12 enero 2023

LA CIUDAD DE BARCELONA, PASOS HACIA EL URBANISMO VERDE CON SUPERMANZANAS - AGENCIA DE ECOLOGIA URBANA DE BARCELONA

 



El caso de Barcelona demuestra que la conquista del urbanismo verde no es fácil, pero será inevitable. El confinamiento de la población y otras medidas de alarma sanitaria aplicadas para cortar la cadena de transmisión del SARS-CoV-2 aportan, al menos, dos lecciones. Por un lado, el impacto ambiental positivo: bajaron las emisiones de CO₂, mejoró la calidad de aire y el consumo de energía se desplomó. Por otro lado, se trata de medidas adoptadas de la noche a la mañana sin apenas conflicto social. ¿Pueden ser este tipo de acciones útiles para hacer frente al cambio climático?

Para responder a esta pregunta, abordaremos varias cuestiones:  cómo en el pasado las epidemias han tenido respuestas sistémicas desde el urbanismo,  el urbanismo del Plan de Reforma y Ensanche de Barcelona o plan Cerdà como intervención pública sostenible,  el urbanismo en las ciudades post-covid -19. Veremos los conflictos de este nuevo urbanismo y algunos dilemas por parte de los Gobiernos.

Epidemias y urbanismo

Las pandemias, en el pasado, fueron una oportunidad para repensar el urbanismo. Leonardo da Vinci (1452-1519) fue testigo de la peste de Milán en 1492. El genio del renacimiento entendía la ciudad como un organismo vivo. Los devastadores efectos de la peste se ajustarán a las espantosas condiciones higiénicas y sanitarias.

Igual que los seres vivos, en las ciudades tienen lugar procesos metabólicos. “Se necesita un río que corra con rapidez para evitar que se corrompa el aire”, escribió da Vinci, anticipándose a las ideas higienistas y de salud pública que irrumpirían en el siglo XIX.

Leonardo da Vinci buscó integrar arquitectura y naturaleza, una idea que volvemos a encontrar en el siglo XIX en el plan Cerdà en Barcelona. En las primeras décadas del siglo XIX, Barcelona fue azotada por sucesivas epidemias: en 1821 la peste amarilla, en 1834 el cólera, en 1942 el tifus, en 1858 (de nuevo) el cólera.

Barcelona era una ciudad amurallada, con calles estrechas, oscuras, sin circulación de aire. Cuando se producía una epidemia la gente moría a mansalva. En lo que hoy son barrios integrados en la ciudad, como Sants, Hostafrancs y Montjuïc, florecían barracas de quienes huían de las plagas.

La situación exige una actuación urbanística. Aunque había una enorme resistencia a derribar las murallas, en 1841 se lazó, con fuerza, la proclama “abajo las murallas”. El Gobierno de la ciudad, de carácter conservador, finalmente accedió. Optó por un concurso en el que salió como vencedor el plan de Antoni Rovira i Trias (1816-1889).

Sin embargo, el Gobierno progresista de Madrid se decantó por el plan de Idelfonso Cerdà (1815-1876). El plan de Rovira era el de una Barcelona segregada socialmente: la clase pudiente en el centro y la clase trabajadora en la periferia. Idelfonso Cerdà planteó una ciudad socialmente integrada, equitativa, con ideas higienistas y saludables.

Cambios urbanos del plan Cerdà

La Unión Europea exigió abordar el problema del ruido en Barcelona antes de las Olimpiadas de 1992. Ante el mapa de ruido, había dos opciones: o se peatonalizaban calles, o se superaban los 65 decibelios. Salvador Rueda, director de la Agencia de Ecología Urbana, ideó entonces el concepto de superilla (superblock en inglés y supermanzana en español).

Las manzanas del plan Cerdà, de 133,3 metros de lado (una referencia al salmo 133:3), habían perdido funcionalidad al aumentar el volumen edificado. La nueva propuesta consistía en revertir esa pérdida de espacio público dimensionando la manzana de 133 a 399 metros. Era una intervención de bajo costo y con infraestructura blanda. Suponía peatonalizar 2 de cada 3 calles del Ensanche. 

La propuesta planteó construir 502 supermanzanas. Hoy nadie entendería que el casco antiguo (que incluye los barrios Gótico, Rabal y Riera) no se encuentra peatonal. Se creó una ciudad en la que el centro está en todas partes y la circunferencia, agregó Blaise Pascal, en ninguna.

La ciudad de los 15 minutos converge con las supermanzanas: tener lo necesario cerca para poder ir a andando. En el plan de Salvador Rueda se peatonalizan los cuatro cruces de cada supermanzana, el resultado son miles de plazas. Las ciudades periféricas a Barcelona (Sabadell, Terrassa, Molins de Rei, etc.) han sufrido menos debido a la covid-19 por ese entramado social local.

Esa masiva peatonalización permite reducir el tráfico para cumplir las exigencias de calidad de aire de la Unión Europea. Para compensar esa peatonalización, se crea un sistema de autobuses ortogonales con una alta capacidad e interconectividad, que sustituye ya el ineficiente, lento y disfuncional sistema radial.

No solo se enferma por una mala calidad de aire y un exceso de ruido. La vida social mejora nuestro sistema inmunológico. Lo que hoy llamamos funcionalidad hace un siglo era el metabolismo, la fisiología o la homeostasis urbana.










Ciudades post-covid-19

Tras el confinamiento se han peatonalizado 22 calles del Ensanche. En otros casos, se han ampliado las aceras. En otros, se han creado más carriles para bicicletas.

Los medidores de CO₂ han puesto encima de la mesa las interacciones entre el virus y la mala calidad del aire. Un aire alcalino es un bien antiviral y antibacteriano. En el siglo XIX, cuando no se conocía la existencia de la vitamina D, los higienistas relacionaban los focos infecciosos con oscuridad y mala ventilación. En 1920 se descubre el papel de la vitamina D. Hoy sabemos las consecuencias entre desigualdad, falta de vitamina D y grupos vulnerables.

La relación entre la covid-19 y el deterioro de los ecosistemas nos invita a repensar la ecología urbana. Por eso ha despertado interés el concepto de supermanzana de Barcelona. The Guardian elogia Barcelona por democratizar el espacio público. The New York Times simula una supermanzana en Manhattan.

El libro de Salvador Rueda Regenerando el plan Cerdà. De la manzana de Cerdà a la supermanzana del urbanismo ecosistémico nos lleva a repensar la ciudad. El hombre es el único animal que carece de hábitat y, por tanto, tiene la tarea de construir para habitar. Las epidemias y el cambio climático son dos consecuencias de las disfuncionalidades urbanas. El urbanismo ecosistémico recupera los conceptos de metabolismo, homeostasis y fisiología urbana.

Los conflictos del urbanismo verde y saludable

El nuevo urbanismo establece, a la vez, un nuevo horizonte de responsabilidad y de nuevos conflictos en los que los antiguos socios se separan y los extraños se definen en compañeros. Las superillas se enfrentan a dos tipos de oposición.

El arquitecto Antonio Acebillo, durante décadas jefe de urbanismo en Barcelona, ​​​​entró en una agria polémica con lo que tacha de “paraurbanismo”, “urbanismo táctico”, “populismo demagógico” y “amnesia ideológica”. Encuentra como discurso riguroso una reflexión de Joseph Stalin: “Entendió que ni con el capitalismo ni con el comunismo era socioeconómicamente factible un territorio sin la movilidad adecuada”.

Acebillo es un defensor de las calles de cuatro carriles. El plan Cerdà ofrece un tramado de alta densidad para el transporte. Profetiza un grave deterioro económico: “Barcelona dejará de ser lo que ha sido siempre”.

La calidad del aire, las ciudades saludables y sostenibles de la Unión Europea son, para este urbanista de prestigio, fobia a lo urbano: “Los jardines (urbanos) tienen en balance ecológico negativo”. Fue el artífice de convertir plazas verdes y ajardinadas en plaza duras de granito y hormigón. 

Tenemos plazas inhóspitas: sin mobiliario urbano, ni vegetación, sin personas. Se opone a la “revolución de los tejados” de las energías renovables (mientras Berlín instala 15 MW anuales) porque podría tener problemas en ciudades patrimonialmente exigentes. Critica la supermanzana de Poblenou: “La gente tiene dificultades para llegar a la puerta de la Fundación Vilacasa”, pues no se puede aparcar.

Hay quien reconoce que las supermanzanas suponen mejoras ambientales. Incluso que estimulan actividades. Usan argumentos menos científicos y más sociales. El efecto perverso de las supermanzanas, en este caso, es la “gentrificación verde”. Podrían acabar con la gente que vive allí.

Las corporaciones inmobiliarias apuestan, dice Isabelle Anguelovki (ICTA-UAB), por la agenda local verde de Barcelona. Es un argumento que usan los coautores del artículo que escribieron sobre las superillas: Dijeron la falta de la dimensión social en la adaptación al cambio climático. Tenemos el viejo dilema entre lo ambiental y lo económico, el dilema en tiempos de covid-19 entre la salud y la economía, ahora entre la ecología y los perversos efectos sociales de esta.

Urbanismo verde vs. confinamientos climáticos

Los conflictos de las supermanzanas en el siglo XXI no son muy distintos a los que enfrentó el plan Cerdà. No hubiera salido adelante sin las epidemias devastadoras y un Gobierno progresista en Madrid.

Para abordar problemas complejos necesitamos tener en cuenta el contexto. Si consideramos una sindemia, en lugar de pandemia, veremos las interacciones entre biología, desigualdad social, deterioro de los ecosistemas, etc. En cambio, operará en el virus es “despolitizar la enfermedad mediante la aplicación de teorías bacteriológicas”.

Sería un error actuar frente al cambio climático sin considerar el contexto y aplicar, como defiende a grandes rasgos Mariana Mazzucato, “confinamientos climáticos”.











¿Qué son las supermanzanas?

El concepto de SuperManzanas es en realidad bastante simple y fácil de implementar. Se toman conjuntos de nueves manzanas y se agrupan todas ellas en una sola, la denominada supermanzana. Las manzanas que quedan en el interior solo serán utilizadas por peatones, bicicletas y tráfico de los residentes. Cada Supermanzanas cubre un área de aproximadamente 400 × 400 metros con alrededor de 5000 a 6000 habitantes. 

El único tráfico motorizado que aún se permite dentro de las Supermanzanas es el tráfico de las personas residentes, los taxis y los camiones de reparto a una velocidad máxima de 10 km por hora. De esta manera, apenas habrá tráfico dentro de las Supermanzanas, lo que hará que las calles sean mucho más accesibles para los peatones.

¿Qué impacto tiene este modelo en la calidad de vida de las ciudades?

Esta transformación tendrá muchos efectos positivos en las ciudades. Una de las más obvias es que en el futuro habrá menos tráfico en toda la ciudad debido al hecho de que al construir estas Supermanzanas, hasta el 60% de las calles existentes se cerrarán al tráfico normal. Según los datos del plan de movilidad de Barcelona, ​​el tráfico se puede reducir en un 21%.

Además de la gran cantidad de tráfico que se reducirá brillante, la salud de la ciudad también tendrá un fuerte aumento. Al cerrar una buena cantidad de vías públicas al tráfico normal, se crearán cientos de nuevas plazas en la ciudad a las que se les deberá asignar una nueva función. Muchas de estas plazas se pueden dedicar a crear parques verdes para aumentar la calidad del aire, o parques infantiles, lugares para reunirse o practicar deportes, o incluso los restaurantes podrán ampliar sus terrazas al aire libre por donde antes pasaba el tráfico rodado.

Uno de los mayores beneficios de este modelo es la reducción del ruido ya que este es un problema importante para cualquier cuidado. Según un informe de The Guardian, el 61% de la población de Barcelona vive en un entorno que no cumple los requisitos establecidos por la legislación sanitaria en cuanto a niveles de ruidos.

¿Qué impacto tendrá esto en la forma de moverse?

Al reducir la cantidad de automóviles en las calles, habrá más espacio para los peatones, pero también para otras formas de transporte, como bicicletas, scooters y otras formas modernas de transporte eléctrico personal, como Hoover Boards o Segways. Para poder crear espacio para estas formas de transporte, la cantidad actual de carriles para bicicletas se triplicará, lo que hará que viajar en bicicleta u otros medios a través de las ciudades sea mucho más agradable. Además de los cambios en el transporte personal, el transporte público también se volverá más efectivo. Todo esto hará que sea más atractivo usar el transporte público en lugar de usar nuestro propio automóvil.Para los peatones que caminan por la ciudad también será mucho más rápido debido al hecho de que habrá menos semáforos.











Impulso de salud y bienestar

Un estudio reciente realizado por el Instituto de Salud Global de Barcelona estima que si, según lo planeado, se realizan las 503 Supermanzanas que potencialmente se pueden crear en toda la ciudad, los viajes en vehículo privado se reducirían en 230.000 a la semana, ya que las personas permutaran su movilidad hacia el transporte publico, caminando o en bicicleta.

La investigación sugiere que esto mejoraría significativamente la calidad del aire y los niveles de ruido en las calles libres de automóviles: los niveles ambientales de dióxido de nitrógeno (NO₂) se reducirían en una cuarta parte, alineando los niveles con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

También se espera que el plan genere importantes beneficios de salud para los residentes. El estudio estima que se podrian prevenir hasta 667 muertes prematuras por contaminacion del aire, ruido y calor cada ano. Más espacios verdes animarán a las personas a salir al aire libre y llevar un estilo de vida más activo.

Esto, a su vez, ayuda a reducir la obesidad y la diabetes y alivia la presión sobre los servicios de salud. Los investigadores afirman que los residentes de Barcelona podrían vivir 200 días más gracias a los beneficios en la salud.










El efecto que tendrán las Supermanzanas en el sector inmobiliario.

Hacer cambios en la infraestructura no solo afecta la forma en que nos movemos por la ciudad, sino que también afecta a los precios de la Propiedad. Al crear Supermanzanas y quitar el tráfico de las calles y llenar los con espacios verdes, las calles se volverán mucho más tranquilas y menos ruidosas. Estos cambios afectarán al valor de las casas y apartamentos que se encuentran dentro de estas nuevas Supermanzanas. Los espacios verdes y peatonales también aumentan los alquileres de locales comerciales y los precios de las propiedades. Un informe del «GLA» en 2003 sugirió que un aumento del 1% del espacio verde y peatonal en un barrio típico de Londres condujo a un aumento del 0.3 – 0.5% en el precio promedio de la vivienda.

Una planificación urbana exitosa también necesita un fuerte liderazgo con una visión clara y consistente del futuro, y una hoja de ruta de cómo se puede lograr esa visión. La visión debe desarrollarse conjuntamente entre los ciudadanos y todas las demás partes interesadas, como empresas locales, organizaciones privadas y públicas. Esto puede garantizar que todos compartan la propiedad y asuman la responsabilidad del éxito de las iniciativas locales.

No hay duda de que los principios y objetivos de las Supermanzanas son sólidos. La idea tiene el potencial de hacerse popular en todo el mundo, aunque es probable que tome una forma única y específica en cada ciudad en la que se aplique.

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