“De Architectura constituye la suma de la arquitectura y la urbanística grecorromanas”
Continuamos con este recorrido analítico de la extraordinaria obra del gran mentor Vitruvio Polion, un arquitecto e ingeniero romano, quien plasmó en un tratado denominado Los diez libros de la Arquitectura, los conocimientos y principios básicos que han regido por años en todas las teorías y prácticas de la Arquitectura. Esta ciencia que forma parte de nuestras vidas y es el inicio de las civilizaciones. Ahora veremos el Libro II, que habla sobre los materiales de construcción.
El primer libro de la obra desarrolla los siguientes temas:
LIBRO II.
Materiales de construcción. Ladrillos, arena, cal, mortero, puzolana; canteras; la madera; el abeto.
I.De la vida de los hombres primitivos y de los principios de la Humanidad, así como del origen de los edificios y de sus progresos
II.De los principios de las cosas según las opiniones de los filósofos
III.De los adobes
IV.De la arena
V.De la cal y de cuál es la mejor piedra de que se hace
VI.Del polvo de Puzol
VII.De las canteras
VIII.De las clases de edificaciones
IX.De la madera. De lo que hay que observar al cortar la madera para construir y de las cualidades superiores de algunos árboles
LIBRO II
I.De la vida de los hombres primitivos y de los principios de la Humanidad, así como del origen de los edificios y de sus progresos
En los primeros tiempos, los humanos pasaban la vida como las fieras salvajes, nacían en bosques, cuevas y selvas y se alimentaban de frutos silvestres. En un momento dado, en un lugar donde espesos bosques eran agitados por las tormentas y los vientos continuos, con la fricción de unas ramas con otras provocaron el fuego; asustados por sus intensas llamas, los que vivían en sus aledaños, emprendieron la huida. Después, al calmarse la situación, acercándose más y más, constataron que la comodidad y las ventajas eran muchas junto al calor templado del fuego; acarreando más leña y manteniendo el fuego vivo invitaban a otras tribus y, con señas, les hacían ver las ventajas que lograrían con el fuego. En este tipo de reuniones o encuentros, como emitían sonidos muy confusos e incomprensibles, fijaron unos términos provocados por su trato cotidiano.
Con el fin de actuar lo mejor posible, comenzaron a hablar entre ellos designando con nombres los distintos objetos más útiles y, por casualidad, surgieron las primeras conversaciones. Por tanto, habían surgido las asambleas y la convivencia, precisamente por el descubrimiento del fuego.
Las primeras comunidades de humanos se agruparon en un mismo lugar en un número elevado, y dotados por la naturaleza de un gran privilegio respecto al resto de animales, como es el que caminaran erectos y no inclinados hacia adelante, observaron las maravillas del universo y de los cuerpos celestes, e igualmente manipularon los objetos que querían con toda facilidad con sus manos y sus dedos y, así, unos construyeron techumbres con follaje, en aquellas primitivas agrupaciones humanas; otros excavaron cuevas al píe de la montaña, e incluso otros, fijándose en los nidos construidos por las golondrinas, imitándolos, prepararon habitáculos donde guarecerse, con barro y con ranuras.
Al observar unos las chozas de otros y al ir aportando diversas novedades, fruto de sus reflexiones, cada vez iban construyendo mejor sus chozas o cabañas. Mas al tener los humanos una enorme capacidad natural imitativa que -aprende con facilidad, día a día mostraban unos a otros sus logros, satisfechos de sus propios descubrimientos, y, de esta forma, cultivando su ingenio en las posibles disputas o debates, lograron construir cada día con más gusto y sensatez.
En un primer momento, levantaron paredes entrelazando pequeñas ramas con barro y con la ayuda de puntales en forma de horquilla colocados en vertical.
Otros levantaban las paredes, después de secar terrones de tierra arcillosa, uniéndolos asegurándolos con maderos atravesados que por la parte superior cubrían con cañas y follaje, con el fin de protegerse de las lluvias y de los fuertes calores. Posteriormente, las techumbres, incapaces de soportar las borrascas de las tempestades invernales, fueron sustituidas por techos de doble pendiente, y así, cubriendo con barro las techumbres inclinadas, consiguieron que se deslizaran las aguas de lluvias.
Ahora bien, como con la práctica diaria lograron adquirir unos métodos más adecuados para la construcción, utilizando su talento y su astucia y gracias a su actividad cotidiana, consiguieron una buena técnica o profesionalidad; fueron potenciando su habilidad en sus obras y se consiguió que, quienes fueron más diligentes y constantes, profesaran ser artesanos.
II.De los principios de las cosas según las opiniones de los filósofos
Tales fue el primer filósofo que pensó que el agua era el principio de las cosas.
Heráclito de Éfeso afirmó que era el fuego.
Demócrito y posteriormente los epicureos, afirmaron que el principio de todas las cosas eran los «átomos».
Los pitagóricos añadieron al fuego (de Heráclito) y al agua (de Tales), el aire y la tierra.
Por tanto, como parece que todas las cosas son un conjunto de tales átomos y que se originan a partir de ellos, y además, como los átomos se diversifican en innumerables especies de sustancias, según Vitruvio, conviene poner de manifiesto la diversidad y diferencia de sus usos, las propiedades que éstas poseen en las edificaciones, para que, una vez conocidas, quienes piensen construir no cometan ningún error, sino que dispongan de los recursos adecuados y apropiados para sus construcciones.
III.De los adobes
Vitruvio habla primero sobre los adobes, indica de qué tierra es menester hacerlos, no se debe hacer con tierra que contenga gravas ni otros elementos que puedan disminuir la capacidad resistente del adobe.
Los adobes se deben hacer de tierra blancuzca gredosa, o de almagre, o de marga consistente,1porque estos tipos de tierra se identifican por su pastosidad, tienen tenacidad y no son pesados, y como consecuencia tiene trabajabilidad, pues es moldeable.
Luego se pasa a poner en moldes, y agregando arena fina este se retira suavemente, dejando secar el adobe durante treinta días.
IV.De la arena
Lo primero de que debemos ocuparnos, en las obras de mampostería, es de la selección de una arena que sea adecuada para el mortero, esto es, que no tenga tierra mezclada.
Las clases de arena son: negra, blanca, roja y carboncillo. De estas cuatro clases, la más idónea será la que, al frotarla fuertemente con las manos, produce un crujido; este efecto no se consigue con la arena mezclada con tierra, pues no tiene aspereza. De igual modo, la arena mas idónea es la que, envuelta en un vestido blanco, al sacudirla después, no mancha si ensucia, ni deja sedimento de tierra. Si no hay arenales de donde extraer la arena, deberá cribarse la de los ríos o bien la grava del litoral marino. Pero esta clase de arena tiene el siguiente inconveniente: se seca con mucha dificultad y las paredes no soportan fácilmente grandes cargas, si no se dejan descansar con interrupciones y no se levantan bóvedas sobre ellas.
V.De la cal y de cuál es la mejor piedra de que se hace
Explicadas ya las diversas clases de arena, nos ocuparnos, con el mismo cuidado, sobre la cal que se obtiene por calcinación de piedra blanca o sílice; la cal que resulte de piedra dura y compacta será muy útil en la construcción y la que resulte de piedra más porosa será mejor para los enlucidos.
Cuando la cal queda apagada, se mezcla con arena de cantera, en proporción de tres cuartas partes de arena por una de cal; si se trata de arena de rió o de mar se mezclaran dos partes de arena por una de cal; así se hará una exacta y justa proporción de la mezcla.
Se conseguirá una mezcla de mejor calidad para su uso, si se añade a la arena de rió o del mar una tercera parte de arcilla machacada y cribada. Por tanto, cuando se echa agua y arena a la cal, se consigue consolidar la obra y la razón parecer ser que, como todas las sustancias, las piedras también están compuestas por los cuatro elementos básicos: las que poseen mas aire, son blandas; las que poseen mas agua, resultan mas dúctiles por su humedad; las que tienen mas tierra son mas duras y las que tienen mas fuego son quebradizas.
Por tanto, cuando la cal mantiene abiertos sus poros, se mezcla fácilmente con la arena, se une conjuntamente y, al secarse, logra la solidez de los edificios si la mezclamos con piedras de cimentar.
VI.Del polvo de Puzol
Encontramos también una clase de polvo que encierra verdaderas maravillas, de un modo natural. Mezclado con cal y piedra tosca, ofrece una gran solidez a los edificios e incluso en las construcciones que se hacen bajo el mar, pues se consolida bajo el agua.
Parece que esta particularidad se debe a que, bajo las montañas, hay tierras ardientes y abundante agua caliente, que no se darían si no hubiera en las profundidades magma en grandes cantidades, que arde o bien por el azufre, o bien por el alumbre, o por el betún.
Así, al permanecer el fuego en la profundidad, el calor de sus llamas va abrasando los intersticios telúricos configurando una tierra ligera y la toba, que surge aquí, no contiene nada de agua. Por tanto, como estos tres factores, originados por una causa similar como es la fuerza del fuego, coinciden en una sola mezcla, al absorber agua a la vez, se unen formando un todo compacto y endurecido, que adquiere mayor solidez por causa del agua, y ni las olas ni el ímpetu del mar pueden deshacerlos o disolverlos. Este hecho es indicativo de que en estos parajes hay también fuego.
Esta clase de arena, que es el carboncillo, se da en muchos lugares al quemarse la tierra interiormente por la intensidad y la fuerza del vapor subterráneo.
VII.De las canteras
Se ha hablado de la cal y de la arena y de sus diversas cualidades. Siguiendo el orden, se desarrolla en este gran tratado de la arquitectura, el tema sobre las canteras de las que se extraen piedras talladas y piedras toscas que utilizamos para la edificación.
Son piedras que poseen muy diversas y distintas propiedades. Unas, en efecto, son blandas, otras son templadas, otras piedras son duras.
Las piedras blandas poseen la cualidad de que, después de extraerlas de las canteras, se manejan con toda facilidad. Si se colocan en lugares cubiertos, mantienen perfectamente el peso de la obra, pero si están en lugares abiertos al cielo, se desmenuzan y se deshacen debido a los hielos y a las escarchas; igualmente, junto a la costa del mar se disuelven carcomidas por el salitre y no resisten ni el oleaje ni las mareas. Si queremos concluir las obras sin ningún defecto, deben prepararse las piedras de antemano de la siguiente manera:
Se extraerán las piedras en bruto con anticipación, aproximadamente de dos años antes del momento de edificar, esto se realizará preferiblemente en verano y no durante el invierno. Y amontonadas en tierra se mantendrán a cielo raso.
Las que durante estos dos años queden dañadas por los agentes climáticos, se deberán colocar en los cimientos; las restantes, que estén intactas, como probadas por la misma naturaleza, darán solidez y firmeza en las construcciones que se levanten a lo alto. Estas precauciones deben tenerse en cuenta también con las piedras para la mampostería.
VIII.De las clases de edificaciones
Según Vitruvio, encontramos dos tipos de edificaciones: el reticulado, ahora de uso general; y el antiguo que se llama incierto, de éstos el más elegante es el reticulado, pero está también dispuesto a agrietarse, pues sus asientos se encuentran en el mismo sentido, y no tienen una fuerte traba que lo haga resistente, en cambio el segundo tipo, el incierto, como las piedras están unidas unas sobre otras, unidas y trabadas entre sí, constituyen una estructura no elegante, pero sí más sólida que la del reticulado.
De todas maneras en ambos tipos de edificación, se debe levantar paredes con piedras muy pequeñas, para que los muros bien provistos de cal y arena duren más tiempos. En esta sobras se siguen dos procesos, el isódomo, y el otro el seudoisódomo, el primero es aquel en que todas las hiladas están hechas con un espesor igual, y el segundo en el que los órdenes de las hiladas son irregulares y desiguales.
IX.De la madera.
De lo que hay que observar al cortar la madera para construir y de las cualidades superiores de algunos árboles
La madera debe cortarse en el intervalo de tiempo que media entre el otoño. No es conveniente cortarla en primavera, pues todos los árboles están a punto de brotar y concentran su energía para hacer florecer su follaje y sus frutos de cada ano. Cuando están sin hojas y húmedos, por motivo de la estación del año, son inútiles y poco aptos, debido a su porosidad. Exactamente por la misma razón, en el otoño, al madurar sus frutos y en consecuencia marchitarse su follaje, reciben las raíces de los árboles toda su savia de la misma tierra, y vuelven a renovar su anterior robustez.
La fuerza del frió invernal les da consistencia y los mantiene como comprimidos, durante esta estación. Por tanto, si se tala su madera durante este tiempo; será una madera apropiada.
Es muy interesante como Vitrubio abarca temas amplios de acuerdo a su experiencia, ya que como sabemos, además de ser proyectista se ha desarrollado en el campo de construcción, así que gracias a sus conocimientos adquiridos nos transmite las características primordiales de los materiales a emplearse en las edificaciones. En el siguiente artículo continuamos con el análisis de Los diez libros de la Arquitectura – Libro III.
BIBLIOGRAFÍA
1.De Architectura – Marco Lucio Vitruvio Pollino
2.www.artifexbalear.org
3.www.almendron.com/arte/arquitectura
http://www.arqhys.com/libro-vitrubio.html
www.todoarquitectura.com
ARQ. TANIA AREVALO LAZO
Docente Universitaria
Gerente de Empresa Constructora
Proyectista Independiente
Premio Koriwasi Universidad Ricardo Palma
Estudios de Intercambio en la UNAM Mexico