30 junio 2017

El Aeropuerto de Pekín, colosal obra de Foster + Partners


A pocos meses de que comiencen los juegos olímpicos Beijing 2008, se ha inagurado el  nuevo aeropuerto de Beijing, obra de la oficina Foster + Partners.

Este aeropuerto, actualmente el más grande del mundo, fue un desafiante encargo para la oficina de Foster, tanto por el acotado periódo de desarrollo, como por los desafíos que implica un terminal aéreo de 3.25km de largo: eficiencia operacional, transporte interno, confort de los pasajeros, luz natural y eficiencia energética. Pero como es usual en este tipo de encargos, la oficina de Foster respondió a la altura.

Pero hay varios aspectos de este proyecto que me llamaron la atención, como en todo lo que está pasando con los megaproyectos en China: La forma figurativa, en este caso de un dragón como pueden ver en un render anterior, muchas veces desdeñada por los arquitectos, pero algo crucial frente a este cliente, ya que está absolutamente enrraigado en su tradición.

También lo que mencioné antes sobre la rapidez con que se tuvo que desarrollar el proyecto. A los 4 meses de haber sido confirmados como ganadores del concurso, movieron un equipo de gente a Beijing y terminaron 2,500 dibujos. En el peak de la construcción hubo 50.000 trabajadores, por lo que lograron sacar este proyecto de 1.3 millones de m2 del tablero a la realidad en tan solo 4 años. Menos mal que tenían a Arup detrás.

A pesar de ser un proyecto de gran escala con un programa complejo, se resolvió a través de una espacialidad clara y aprovechando al máximo el perímetro del edificio.

Si bien el aeropuerto mide 3.25km de largo, el espacio interior se unifica gracias a las conexiones visuales a todo lo largo, y entre el nivel 1 y la mezzanina superior. Estos espacios se iluminan de manera natural gracias al uso del vidrio y las lucarnas triangulares superiores.



























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