Hace unos días, llego a mis manos un viejo cuaderno escolar, en cuya contratapa estaba impreso el interesante “Decálogo del Desarrollo” que se estuvo difundiendo en el país hace unos años. Me puse a leerlo y se me ocurrió pensar si después de tanta difusión lo ponemos en practica, concretamente, ¿lo ponemos en practica en nuestra ciudad capital, en nuestra vida urbana?
Después de un breve examen de cada punto, llegué a la conclusión a la que llegaríamos todos: por supuesto que no, así que comparto con ustedes algunas reflexiones e ideas respecto a cada punto del Decálogo:
1.- Orden
La ciudad no es un todo armonioso, es más bien un agrupamiento desordenado de edificios, calles, plazas, que se ubican sin un criterio de orden, a pesar de los esfuerzos de los urbanistas de diferentes épocas que quisieron dar un orden, prevaleció al final el gusto, capricho o deseo de cada propietario o alcalde que impuso “su idea” sin contar con el impacto en el entorno.
2.- Limpieza.
La limpieza no solo consiste en recoger papeles, es antes que nada aprender a no arrojarlos a las calles, si bien hay municipios eficientes que han logrado tener un nivel aceptable de limpieza en sus distritos, pero casi nadie ha podido superar la falta de la “otra limpieza” , la referida a las fachadas, a la proliferación de avisos, pegotes, carteles, reclames luminosos, de todo color, forma y tamaño que ensucian la imagen urbana de las calles, sobre todo en área muy transitadas y comerciales.
3.- Puntualidad.
Ser puntual es saber como llegar a tiempo, estamos acostumbrados a llegar tarde y echarle la culpa al congestionamiento vehicular, es casi sobre entendido que si fijamos hora para una cita, reunión o evento que en realidad este se dará 15 o 30 minutos después de la hora fijada (en el mejor de los casos). Pero ser puntual es también saber entregar una obra a tiempo, no es prolongarla hasta que estén cerca las próximas elecciones y esta pueda ayudar a conseguir más votos ¿verdad?
4.- Responsabilidad.
Muchas veces asumimos la responsabilidad de lo que hacemos solo si tuvimos éxito. Si nos sale mal o no se cumple, siempre habrá una excusa, atribuir a un hecho externo sin reconocer valientemente nuestra falta. Gran parte de los problemas urbanos actuales es por que se actuó irresponsablemente, y al final la culpa se diluyó en excusas.
5.- Deseo de superación.
Alguien decía con cierta sorna aquí los únicos que tienen “deseo de superación” son los choferes de combi que todo el tiempo desean superar (en velocidad) a las demás combis para ganar mas pasajeros. La verdadera superación consiste en romper con nuestras viejas costumbres, es aprender a cuestionar nuestro comportamiento, aprender mas, crecer como personas, aspirar a mas, no es solo el deseo de tener mas (dinero, fama, etc.). Si nosotros nos superamos, la ciudad también se supera.
6.- Honradez.
No es solo respetar la propiedad de los demás, sino también saber respetar la propiedad colectiva, en las calles se observa que hay una tendencia preocupante a destruir o sustraer todo lo que es bien público y por lo tanto propiedad de todos. Y para los colegas arquitectos: Ser honrado es también producir diseños originales, auténticos, sin recurrir a las “revistas” o al Internet para tomar las ideas de otros colegas y presentarlas como nuestras. Felizmente ahora es más fácil descubrir esta falta de honradez.
7.- Respeto al derecho de los demás.
Observamos que hay una fuerte tendencia a imponer nuestra voluntad, sin respetar el derecho de los demás, por una mal entendida libertad, de hacer lo que deseamos, olvidamos que los límites están justamente en donde empiezan los derechos de nuestros vecinos. “Esta es mi casa” y en ella puedo hacer lo que me de la gana” dicen algunos, olvidando que la bulla de la fiesta perjudicara a los vecinos que mañana deberán salir a trabajar. No vivimos en una isla, vivimos en una ciudad.
8.- Respeto a la ley y a los reglamentos.
Para respetar las normas, primero hay que conocerlas, en teoría tendríamos que adquirir todos los días el diario “El Peruano” y leer la separata de Normas Legales, que es el contingente diario de leyes, reglamentos, resoluciones, ordenanzas que todos debemos cumplir. Hay demasiadas leyes y normas urbanas, las desconocemos y aun conociéndolas no las cumplimos, siempre buscamos ver la forma de evitarlas “hecha la ley, hecha la trampa”.
9.- Amor al trabajo.
Esto significa, hacer bien nuestras labores, ponerle empeño, no solo trabajar por cumplir o cubrir una necesidad económica, muchas veces nos hemos topado con empleados y funcionarios que se mantiene en sus puestos inamovibles, que parece que nos hacen un favor cuando nos atienden, dilatan los trámites, nos hacen regresar repetidas veces. Si todos cumplieran con su trabajo la ciudad tendría otra imagen, funcionaria mejor.
10.- Afán por el ahorro y la inversión
Es una buena costumbre no gastar todo lo que se gana, disponer de un monto proporcionar para el ahorro. Pero el ahorro no es solo en dinero, puede ser también en energía, en tiempo, en materiales, en desplazamientos, una ciudad bien diseñada genera estos tipos de ahorro. En cuanto a la inversión, muchos alcaldes confunden el invertir con el “gastar”, hacen desaparecer los montos asignados para obras en “cualquier obra”, para que no lo critiquen. Es indignante ver como muchos alcaldes hacen monumentos gigantescos a plantas locales (a la maca en acrílico por ejemplo), o a un casco minero, y también a un sombrero típico con sus trenzas (por el valle del Mantaro), o algún animal regional malgastando fondos, que no se podrán recuperar ni generarán ingresos. Habiendo tantas necesidades insatisfechas.
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