Introducción
Las comunidades alpaqueras altoandinas se encuentran expuestas ante eventos como sismos, temporadas de lluvia y heladas, que junto con la pobreza extrema las colocan en una situación altamente vulnerable. Estos motivos han generado diversas campañas para mejorar las viviendas y la salud de los pobladores, sin embargo algunas de las intervenciones realizadas son una repetición de tecnologías foráneas que además de no ser compatibles con el contexto social, ambiental y cultural; muchas veces no tienen una correcta ejecución (Fig.1).
Fig. 1: Muro trombe ejecutado incorrectamente.
Se ha obviado el paso más importante antes de realizar cualquier tipo de intervención, que es, conocer cómo vive el poblador, cuál es su cosmovisión y cómo se apropia del espacio, pues el proceso de evolución de la vivienda revela la capacidad creativa del usuario para transformar su entorno inmediato, tierra y piedra, en un espacio útil que responda a su estilo de vida: el pastoreo de camélidos sudamericanos.
La investigación plantea generar conocimiento de la forma de habitar y las distintas dinámicas que el pastor establece en el escenario altiplánico para adaptarse al medio que los rodea, y determinar cuáles son las estrategias constructivas empleadas, de modo que futuras intervenciones coloquen al habitante como sujeto focal y único de la arquitectura.
1. CONTEXTO
El estudio se desarrolla en la comunidad rural Choroma, localizada en la zona altiplánica del sur del Perú, emplazada a 20 km aproximadamente del centro poblado Santa Lucía. Los extensos bofedales y pajonales que caracterizan este territorio (Fig.2), ubicado entre los 4000 y 4800 msnm, hacen que este escenario sea perfecto para que los pobladores puedan realizar el pastoreo de camélidos sudamericanos, que no es solo una actividad económica sino que demuestra el vínculo de reciprocidad (ayni) entre hombre-animal (Milla, 1983).
Fig. 2: Territorio de la Comunidad Rural Choroma en Puno, Perú.
Sin embargo, el clima en la puna es hostil y difícil para la vida, se caracteriza por presentar temperaturas relativamente constantes todo el año, con fluctuaciones pronunciadas entre las horas del día y la noche, que pueden llegar, en los meses más fríos, hasta 21°C. Del mismo modo, las heladas, reducen en gran medida el rendimiento de la ganadería por lo que la actividad del pastoreo demanda la inversión de extenuantes horas de trabajo.
Ante esta situación los pobladores han optado por la tierra como material predominante en sus edificaciones y por volúmenes compactos con vanos de reducidas dimensiones para mantener el calor al interior.
2. METODOLOGÍA Y ABORDAJE TEÓRICO
La muestra para el estudio de caso, fue de 15 viviendas, escogidas indistintamente (Fig.3). Éstas corresponden al 30% de la totalidad de viviendas ubicadas en la comunidad. La revisión de bibliografía, elaboración de encuestas con preguntas cerradas politómicas, desarrollo de entrevistas semiestructuradas y el levantamiento gráfico y fotográfico de las viviendas; fueron las herramientas aplicadas, para posteriormente analizar, comparar y clasificar la información.
La investigación, que se realizó entre el 2012-2014, desarrolla la reflexión sobre tres conceptos clave: la vivienda como expresión material de la cultura (Rapoport, 2003) y por tanto entender conceptos de la antropología andina referidos a las características de la vivienda (Mayer,2004) y el estrecho vínculo entre hombre y animal generado por el pastoreo (Flores, 1977); la clasificación de la vivienda en tipologías según criterios de organización espacial, materialidad y programa arquitectónico (Caniggia,1995) aplicadas al contexto rural y enfocándose en edificaciones de base que reflejan características y conceptos propios de este área cultural; y la apropiación del espacio como proceso de relaciones entre el hombre y el hábitat (Norberg-Schluz,1975), donde el poblador indica como propio, aquello que simbólicamente expresa su identidad (Muntañola,2001).
Fig. 3: Viviendas analizadas de la Comunidad Rural Choroma.
3. RESULTADOS
3.1 Variables socioculturales que condicionan el entrono construido
De las variables encontradas (cosmovisión, actividad económica, nivel de pobreza, dinámica social, educación, estilo de vida, formas de alimentación, festividades sociales y religiosas, etc.), es necesario destacar que la relación hombre-animal es una unidad indivisible, y que la vivienda y la conformación de los espacios son el reflejo de su actividad principal, el pastoreo. Existe un vínculo de reciprocidad muy fuerte con los animales, son considerados como un integrante más de la familia, al que deben protección incondicional y por ello sus viviendas deben contemplar espacios para ellos.
Además la importancia de la “apropiación del espacio” como el proceso por el cual el poblador altoandino se adapta y transforma el medio que lo rodea para así crear un espacio habitable acorde a sus necesidades, materializando así sus anhelos.
Las estrategias de apropiación del espacio en la comunidad estudiada, están referidas a la auto-construcción, auto-transformación y planificación de sus viviendas, basándose en conocimientos que obtienen por medio del aprendizaje familiar y del conocimiento acumulado dentro de su comunidad, cabe mencionar que la utilización de materiales del entorno inmediato para la construcción genera que los lugares modificados por el hombre se mimeticen con el medio natural. Además, existen factores que influyen negativamente, como son la pobreza, falta de acceso a saneamiento básico y no contar con asesoría técnica o profesional competente. El patrón de poblamiento disperso que presentan, se debe a la actividad económica a la que se dedican (el pastoreo), por lo que necesitan grandes pastizales. Estos amplios terrenos donde se emplazan hacen que el “espacio existencial” del usuario no se circunscriba a los límites físicos construidos de su vivienda, sino también fuera de ella (Fig. 4), efectuando recorridos hacia los corrales de los animales, recorriendo caminos para recolectar agua en fuentes naturales, pastando a su ganado, entre otros. Este proceso se realiza en un lapso indefinido, pues los volúmenes que componen la vivienda se edifican progresivamente. La razón puede atribuirse a la transformación de composición familiar (de nuclear a extendida) o porque las imágenes e ideales del usuario, acompañados de mejores ingresos económicos, han variado en el tiempo.
Fig. 4: Ejemplo de apropiación del espacio en la comunidad estudiada.
3.2 Definición de la vivienda alpaquera altoandina
3.2.1 Sistema constructivo y materialidad
Las edificaciones registradas siempre presentan el uso de muros portantes como sistema constructivo, estos pueden ser de tres tipos: Muros de tierra, se emplean adobes de 0.50 x 0.30 x 0.08 m, con mortero de barro de 0.02 m de espesor y aparejo de soga, esto resulta en un muro de 0.30 m de espesor; en caso presenten revestimiento, este será de paja con barro y de 0.02 m. Los muros de piedra, tienen un espesor de 0.50 m, se emplean piedras redondeadas y angulares de distintas dimensiones unidas con mortero de barro, nunca llevan revestimiento.
En ambos casos, muros de tierra o piedra, la cimentación es corrida, hecha de piedras con mortero de barro, con el mismo espesor del muro que soporta. El nivel de fondo de cimentación es de -0.40 m y posee una altura total de 0.70 m, sobresaliendo del nivel de la tierra 0.30 m. Cabe señalar que los muros no poseen ningún elemento de arriostre horizontal o vertical y las longitudes de muros encontradas pueden llegar a ser de hasta 5.00 m.
El tercer tipo de muro se conforma por planchas de zinc de 0.2 mm como cerramiento y bastidores de madera cepillada de 3” como estructura. Estos muros se apoyan en un cimiento de concreto ciclópeo de 0.15 m de espesor. El nivel de fondo de cimentación es de -0.30 m, con una altura total de 0.50 m.
Los techos son principalmente de dos tipos: El primero es a dos aguas, su estructura está compuesta por tijerales de madera rolliza de 3” aproximadamente espaciados cada 0.60 m, con entramado de madera y caña, todo apoyado sobre una viga solera; la cobertura final es variable, puede ser de planchas onduladas de zinc de 0.2 mm de espesor o de ichu; el volado que produce este techo es de 0.50 m aproximadamente. El segundo tipo, es de un agua, su estructura está compuesta por vigas de madera cepillada de 3”, con correas de madera de 2”, en la mayoría de casos las vigas se apoyan directamente a los muros portantes. La cobertura final es siempre de planchas onduladas de zinc de 0.2 mm de espesor, y el volado tiene una distancia aproximada de 0.10 m.
Finalmente se presentan cuatro tipos de pisos: El de tierra apisonada, registrado en 86% de los recintos; el de madera, con durmientes de 2”x 2” y entablado de madera de 4”x1/2”; el tercer tipo es de piedra, empleado en 6% de los recintos, utiliza piedras redondeadas o angulares con 2” de distancia entre ellas; y el cuarto tipo es de cemento, 2% del total, son losas vaciadas de 0.10 m con concreto simple.
3.2.2 Componentes de la vivienda alpaquera altoandina
Según el levantamiento realizado se registró que la vivienda alpaquera altoandina está conformada por cuatro elementos trascendentes: cuatro volúmenes independientes, que se componen por un “recinto para dormir”, un “recinto para cocinar y comer”, y dos “recintos para almacenar”; un patio como espacio de interacción social y organizador de la vivienda; una letrina, área de servicio que no ha sido edificada por los pobladores pero se presenta en todas las viviendas y finalmente tres espacios destinados para los animales: corrales y cobertizos.
Las características promedio de los componentes que conforman los recintos y espacios antes mencionados son los siguientes:
I. Recinto para dormir: El área promedio es de 17.73 m²; los pisos son de tierra apisonada; los muros son de tierra (adobe), con una altura interior promedio de 2.50 m, sin revestimiento en su cara interior o exterior; presenta techos de un agua con ángulo de inclinación de 8°, la cobertura es de láminas onduladas de zinc, no poseen aislamiento y presentan filtraciones; para iluminar y ventilar emplean una ventana de 0.43 m², con perfil metálico y vidrio simple, el encuentro con el muro presenta intersticios; y en el vano de ingreso se ubica una puerta de lata con bastidor de madera de 0.97 m² , además cuenta con intersticios en el encuentro con el muro y el piso. Los vanos se encuentran orientados mayoritariamente hacia el este.
II. Recinto para cocinar y comer: El área y el material de los muros varían según el tipo de combustible utilizado para cocinar: gas o bosta, siendo el segundo el de mayor uso pues todas las viviendas cuentan con una cocina a bosta. Estos recintos, que tienen un área promedio de 7.40 m², se componen por: muros de piedra con mortero de barro, con una altura interior de 1.83m, sin revestimiento interior o exterior; pisos de tierra apisonada; techos de dos aguas, con ángulo de inclinación de 27° y cobertura de ichu, presentan filtraciones y en ningún caso aislamiento interior; en el vano de ingreso se ubica una puerta de lata con bastidor de madera que tiene un área promedio de 0.79 m², presenta filtraciones en el encuentro con los muros y el piso; no presentan ventanas, las cocinas no tienen chimenea y la ventilación del recinto se realiza por los intersticios formados en algunas zonas de los muros por falta de mortero, la falta de cerramiento en el tímpano de los muros, o por el encuentro muro-techo.
Los recintos para cocinar y comer que emplean gas como combustible (27% de la muestra) utilizan mayoritariamente tierra (adobe) como material para sus muros (80%) sin revestimiento interior o exterior, con una altura interior de 2.45 m; los techos mantienen la cobertura de ichu, son de dos aguas pero el ángulo de inclinación es de 32°.
III. Recinto para almacenar: Presenta muros de piedra con mortero de barro, sin revestimiento interior o exterior, la altura interior es de 2.00 m y el área promedio de 10.69m²; los pisos son de tierra apisonada; los techos presentan filtraciones , son de un agua con ángulo de inclinación de 8° y cobertura de planchas onduladas de zinc; no cuentan con ventanas , y el vano de ingreso presenta una puerta de lata con bastidor de madera con un área promedio de 0.79 m² que además genera intersticios con el encuentro con los muros y el piso.
IV. Patio: Es un espacio sin techar de 62.87 m² y piso de tierra apisonada, que funciona como elemento ordenador en la composición de la vivienda. Generalmente en el perímetro de este se ubica un muro de piedras apiladas (pirca) que tiene una altura de 1.00 m.
V. Letrina: Es un cubículo pre-fabricado de planchas onduladas de zinc, tiene un área de 1 m², se ubica a 10 m de distancia del “recinto para dormir”, y ha sido otorgado a los pobladores por gestión municipal.
VI. Corrales y Cobertizos: Los corrales son espacios sin techar, se registran tres por vivienda, dos de ellos tienen muros de pirca (canchones) de 0.80 m de altura y 0.50 m de espesor, el área es de 450 m²; y uno de ellos tiene cerramiento de malla metálica de 0.80 m de altura y un área de 425 m², en ambos casos los pisos son los naturales del terreno pues cambian su posición cíclicamente.
Los cobertizos se encuentran en 29% de las viviendas registradas, su área es de 160m², los muros son de adobe y la mitad del espacio está techado con planchas onduladas de zinc.
3.2.3 Diagnóstico de daños en las edificaciones
Los muros de los recintos comparten la falta de seguridad estructural ya que no emplean elementos de arriostre horizontal y vertical que hagan a la edificación resistente ante un evento sísmico; estos al igual que los sobrecimientos no poseen revestimiento y por tanto se encuentran expuestos a la erosión, poniendo en riesgo la seguridad de los habitantes. Hay intersticios en el encuentro de las ventanas y puertas con los muros y el piso, del mismo modo el aire se filtra a través del encuentro muro-techo.
Las ventanas de los recintos no permiten la iluminación natural necesaria, y los materiales de este componente propician la pérdida de calor, además no permite una adecuada renovación de aire. Los pisos no evitan el paso de la humedad al interior de los recintos. Los techos no presentan aislamiento, los que utilizan cobertura de ichu no tienen mantenimiento periódico y los de un agua que usan láminas de zinc no tienen un ángulo de inclinación mayor a 8°.
Los recintos para cocinar y comer no poseen chimeneas o ductos de ventilación; por ese motivo, el hollín generado al cocinar es inhalado por los residentes y además está impregnado en las paredes, techos, utensilios de cocina y elementos que se encuentran al interior de los espacios. La distancia entre la letrina y los recintos para dormir propicia la utilización de bacines al interior.
3.3 Tipologías de vivienda alpaquera altoandina
Las variables utilizadas para la comparación y clasificación de las viviendas fueron: la organización espacial, en referencia al emplazamiento de los volúmenes y los modos de ingreso a los recintos; la forma; la función, para lo cual se estableció que las tres actividades principales que se desarrollan al interior de los distintos volúmenes son descansar-dormir, cocinar-comer y almacenar; y la materialidad de las edificaciones, que pueden ser tradicionales (tierra, piedra o paja) o industrializados (planchas de zinc).
3.3.1 Definición de tipos
El tipo autóctono (T 1) (Fig. 5), se conforma por la agrupación de cuatro volúmenes como máximo, organizados a través de un patio central distribuidor. Todos los volúmenes tienen planta ortogonal y simétrica, y se encuentran emplazados de forma próxima. Los materiales empleados en los muros son siempre de material tradicional y los techos son mayoritariamente de material tradicional.
Fig. 5: Características del tipo autóctono.
El segundo tipo identificado es el tradicional (T2) que se sub-divide en tres categorías. La primera sub-división es el tipo tradicional simplificado (T 2A), lo más resaltante es que está conformado por la agrupación de tres volúmenes como máximo emplazados por proximidad y no posee patio organizador. La segunda sub-división es el tipo tradicional base (T 2B) (Fig. 6), conformado por la agrupación de cuatro volúmenes como máximo y organizado a través de un patio. Los volúmenes son mayoritariamente próximos, pero se identifican dos volúmenes contiguos o un volumen con dos recintos interiores. En todos los casos el acceso a los recintos se realiza desde el exterior del volumen. Todos los volúmenes tienen planta ortogonal y simétrica. Respecto a los materiales empleados, los muros son siempre de material tradicional, al igual que al menos uno de los techos. La tercera sub-división de este tipo es el tradicional expandido (T 2C), muy similar a la subdivisión anterior pero está conformada por la agrupación de cinco o más volúmenes que se organizan a través de un patio expandido o múltiples patios, ya que albergan familias extendidas.
Fig. 6: Características del tipo tradicional - base.
Finalmente el tercer tipo, es el tradicional en transición a contemporánea (T 3) (Fig. 7), conformada por la agrupación de tres volúmenes como mínimo que en su mayoría están organizados alrededor de un patio. Se identifica al menos un volumen con dos o más recintos en su interior que se encuentran vinculados interiormente. Los volúmenes tienen planta ortogonal y una de ellas puede ser asimétrica. Respecto a los materiales empleados, los muros son de material tradicional y los techos de material industrial.
Fig. 7: Características del tipo tradicional en transición a contemporánea.
4. RECOMENDACIONES Y CONCLUSIONES
4.1 Recomendaciones para futuras intervenciones
Respecto a las deficiencias técnicas encontradas, es necesario: sellar intersticios y juntas con mortero de tierra; aplicar revestimiento a los muros para evitar la erosión de los mismos; implementar sistemas de acondicionamiento ambiental pasivo y aislar térmicamente el suelo y techo en los “recintos para dormir” para reducir las pérdidas de calor; remplazar las puertas metálicas por otras de madera y colocar ventanas de vidrio doble que eviten pérdidas de calor desde el interior de los recintos; incorporar una cocina mejorada para evitar la inhalación de humo al cocinar; remplazar las letrinas existentes por baños secos e implementar duchas solares y respecto al sistema constructivo es necesario implementar elementos estructurales de arriostre horizontal tales como contrafuertes de adobe o reforzar interiormente los muros con caña u otro material y elementos de arriostre horizontal como la viga collar y viga solera.
En base a las tipologías encontradas, los criterios de diseño más resaltantes son: conservar el modelo actual de organización espacial, que implica la organización de distintos volúmenes alrededor de un patio central; el patio central propuesto debe tener una ubicación estratégica para lograr registro visual de los animales y vías de acceso; contemplar el emplazamiento de espacios para los animales cerca a las viviendas; los volúmenes deben tener forma compacta; emplear la tierra como material de construcción e incorporar al sistema constructivo el uso de viga collar a la altura de dinteles de puertas y ventanas a lo largo de todos los muros, así como una viga solera; los vanos deben conservar dimensiones reducidas y tanto puertas como ventanas deben evitar la infiltración de aire; implementar el uso de dobles puertas como un sistema de exclusa o vestíbulo; implementar sistemas de acondicionamiento ambiental pasivo como el muro trombe tipo invernadero adosado a los “recintos para dormir”; orientar de la cara más larga del volumen que alberga “recintos para dormir” hacia el norte para obtener mayor incidencia solar; diseñar techos a un agua con una inclinación superior a 10° para evitar que la lluvia, nieve o granizo debilite la estructura de los techos; incluir un baño como nuevo recinto, que promueva la higiene de los usuarios y que esté conectado mediante una circulación techada con el recinto para dormir. Las futuras intervenciones deben defender las culturas constructivas, y proponer un diseño y construcción participativa, usando la mano de obra local. Se debe pensar en una autoconstrucción asistida con materiales locales para asegurar el bienestar de los habitantes.
4.2 Conclusiones
La concepción de la vivienda alpaquera está en transición, pues los usuarios, condicionados por su capacidad económica, no se sienten completamente satisfechos y siguen experimentando a fin de conseguir una arquitectura que responda de manera más eficiente a su estilo de vida y además los proteja de las condiciones climáticas imperantes. Las intervenciones arquitectónicas que proyectan una modernidad enajenada influyen en los ideales de los pobladores, que los conlleva a emplear materiales constructivos foráneos para reemplazar la tierra (Fig. 8), a pesar que su herencia constructiva ha demostrado que es el material idóneo para aumentar la temperatura al interior de la vivienda. En este sentido se debería educar y capacitar a los profesionales y pobladores para poder revalorizar la construcción con tierra y promover las bondades de este material.
Fig. 8: Vivienda de ladrillo y concreto en la Comunidad Rural Choroma.
Se debe fomentar el desarrollo de investigaciones que indiquen cómo son las viviendas en la actualidad, ya que las formas de habitar son diversas en distintos escenarios y están condicionadas por la cosmovisión, los valores, ideales, estilo de vida, las expectativas de los usuarios y los materiales constructivos disponibles. Estos estudios permitirían aportar conocimientos para poder tomar decisiones con conocimiento de causa.
Considerando que las viviendas alpaqueras altoandinas se encuentran vulnerables cultural, política y ambientalmente debido al cambio climático; deben plantearse soluciones sustentadas en la resiliencia para garantizar mayores capacidades de sobrevivencia ante una situación de crisis. Reduciendo así, el riego de desastres para dar sostenibilidad al desarrollo.
La tierra está subvalorada como material constructivo, pues es asociada con pobreza y vulnerabilidad. Para ello es indispensable realizar investigaciones que desarrollen y difundan normas que garanticen la calidad constructiva. El Perú tiene una amplia tradición constructiva con tierra, en tiempos de globalización acelerada donde es común el uso de materiales con elevada energía incorporada, la tierra se presenta como un material sostenible en lo ambiental, social y económico. Por tanto existen motivos más que suficientes para reivindicar la sencillez y propiedades de la tierra.
Finalmente se destaca que, una intervención arquitectónica no debe ser meramente la repetición de estrategias existentes en pos de la conservación de la cultura actual, en cambio, se deben validar las estrategias actuales y complementarlas con criterios técnicos, económicos, tecnológicos, entre otros; para promover la continuidad cultural, la pertinencia con el contexto y satisfacer las necesidades del usuario.
5. BIBLIOGRAFÍA
• Caniggia, G.; Mafferi, G. (1995). Tipología de la edificación: Estructura del espacio antrópico. (M. García, Trad.) Celeste ediciones, Madrid.
• Flores, J. (Comp.).(1977). Pastores de Puna: uywamichiq punarunakuna.
IEP ediciones, Lima.
• Gayoso Carranza, M., & Pacheco Zúñiga, O. (2014). Análisis tipológico de vivienda alpaquera altoandina en Puno-Perú y propuesta de modelo Piloto de vivienda. Caso de estudio de la comunidad Choroma en el distrito de Santa Lucía. Lima: Tesis de titulación en Arquitectura. Universidad Ricardo Palma.
• Mayer, E. (2004). Casa, chacra y dinero: economías domésticas en los Andes. IEP ediciones, Lima.
• Milla, C. (1983). Génesis de la Cultura Andina. Colegio de Arquitectos de Perú, Lima.
• Muntañola, J. (2001). La arquitectura como lugar. Alfaomega, México DF.
• Norberg-Schulz, C. (1975). Existencia, Espacio y Arquitectura. (A. Margaret, Trad.) Editorial Blume, Barcelona.
• Rapoport, A. (2003). Cultura, arquitectura y diseño. Universitat Politècnica de Catalunya, Barcelona.
Arq. Magaly Gayoso Carranza, Arq. Orlando Pacheco Zúñiga
Grupo DROMOS
Asociación para el Desarrollo y la Investigación desde la Arquitectura
magaly.gayoso@gmail.com1
orlando.pacheco@outlook.com2
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