En breve cerraré uno de los capítulos más absurdos y lamentables que he vivido como profesional. Y en una especie de ME TOO quiero compartiros la vergonzante historia que viví en un rincón de Andalucía de cuyo nombre no quiero acordarme...
Hace ahora una década aproximadamente decidimos participar en un atractivo concurso de ideas para la ordenación de un espacio urbano que tenía todos los ingredientes que lo hacían a la par complejo y atractivo. Y bastante idóneo para un equipo como el mío, con una larga experiencia en temas tan diversos como las políticas de vivienda, articulación urbana, mejora de barrios, diseño de infraestructuras, espacios públicos, hidrología o gestión urbanística.
Y así fue, ya que felizmente ganamos y nos adjudicaron aquel bello proyecto y nos pusimos manos a la obra... y un año después pudimos concluir todos los trabajos técnicos bajo la supervisión municipal.
Justo entonces, su alcalde decidió que quería reconsiderar todo, y donde había blanco poner negro. En vano intenté convencerle de la inconveniencia de sus decisiones (que a mí se me antojaban caprichosas) y que tiraban por tierra miles de horas de trabajo de muchos especialistas. Llegados a ese punto, no tuve otra opción que exponerle que no podríamos asumir todos los costes de nuevos meses de trabajo... Y entonces aquel alcalde se convirtió en un torrente de gritos, amenazas y vejaciones.
Aquel energúmeno no valoraba nada nuestro esfuerzo y compromiso por aquel proyecto y además mediante insultos y amenazas (con el silencio bochornoso de sus asesores municipales) exigió un nuevo proyecto a coste cero.
Recuerdo la humillación que sentí como también recuerdo que con dignidad me levanté y le dije que sus amenazas no eran el camino... y ahí empezó nuestro calvario: rescisión del contrato y casi una década para reclamar los honorarios y sobre todo la dignidad de todos los que intervinimos...
Casi nos llevó a la ruina económica, pero el recuerdo de la humillación y del abuso aún sigue intacto y sigue escociendo.
Pero al fin la justicia ha hablado y ha exigido a esa ciudad que nos compense... con grandes sobrecostes.
Ahora, en unos meses, les corresponderá a sus paisanos elegir si apuestan de nuevo por un populista con actitudes dictatoriales o por un buen gobernante.
JUAN CARLOS GARCÍA DE LOS REYES (1960. Guadix, Granada. Andalucía), es Master en Arquitectura (ETSA Sevilla 1984) y Máster en Estudios Urbanos y Territoriales (INAP 1993). Autor de La Ciudad Comprometida
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