El proyecto está ubicado en el parque Pereyra, en el barrio de Barracas, se propuso un edificio que se relacione y esté en contacto directo con su entorno.
Es por eso que se trata de 3 volúmenes apilados y rotados entre sí, que generan diferentes visuales y expansiones, estos giros buscan nuevas entradas de luz para relacionarse de manera directa con el sitio en donde se encuentra, por su parte, el programa y el recorrido del museo se organizan entorno al gran vacío central.
En cuanto al espacio público, las pasarelas de distintos materiales que "cosen" la calle con el parque sirven de apoyo a los posibles eventos que surgieran a raíz del programa del museo o como lugar de encuentro para los transeúntes que deseen utilizarlo como lugar de descanso y recreación.
Esta interacción entre los usuarios no habituales del museo y los visitantes generan un movimiento continuo de gente que revalorizan el barrio y se integra directamente a él, de la misma forma, la altura del museo no excede la de los edificios cercanos, por el contrario se mimetiza con su entorno.
Finalmente, el material utilizado como piel del edificio son paneles perforados de aluminio que dejan filtrar la luz en el interior según las distintas funciones que se presenten en el mismo.
Así, la luz natural se filtra a través de ellos tamizando el exceso de claridad en las salas de exposiciones, que aquí se desarrolla no requiere de grandes asoleamientos, esta elección de materialidad le otorga un aspecto de movimiento a la fachada, tal como lo hacen los volúmenes cuando rotan.
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