos parecieran tener vínculo familiar, se disponían en posición horizontal envueltos en textiles.

     Otros indicadores son una caña envuelta en tela que “…parece ser la señal de que más abajo está el que tal vez sea el padre o jefe de la familia que frecuentemente aparece a los tres metros de profundidad… está de pie o en cuclillas” (Colán, H. et al. 1936). Es posible que este sitio sea el que figura como “Cementerio Andoma” en las anotaciones de Tello y del cual destaca una cámara de 4 metros de profundidad con una “piedra de señal… como una estaca planta” (Tello 2015: 45).

     La alfarería registrada en la zona “…es casi siempre, de tipo “Pre Chancay”, y más fina que la que se encuentra a menor profundidad” (Colán, H. et al. 1936). Lo catalogado como “Pre Chancay” probablemente corresponda a estilos del Intermedio Temprano.

 

Probablemente Agurto se refiere a este sitio en la ficha 14J08:

 

“Se trata de un cementerio de los típicos del lugar, con un enorme grado de destrucción. En la superficie se encuentra material típico: tiestos de distinto grosor; negros, rojos, bastos y burdos. Parece que las excavaciones se han hecho hace tiempo porque existen pocos restos humanos en la superficie. En el centro de esta quebrada existen unas cuantas construcciones de adobe y adobón bastante destruidos, pero todavía se puede apreciar que han estado constituidas por dos o tres cuartos.”

 


Sacachispas

    Ubicado en una de las entradas de las faldas de los cerros Huando y distribuyéndose sobre un eje de más de 200 metros existía este extenso cementerio. Probablemente es el sitio al que se refiere el arquitecto Santiago Agurto como “Centro poblado y construcciones”, fue registrado en 1974 con la ficha 14J07:

 

“Se trata de los restos de una antigua población, típica del valle, que está ubicada en una hondonada, en una pequeña quebrada seca. Quedan restos de muros de adobón, típicos también, pero tan destruidos, que a primera vista es difícil apreciar que es una ciudad o población, y se le confunde con un cementerio.

Los muros de adobón son de unos 40-50 cms. De ancho y vaciados en hiladas de 1 1.2 mts. de largo. Por los pocos restos que quedan se nota que la construcción forma cuadriláteros o habitaciones rectangulares de distinto tamaño y proporción. Como ya se ha dicho, solamente quedan algunos en pie, sobretodo en la parte baja. El resto, semeja un paisaje lunar, pues la zona está sumamente  destruida; las excavaciones han sido realizadas hace mucho tiempo porque prácticamente no se encuentran restos en la superficie. Esto se explica por la cercanía de la Hacienda Huando, se encuentra a pocos centenares de metros.” (Agurto 1974)

 

De este gran sitio actualmente en superficie se encuentra ocupado por el Centro Poblado Sacachispas.


 

Red vial (El Capaq ñan)

    Hasta no hace mucho se desconocía la existencia de caminos prehispánicos en la cuenca del río Chancay. Hoy queda demostrado su existencia (Hidalgo 2014). La compleja red vial se extendía por quebradas, cerros y probablemente por el mismo valle, conectando a los principales asentamientos Chancay con las zonas de producción y extracción, facilitando el intercambio de productos necesarios para la subsistencia de los sitios, así como también para el abastecimiento de bienes suntuarios proveniente de otras regiones. Hay una evidente integración espacial entre los asentamientos y su entorno a través de los caminos, este podría explicar en parte la ubicación del sitio, pues está cerca de un suelo fértil y a pocos kilómetros del mar, lo que debió facilitar el intercambio de productos agrícolas con marinos en la margen derecha del río Chancay.

     De esta manera, a fines del Horizonte Tardío (1,470-1,533) en los deltas de deyección de los valles de la costa central ya existía un sistema de caminos estructurado desde siglos atrás y continuamente ampliado: Por otro lado, es muy mencionado el camino formalizado por los cusqueños llamado Capaq ñan el cual fue llamado “Camino de los Llanos” por los españoles, esta infraestructura debía de atravesar los valles de manera paralela al litoral en su parte baja y presentando un trazo generalmente recto, y de esta manera debió atravesar el valle de Chancay de norte a sur desde las cercanías de Chancayllo hasta el acceso a Pasamayo[2].

     La linealidad de este camino debió unir asentamientos importantes de esa época por lo cual tuvo que salvar muchas veces puntos de dificultad como afloramientos, dunas o ríos, ejemplos de este tipo de camino lo encontramos en las pampas de Ancón (Hidalgo 2019: 124). El ancho señalado a veces llegaba a ocho o diez metros de ancho y era flanqueado en algunos lugares por muros de tierra. También es señalada la disposición de Tambos anexos al camino los cuales tenían la función de “albergue, descanso y aprovisionamiento a quienes transitaban cumpliendo mitas y comisiones encargadas por el poder estatal” (Espinoza 1987: 396). Creemos que este tipo de vía debió cruzar el valle en alguna parte cerca a los sitios mencionados en este ensayo, por ejemplo, Tello señala sobre Andoma que “…tiene piedrones, probablemente camino del inka” (Tello 2015: 56), o también la denominación misma de Tambo Blanco al sitio en donde se fundó la Villa de Arnedo, hoy ciudad de Chancay (Romero 1935).

 

4. Huaral Viejo

 Antecedentes y referencias

    El lingüista y arqueólogo alemán Max Uhle fue quien, luego de recorrer muchos países del mundo y de especializarse en la arqueología sudamericana, continuó sus estudios en el litoral de la costa andina llegando a excavar en lugares como Pachacamac y Ancón, pero en este caso nos interesa los trabajos que logró realizar en Chancay, aquí recorrió varios sitios de la margen inferior derecha del valle de los que obtuvo y catalogó materiales arqueológicos. Los sitios que visitó fueron:

  • La Mina (sitio A)
  • La Calera de Lauren (sitio B)
  • La Calera de Jecuan (sitio C)
  • Huaral Viejo (sitio D)
  • Cerro Trinidad (sitio E)

    Es importante mencionar que el área de reconocimiento abarcaba la margen derecha baja del río, por lo tanto, la cultura arqueológica encontrada mayormente fue vinculada a la terminología territorial local, es decir con la denominación Chancay, aun cuando no existía un ordenamiento cronológico anterior. Por otro lado, el sitio de Huaral Viejo, obtuvo la terminología D y se distinguía por ser la más alejada del resto (a más de 12 kilómetros del mar y fuera del actual distrito de Chancay), escapa por esto (de manera extraña) a la estrategia de prospección.

     Sobre los materiales arqueológicos rescatados por Uhle, estos fueron analizados posteriormente por el reconocido antropólogo norteamericano Alfred Kroeber y publicados en 1926 por la University of California Press, Berkeley, California, con el título de The Uhle pottery colecctions from Chancay.

     Ya en 1937 el arqueólogo peruano Julio C. Tello en su Expedición Arqueológica al Marañón, redactó un documento en el cual señala los monumentos arqueológicos y cuya exploración eran “preferentes”, de esta manera en Chancay recomienda a: Lauri, Puerto Supe, Jecuán, Macatón, Andoma, Sipán, Huaral Viejo, La Canoa (Tello 1956: 7). Esto nos hace pensar que incluso en esa fecha pudo existir algunos vestigios (aunque probablemente la mayor parte destruida) del asentamiento de Huaral Viejo.

     En la década siguiente ya podemos señalar que las fotos aéreas del Servicio Aerofotográfico Nacional no registran vestigio alguno hacia 1945, en su lugar aparecen canales y áreas de cultivos muy subdivididas lo cual puede ser un indicador de la dificultad del dificultoso aplanamiento de áreas construidas y la separación de diferentes niveles o pisos.

     Con mucha posterioridad, el arqueólogo alemán Hans Horkheimer investigaría el valle llegando a publicar un breve inventario de sitios arqueológicos de la zona: “…ubicados a ambos lados de la carr. De Huando a la irrigación La Esperanza, se distinguen, en la hoyada al pie del Cerro Huando, el cementerio de San Waldo (período Chancay propio)” (Horkheimer 1965); entre estos es probable uno que sea hoy el desaparecido Sacachispas. Otro sitio importante es Andoma “…inmediato a la der. de la mencionada carr. un montículo con muros de adobón” y hacia “…la falda N de un cerrito a la izq. De la carr., grupos de viviendas con muros de piedra y barro. Este último sitio es llamado por algunos Andoma”. Finalmente menciona vagamente que “El conjunto de los sitios al NO de la Casa-Hda. Huando parece corresponder al Huaral Viejo, donde M. Uhle realizó algunas excavaciones” (Horkheimer 1965)

 




 

Ubicación y edificios

    La ubicación de Huaral Viejo es referida de manera superficial por Colán y otros:

“…se encuentran a un kilómetro de ´Sipán´ y a unos cuatro del ´Huaral´ actual colindando por el N.E. con la primera sección del cerro ´María Paz´ del lado de la ´Irrigación del Diablo´ y por el S y el S.O. con los terrenos denominados ´Nueva Victoria´ de Huando.” (Colán, H. et al. 1936)

 

    Este cerro María Paz[3] es muy visible hacia la perspectiva norte del valle y sirve como referencia a la ubicación el asentamiento mismo. Es de observar que Huaral Viejo era “…una extensa población, con su cementerio hacia el este…y ocupó cuatro fanegadas (27,000 m2 aproximadamente).” (Colán, H. et al. 1936). Según este dato y contrastándolo con el área construida que difícilmente puede intuirse de las fotografías de la colección Max Uhle del Museo de Berlín, podemos considerar que el asentamiento podría tener unas dimensiones aproximadas de 90x300m.

     En cuanto a los espacios se mencionan: “…cuartos, canchones y terrazas”, lo cual revela lugares abiertos de reunión y probablemente de carácter público. También son breves las descripciones constructivas de los muros construidos con “…tierra amasada y colocada en el adobón por capas presionadas” (Colán, H. et al. 1936); de esta descripción se podría relacionar con las técnicas empleadas en los muros del cercano sitio ya mencionado de Sipán el cual podría ser contemporáneo. Aunque también en otro apartado se mencionan: “También han existido y aún pueden verse en lo que hoy forman los cimientos de algunas viviendas modernas destinadas a los colonos, paredes de adobitos rectangulares, de treinta centímetros, quince de ancho y diez de altura.” (Colán, H. et al. 1936).

     Por ser muy abiertas las interpretaciones efectuadas por descripciones escritas preferimos explicar los registros fotográficos del que solo tenemos en el repositorio del Museo de Berlín tres tomas abiertas, todas identificadas por manuscrito en su parte posterior y por nosotros en el contexto geográfico aún existente como el desaparecido sitio de Huaral Viejo. Las tres fotos parecen haber sido tomadas usando un trípode estacionado en un mismo punto de toma, en el extremo sur del sitio y son las siguientes Foto 1 (Figura 13), Foto 2 (Figura 15) y Foto 3 (Figura 17).








El Cementerio

Un dato relevante es la existencia de un cementerio (hacia el este) lo cual, al ser un sector funerario independiente, es un típico indicador de los sitios costeños y especialmente de los sitios chancay. En el plano del valle de Chancay realizado por Gamio, en 1917, se aprecia el área arqueológica de Huaral Viejo, precisamente dividido en dos sectores, sospechamos que el más pequeño (al este) correspondería al cementerio señalado (esto no se aprecia claramente en las fotografías). En las breves descripciones de Kroeber se menciona principalmente tumbas:

 

“Algunos patios, rodeados de muros, representan entierros familiares y contienen varias tumbas parecidas a pozos. La mayoría de las tumbas del cementerio habían sido previamente abiertas. Medía unos 5 m. profundidad, y lados 1,9 - 2,1 m. largo. La paca de la momia en la parte inferior, 1,4 m. de ancho y unos 1,8 m. alto, consistía principalmente de hierba y contenía solo un brote de los huesos de un esqueleto incompleto de un joven; también se pudieron recolectar muy pocas telas, mientras que en la parte superior del pozo se encuentran varios fragmentos de telas lesionadas, además de cráneos.”

 

    También ratifica la existencia de este sector funerario los apuntes de Julio C. Tello: “A 1 km hacia el E de Huaral Viejo aparece el cementerio antiguo que queda al este del camino carretero” (Tello 2015: 43).

Cerámica. Es muy poco lo que describe Max Uhle sobre la cerámica de Huaral Viejo; existe una fotografía que registra un gran cántaro de estilo Negro sobre Blanco que publica Kroeber (Figura 19).

     Por otro lado, en su breve visita en 1935, Tello pudo alcanzar a ver algunas colecciones de campesinos huaqueros de la zona, como las colecciones de Eulogio Aguilar, Andrés Zúñiga, Eugenio Alvarado y Benjamín Flores, todas en las cercanías de Huaral Viejo y La Esperanza, e integradas por piezas Chancay (aunque había otras cerámicas “raras”).  En la colección Alvarado encuentra un “cuchimilco” (esta es una de las primeras menciones de este término en la literatura arqueológica) y otras formas del tipo “Chancay”.

     Algunas decoraciones eran “…lagartos, culebras y dibujos casi geométricos… La cerámica presenta cántaros con decoración marina de aves flamencos en relieve, perros chinos, copas, chinas con decoración. (se nota aquí, cierto adorno y pintado en las mejillas de las “chinas” en la forma de dos triangulitos superpuestos verticalmente con el vértice hacia fuera y con las bases unidas por una línea vertical paralela a las mismas bases de los triángulos citados, que pasa a corta distancia sin tocarlas. Esto, no es corriente). (Colán, H. et al. 1936)

 





Piedra del Diablo. Respecto a un probable petroglifo cercano a Huaral Viejo existen referencias, debido a esto el lugar tomo el nombre de “La Irrigación del diablo”; siguiendo una leyenda antigua la propietaria de “Retes” pidió al Diablo aguas para sus tierras cambiando por esta su propia alma, las mismas vendrían del cerro de María Paz. En este cerro que tenía este nombre a causa de la dueña del lugar, según una leyenda existía:

“…una roca, con la figura del enemigo del hombre, medio pintada o tallada y de la cual había de brotar el agua al conjuro diabólico. Esta roca, desapareció bajo la acción de la dinamita, en el año de 1927 en que se construyó los cauces y túneles de la irrigación” (Colán, H. et al. 1936).

 

    Considerando la existencia de otros petroglifos existentes en el valle y la evocación figurativa que hacen los informantes, es muy posible que esta roca haya existido con una representación antropomorfa similar quizás al de Caqui o las existentes en Quisque.

 

Huanca. Existía “en el fundo de Eugenio Alvarado hay una piedra de 4.50 a 5 m de largo. 1 de ancho y otro 1 de alto, se halla orientado y echado de E a O. al sitio lo llaman “Descansa Muerto…” (Tello 2015: 44) “Esta Huanca se halla al centro de la antigua población de Huaral Viejo, donde existían huacas de adobones” (Tello 2015: 58). Esta evidencia sin duda pudo ser considerado como una “Wanka de granito” (Tello 2015: 44) “Huanca” que…ha tenido que ser llevada hasta allí por mano del hombre” (Colán, H. et al. 1936).

 

La función de estas grandes rocas en general se desprende de la documentación de los llamados extirpadores de idolatrías, como el padre jesuita, Pablo Joseph de Arriaga, quien publicó en 1621 el libro La extirpación de Idolatría en el Perú (republicado en 1920 por Horacio Urteaga a través de la Imprenta San Martí y Cía.). En sus descripciones menciona la función de una huanca:

 

“Chíchic o Huanca llaman a una piedra larga que suelen poner empinada en sus Chácaras, y la llaman también Chacrayoc, que es el Señor de la Chácara, porque piensan que aquella Chácra fue de aquella Huaca, y que tienen a su cargo su augmento, y tal como la reverencian, y especialmente en tiempo de las sementeras le ofrecen sus sacrificios” (Arriaga 1621)

 

    Esta roca, debido a sus dimensiones, debería haber resistido hasta épocas actuales; rocas similares existen en algunos sitios actuales como en Santo Domingo y, con forma más vertical en Pisquillo Chico o la que se ha recuperado cerca a Retes (Alvino 2018).

 

Osteología. Según el informe los cráneos que se encontraron en superficie del cementerio eran “… cuneiformes (formas de cuñas) predominando los braquicéfalos, (cortos y redondos) raro el dolicocéfalo (alargado hacia atrás y algo hacia adelante)” (Colán, H. et al. 1936); esto no es extraño de acuerdo a los estudios de Pedro Weiss respecto a lo que denomina 2da Época o Post-Tiahuanaco, de conjuntos de diversos cementerios del litoral entre los cuales señala a Lauri en donde existe “…una miscelánea de tipos…” (Weis 1961: 55)

     Otra observación se refiere a la dentadura en donde aparece “… un color verdoso, proveniente del óxido de cobre, o de oro, que, según la costumbre de estos tiempos, se colocaba en la boca de los muertos” (Colán, H. et al.), esto demuestra una costumbre “…que se hizo más general en la época Inca” (Weiss 1961: 55)

 

Huaral Viejo durante el Tawantinsuyu.

    Según la mayoría de los historiadores especializados se ha descrito el advenimiento del Tawantinsuyu a la costa central andina hacia fines del siglo XV durante la ascensión al poder del inca Pachacutec, entonces existían en este territorio diversas sociedades muy arraigadas a su contexto geográfico y con sus propias formaciones culturales, una de estas es la que conocemos actualmente como Chancay (aunque no sea esta la palabra original).

 

    Durante el Horizonte Tardío la reorganización social cusqueña instauró la división poblacional en hunus o agrupaciones de 10,000 tributarios por lo cual los antiguas agrupaciones se adecuaron a este ordenamiento probablemente manteniendo como autoridad a un curaca local; en el caso del valle de Chancay “…Parecen haber sido tres las agrupaciones incaicas, con sus correspondientes subdivisiones y ayllus o parcialidades, dependientes estos del pueblo principal: Cuyo, Aucallama y Chancay, de este último se indican los siguientes ayllus: “Sullca-Cumpi” (cerca de Chancay), Supllán o Supillán (entre Huaral y Chancay), Chanca-Ayllo (hoy Chancayllo), Raure o Laure, Jecuán, Guaral Paico (Huaral Viejo), Huando, Chaygua o Guayan y Huaca-Puquio (La Huaca o Santa María del Puquio). (Ipinze, La Verdad, 30-IX-1938: 2. Huacho); esta propuesta declarada por el historiador Ipinze coincide en distribución geográfica y en algunos topónimos asociados a sitios arqueológicos.

 

    De esta manera el territorio del valle pasó a integrar la “provincia” del Chinchaysuyo. Es probable que debido a las especiales relaciones que los Chancay mantuvieron con el Tawantinsuyu (ya sea por su asociación cultural con Pachacamac o a situaciones particulares) no se construyeron los grandes asentamientos o llactas, tan indispensables dentro del sistema de integración al control cusqueño en su política administrativa, pero probablemente los asentamientos si fueron modificados para manejar los bienes producidos en el valle. Además, se han encontrado en puntuales contextos, alfarería cusqueña de estilo imperial (aríbalos), sin que por esto haya dejado de producirse cerámica decorada en estilo local o llamada Negro sobre Blanco.

 

Huaral Viejo en las fuentes históricas

    Cuando en enero de 1533 Hernando Pizarro, en su camino a Pachacamac en busca del “rescate” de Atahualpa, llega a al valle de Chancay, se inicia el proceso de desestructuración social del territorio, la gente pierde no solamente su libertad política sino también sus actividades productivas cambian y decaen despoblándose paulatinamente el valle, a los pocos años se implantó el sistema de encomiendas. La institución de la encomienda reconocía al conquistador (al que se llamaría encomendero) con una población original (sin que fueran considerados esclavos) pero que tendrían que tributar y ser evangelizados por un adoctrinamiento que aplicaría una feroz extirpación de idolatría. De esta manera los ayllus (base económica y social tan importante) fueron sustituidos por haciendas, fundándose pueblos (para andinos y españoles) los cuales impusieron una redistribución poblacional y dependencia política en el valle.

Fue precisamente como “asiento de naturales” que se fundó el pueblo de San Juan Bautista de Huaral el cuarto trimestre de 1551 (era entonces Virrey del Perú don Antonio de Mendoza, Marqués de Mondéjar) en reemplazo de la población prehispánica de “Guaral-Viejo” (Ipinze 1957), los ayllus reducidos allí fueron los de “Lumbra, Cuyo, Huayán, Huando, Guaril, Jecuán, Acután y Huaca Puquio, entre otros, lo que indica que en un principio se contó con una gran población” (Rosas, 1976: 60).

 

    A partir de 1551 (debido a la fundación del pueblo de Huaral) el sitio que recordamos llevaría el nombre de Huaral Viejo y “…fue, durante los primeros diez años del coloniaje la mayor de las que habitaban los naturales de la zona, sin considerar Aucallama” (Ipinze 1957). Hacia 1570 se reordenó a los pobladores y fueron instalados en el nuevo barrio de Los Naturales (lugar que actualmente forma parte del extremo norte de la ciudad de Huaral), en Huando y en García Alonso, a la vez que los mitmas o “indios forasteros” ocuparon los solares del barrio de La Huaquilla. Algunos consideran que la denominación de Huaral se debería al nombre del curaca de estos ayllus pues en algunos documentos[4] de 1567 se menciona como fundador de Huaral al “cacique don Martín Guaral Paico” (Ipinze, 1957), y no por el antiguo nombre de “Guaril”[5], el ayllu más importante de las parcialidades en época Tawantinsuyu (Rosas 1976: 61). Finalmente, todo esto acontecía estos territorios y su reducción ya habían sido delegados al Capitán don Jerónimo de Aliaga.

 

5. Algunas reflexiones

    La dimensión cultural de Huaral Viejo no pudo ser detectada hasta la década de los sesenta, cuando se realizó la MACH (Misión arqueológica Chancay) dirigida por Horkheimer; entonces el arqueólogo alemán señaló “tres superpoblaciones” arqueológicas “…cada una de 2 a 3,000 almas” las cuales habían sufrido mucho y “…la cuarta “Huaral Viejo”, ha desaparecido bajo el riego” (Horkheimer 1963)[6]; esta observación la realizó a inicios de los 60, pero ya antes, y de acuerdo a las fotos aéreas de 1945, el lugar había desaparecido totalmente por lo que consideramos que su destrucción se realizó completamente entre 1927 y 1940.

     De acuerdo a lo limitado de los datos disponibles consideramos que Huaral Viejo fue un asentamiento relativamente extenso y cuyo emplazamiento difería a otros principalmente en su disposición sobre un lugar abierto hacia sus frentes. La pampa que existía a inicios del siglo XX quizás fue cultivada en siglos pasados o presentaba áreas de comunicación (caminos inmediatos), pero eso es muy difícil de probar. Su ubicación en el valle le permitía ser lugar de articulación por medio de la Pampa Descansa Muerto, de los asentamientos tardíos hacia el valle medio. Por otro lado, hacia el norte y atravesando los cerros se podía acceder al valle de Huaura.

     El emplazamiento ocupaba un área aproximada de 300 m2 sobre un terreno relativamente horizontal que se ubica a 215 msnm en su parte más alta y 200 msnm en su punto más bajo, ubicándose el sitio en toda su extensión en lo que se denominaba Pampa Huaral Viejo, muy cercano al inicio de las primeras elevaciones del cerro María Paz. Por las fotografías llama la atención el sistema constructivo en tapias lo que difiere de sitios al interior del valle, pero lo asemejaba mucho a otros como Cerro Sipán. Espacialmente se remarca en todos los edificios un diseño de plantas rectangulares abiertas, existiendo algunos edificios con plataformas ligeramente elevadas.

    Las pocas evidencias materiales permiten considerarlo como un lugar del período Intermedio Tardío y Horizonte Tardío, es probable que bajo las actuales plantaciones deben existir algunos restos resistentes al tiempo, esto únicamente pueden dilucidarlo excavaciones precisas.

    Lo más importante, Huaral Viejo ha sido un lugar recordado, de manera general, por la memoria de los huaralinos, como el antecedente más cercano a lo que es la ciudad de Huaral, su cercanía y su nombre incluso, la vinculan a la historia de esta ciudad. Sin embargo, desde la arqueología poco es lo que se pudo deducirse debido a su apresurada destrucción y a la falta de materiales o estudios que pudieron darse en su tiempo.

6. Agradecimientos

Expresamos nuestro agradecimiento por el apoyo en el trabajo de campo al Licenciado Kevin Guillermo Maguiño de Chancay y a los arqueólogos Manuel Morón Arias y José Luís Quispe, todos amigos de la UNMSM.

 










 

7. Referencias bibliográficas

Agurto, S. (1974). Inventario y catalogación arqueológica de los sitios del valle de chancay. Instituto Nacional de Cultura. Lima.

Alvino, J. (2019). “El petroglifo de Ancón. Las rocas y la muerte en la sociedad Chancay”. En: Apuntes. Revista digital de arquitectura. N*119. Mayo.

Arriaga, J. [1621] (1920). La extirpación de la Idolatría en el Perú. Urteaga, H. (Reeditor). Imprenta y Librería Sanmartí y Cía. Lima.

Colán, H., Díaz, D., y Montalvo, J. (1936). “Estudios arqueológicos en el valle de Chancay. 1935”. En: Álbum de oro huaralino. La obra del siglo. Tomos I, II y III. Homenaje a Jorge Montalvo. Morales, A. y Pacheco, D. (Editores). 1991. 320 p. Huaral

Espinoza, W. (1987). Los Incas. Economía, sociedad y estado en la era del Tahuantinsuyo. Amaru Ediciones. 499 p. Lima.

Hidalgo C. y J. Moreno. (2019). “Rutas prehispánicas en la zona de intercuencas de los ríos Chillón y Chancay”. Actas del V Congreso Nacional de Arqueología. Lima.

Ipinze, E. (1957). “Las fundaciones de Huaral y Aucallama”. La Verdad. 27 de agosto. Huacho.

Jochamovitz, A. (1930). La labor constructiva del Perú en el gobierno del Presidente Leguía. Imprenta Torres Aguirre.

Kroeber, A. (1926). The Uhle pottery colecctions from Chancay. University of California Press. Berkeley, California.

Montalvo, J. (1940). Álbum de Oro Huaralino. 1890-1940. 179 p. Huaral.

Uhle, M. (1903). Colección Digital del Museo Ibero-Amerikanisches Institut. Berlín.

Romero, C. La fundación de Chancay. En: Revista histórica n* 9. Entrega IV. Pgs 381-387).

Rosas, E. (1976). La provincia de Chancay en la Colonia y la Emancipación (Chancay-Huaral). Edit. Gráfica Industrial. Lima. 

Tello, J. (1956). Arqueología del valle de Casma. 344 p. Editorial San Marcos. Lima.

(2015). Arqueología del territorio Chancay. Cuadernos del Archivo Tello.

Weiss, P. (1961). Osteología cultural. Prácticas cefálicas. 140 p. Lima.

 



Jorge Alvino. Graduado de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la URP, de la Escuela Académico Profesional de Arqueología de la UNMSM; egresado de la Facultad de Educación de la UNMSM. Maestría de Arte Peruano y Latinoamericano de la UNMSM.

Carlos Hidalgo. Licenciado en Arqueología por la UNMSM, Diplomado en Gestión de Proyectos (Universidad del Pacífico) y con Maestría en Administración de Negocios (UTP). Investigaciones arqueológicas en Huaral y Cajamarca.

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Hermógenes Colán secas era alumno de la Universidad Católica, y de Tello; en aquella oportunidad fue acompañado por Jorge Montalvo (quien sería un destacado profesor y escritor de Huaral), Domingo Díaz y Luis Ferrari (que no firma la crónica).

[2] La crónica de Miguel de Estete menciona el largo itinerario que realizó el hermano mayor de Francisco Pizarro, Hernando, en busca del “Santuario” de Pachacamac, en busca de los bienes que se entregarían para la “liberación” de Atahualpa, prisionero en Cajamarca desde donde partió Hernando. En este viaje después de descender de la sierra alcanzó el norte del valle de Chancay atravesando las lomas de “Lachay” en enero de 1533.

[3] Es probable que el cerro, hoy conocido como María Paz, haya tenido alguna influencia espiritual tutelar en esta población; más allá de su importancia como protección ambiental, su visibilidad localiza el sitio dentro de la fisonomía del valle bajo. El emplazamiento de sitios arqueológicos ocupando el terreno inmediato al arranque de la pendiente de los cerros es recurrente en el valle; sitios como Pisquillo, Tronconal, Laure o Portillo comparten esta característica.

 

[4] Existe una escritura de fecha 19 de agosto de 1567, que trata del cacique y fundador don Martin Guaral Paico, de los indios principales de Juan Cancha y Domingo Jullca Paico; de cuatro fanegadas de tierras y huertas que don Santiago Pérez mayordomo del capitán encomendero, don Jerónimo de Aliaga, compró para éste, advirtiéndose que el cacique principal llevaba por apellido el nombre con que fue fundado el pueblo o asiento de indios…”

[5] El doctor Ipinze expresa, que el cacique don Martín Guaral Paico fue el fundador del pueblo de Huaral, apoyándose en las siguientes razones: que don Martín Guaral Paico, era el cacique principal del pueblo, con un mando político y administrativo; que poseía tierras en dicha localidad, encomienda del Capitán español don Jerónimo de Aliaga; que llevaba por apellido el nombre con que fue fundado el Pueblo; y que entre la fundación de Huaral (1551) y la fecha en que fue registrada la escritura por el Escribano Público (1567), sólo había una diferencia de 16 años (Pero no descartemos la posibilidad de que el nombre de Huaral proceda del antiguo ayllu “Guaril”, quizá el más importante de las parcialidades en la época incaica.

[6] Consideramos que estas tres super-poblaciones eran Pisquillo Chico, Laure y Lumbra. 

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