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16 mayo 2024

LA EDUCACIÓN EN EL TAWANTINSUYU. LOS ANTIGUOS “MAESTROS ANDINOS” - JORGE CARLOS ALVINO LOLI

 


1. Introducción

La enseñanza es una actividad característica al ser humano en todos los tiempos y lugares, la gente tuvo que transmitir sus experiencias y asimilar nuevos conocimientos. El Homo sapiens, que es la que llega a América hace más de 20.000 años, ya contaba con una cultura apropiada para sobrevivir y adaptarse al nuevo territorio, pero fue modificando su vida en las distintas regiones. El área andina fue poblada hace 15.000 años y desde entonces resolvió la manera de transmitir su cultura de diversos modos. Mientras que en el Viejo Mundo la escritura aparece hace más de 5,000 con el inicio de la alta civilización, en los andes este surgimiento civilizatorio viene acompañado de otros desarrollos como la arquitectura monumental, la agricultura, etc., siendo la transmisión de conocimientos efectuada por distintos modos iguales de efectivos y eficaces como la escritura.

Algunas actividades o trabajos pueden realizarse de manera empírica, abasteciéndose de la práctica diaria y el lenguaje directo, de padres a hijos o de compañeros de profesión, sin embargo, otros conocimientos más profundos y que requieren atravesar lapsos de tiempo temporal o grandes distancias espaciales deben guardarse y mantenerse con precisión, para esto debía haber especialistas en conservarlas y más aún de transmitirlas correctamente según sus intereses. Los conocimientos de medicina para curar o los astronómicos para poder sembrar y comer, hacen pensar en una cultura cuya base de datos necesita un sistema apropiado que no hemos entendido completamente.

En esta oportunidad creemos conveniente exponer un tema que requiere aún de más estudios como lo es Los Maestros en el Tawantinsuyu; la articulación de un gran período de tiempo, como ha sido el que se ha denominado “Prehispánico” con el posterior período “Virreinal” no se ha entendido completamente debido al gran colapso social que existió entonces y en el cual se perdieron muchos “saberes” preexistentes y que sin embargo han dejado indicios que incluso, hoy, muy transformados, subsisten. 

Un aspecto importante del tiempo prehispánico es el de la educación, la cual sólo abordaremos en su lapso temporal final (al cual los arqueólogos denominan Horizonte Tardío que se ubica de 1470 a 1532 dC) y delimitado casi exclusivamente a la sociedad Inca (esto no quiere decir que durante este tiempo no haya habido otras formas de educación en el resto del territorio). Nuestro objetivo es revisar referencias de diversas fuentes escritas y contrastarlas entre ellas para buscar concordancias o distinguir aportes en las perspectivas de los distintos investigadores.

2. Antecedentes

El estudio de la historia de la educación en el Perú Prehispánico (o del Perú Antiguo, como comenzó a llamarlo retrospectivamente Sebastián Lorente ya desde el siglo XIX, o historia del Período Autónomo, como lo diría Pablo Macera) necesita, a diferencia de periodos posteriores , abordarse con ciertas pautas y restricciones. Primero es convenir en que se abordan sociedades que mentalmente son muy diferentes, con una cultura cuyo desarrollo independiente de otros continentes posee raíces muy fuertes que desembocaron en un concepto de educación sin duda distinto al que tenemos. Segundo, gran cantidad de las evidencias se han perdido, por la muerte de sus intérpretes, ya sea por guerras o epidemias; la falta de transmisión o ruptura de esta por la erradicación de las costumbres culturales que existían; la destrucción sistemática de los objetos o bienes que servían de infraestructura o aparato transmisor de conocimientos y, finalmente, la propia falta de investigaciones o por el último interés de los investigadores.

La mayor parte de fuentes las obtenemos de los documentos realizados por los llamados cronistas principalmente los “tempranos” por ejemplo Martín de Murúa (Historia General del Perú) o Cieza de León (Señorío de los Incas); aunque muchas veces sus señas sean ligeras o estructuradas desde su universo mental de clérigos o soldados. Un aporte inevitable, aunque muy cuestionado por su sesgo parcializado es el de Garcilaso de la Vega, quien, en su mundialmente Comentarios Reales de los Incas (1609), dio a conocer al mundo el paisaje social casi mítico del Tawantinsuyu. 

Las exposiciones de Garcilaso mezcla recuerdos familiares con datos que ciertamente vivieron muchos años antes de haber escrito su obra, sin embargo, no se puede negar que fue un testigo importante y dejó en la memoria de los peruanos una impronta de lo que fue el Tawantinsuyu. Los Comentario reales abren además una perspectiva hacia la subjetividad o intencionalidad que podían tener los gobernantes quechuas con respecto a la educación en su tiempo.

Una fuente tangencial lo puede constituir los glosarios o diccionarios tempranos que nos acercan al lenguaje que de alguna manera encierra el pensamiento de esa época; palabras pertinentes a la educación existente en el Lexicón de Fray Domingo de Santo Tomás de 1560 o el Vocabulario de Lengua Qquichua de González Holguín (1608), sirven en muchos sentidos para designar conceptos que no fueron entendidos por los propios cronistas.

En otro rubro de referencias también consideramos algunos especialistas de la historia de los Incas, como Waldemar Espinoza Soriano, María Rostworowski o José Antonio Del Busto, porque son quienes difundieron mucho de estos temas durante décadas y sus explicaciones forman parte de la historiografía de la que se han devenido generaciones de historiadores y, por último, consideramos a algún educador como Daniel Valcárcel, por ejemplo, porque ha realizado estudios específicos sobre el tema. Sin embargo, creemos que es importante también para este tipo de investigaciones verificar esta información con otras provenientes de otras disciplinas, la información etnohistórica como fuente posee limitaciones o imprecisiones que deben contrastarse con pruebas materiales, por ejemplo.

3. Los “Maestros” durante el Tawantinsuyu

3.1 El Yachayhuasi

Este lugar ha alcanzado renombre a través de los siglos, los historiadores lo citan siempre como un lugar para la élite, como un: “centro de enseñanza para los jóvenes de realeza y la nobleza, vale decir, futuros integrantes de la clase dirigente”. (Del Busto 1982:171) por su puesto esta élite no solo era cusqueña, pero si enfocada a aprender de la cultura quechua:

“Para la educación de la casta de los Orejones, Pachacutec amplió el Yacha Huasi o escuela fundada por Inca Roca, a ella acudían no sólo los jóvenes del linaje de los Incas, sino los hijos de los Curacas de las provincias conquistadas. A la edad de quince años, enviaban los Curacas a sus hijos al Cuzco, ingresando muchachos al Yacha Huasi; no sólo aprendían el runa simi sino que principiaban a servir a los Incas. Viejos y sabios indios enseñaban a los jóvenes los diversos cursos.” (Rostworowski 1951: 206) 

El yachayhuasi se encontraba en el Cuzco, pero destaca como institución y edificio público importante dentro de la trama urbana. Los historiadores la ubican con precisión: “Quedaba el yachayhuasi detrás de los palacios de Inca Roca y Pachacutec, sus grandes benefactores, dando sus puertas a una calle principal que cruzaba un limpio arroyo” (Del Busto 174); con más precisión se detecta “…ubicado el edificio en que funcionaba en el Janan Cusco, próximo al Palacio de Inca Roca, que parece haber sido el fundador.” (Valcárcel L. 1964: 180) Estas versiones nacen de la fuente del cronista Inca Garcilaso de la Vega, quien lo narra así:

“…barrio Huacapuncu, que es puerta del santuario, que estaba al norte de la plaza principal de la ciudad, al cual se le seguía, yendo al mediodía, otro barrio grandísimo, cuyo nombre se me ha olvidado; Podrémosle llamarle el barrio de las escuelas, porque en él estaban las que fundaron el Rey Inca Roca... en indio dicen yacha Huaci, que es casa de enseñanza.” (Garcilaso 1959 [1609] Libro Sétimo Cap. X. 394) 

Es interesante notar que a esta zona se le denomina “barrio de las escuelas”, más allá que solamente Yachayhuasi. También aparecen dos incas como vinculados a este barrio o mejor aún, ayudandoon a consolidarlo; el primero es Inca Roca (quien había gobernado hacia el 1380), sexto gobernante cusqueño y el primero de los Hanan Qusqu, quien se desarrolló cerca y. “…fundó el rey Inca Roca su casa real, por favorecer a las escuelas, yendo muchas veces a ellas a oír los maestros.” (Garcilaso 1959 [1609] Libro Sétimo Cap. X. 394). Otro inca fue el mismo Pachacutec (1400-1471 aproximadamente), perteneciente a la misma dinastía de Hanan Qusqu y quien consolidó otras instituciones y transformó el Cusco y configuró el propio Imperio. Pachacútec era bisnieto de Inca Roca, y

“…por favorecer las escuelas que su bisabuelo fundó, mandó labrar su casa cerca dellas. Aqellas dos casas reales tenían a sus espaldas las escuelas. Estaban las unas y las otras todas juntas, sin división. Las escuelas tenían sus puertas principales a la calle y al arroyo; los Reyes pasaban por los postigos a oír las liciones de sus filósofos, y el Inca Pachacutec las leía muchas veces, declarando sus leyes y estatutos, que fue gran legislador. En mi tiempo abrieron los españoles una calle, que dividió las escuelas de las casas reales, y un hermosiísimo galpón, que en tiempo de los Incas, en días lloviosos, servía de plaza para sus fiestas y bailes.” (Garcilaso 1959 [1609] Libro Sétimo Cap. X. 394-395) 

Las explicaciones de Garcilaso dan cuenta de un lugar privilegiado, protegido y central, pero también asociado a la realeza y por tanto reservado y controlado. Aunque Garcilaso mencionará las actividades que al interior se realizaban no menciona detalles de su interior ni materiales, muebles u otros soportes educativos. 

En cuanto a las dimensiones del Yachaywasi esta no es exacta y probablemente sus límites debieron ser más amplios de tal manera que colindaran con el Palacio de Inca Roca como lo indican las descripciones, esto lo ratifica el plano de ubicación que publica Kauffmann (Figura 1) , sin embargo, el mismo autor describe la ubicación:

  “hacia el norte de la ciudad, en el antiguo barrio de Pumacurco y en la calle de ese nombre, se presentan muros incaicos que algunos estudios suponen pertenecieron al Yachayhuasi de los Incas; éstos, se extenderían, probablemente, hasta la actual Plazuela de las Nazarenas, cubriendo sectores del monasterio y de la Iglesia de las Nazarenas, y los que dan a la calle Siete Culebras.”

La base de los muros de las calles cercanas de Siete Culebras, Palacio y principalmente Hatumrumiyoc presentan sendos muros de técnica imperial inca. Es interesante indicar que Kauffmann menciona como “Casa del Saber" (Yachayhuasi)” a la portada del Monasterio de las Nazarenas, la cual: “…exhibe un dintel colonial temprano, enclavado en muros incaicos o incaicos reconstruidos” (Kauffmann 2002: 929).

En cuanto a lo que se enseñaba en el Yachayhuasi se ha considerado que dentro de su contexto era de carácter avanzado, es decir no eran una educación básica o elemental, más bien podría equivaler a estudios superiores y se daban en orden progresivo. El cronista Martín de Murúa lo explica detalladamente:

“El primer maestro enseñaba al principio la lengua del Ynga, que era la particular que él hablaba, diferente de la quichua y de la aymara, que son las dos lenguas generales de este reino. Acabado el tiempo, que salían en ella fáciles, y la hablaban y entendían, entraban a la sujeción y doctrina de otro maestro, el cual les enseñaba a adorar los ídolos y sus huacas, a hacerles reverencia y las ceremonias que en esto había, declarándoles la diferencia de los ídolos y sus nombres y, en fin, todas las cosas pertenecientes a su religión y supersticiones. Al tercer año entraban a otro maestro, que les declaraba en sus quipus los negocios pertenecientes al buen gobierno y autoridad suya, ya las leyes y la obediencia que se había de tener al Ynga ya sus gobernadores, y los castigos que se les daban a los que quebrantaban sus mandatos. El cuarto y postrero año, con otro maestro aprendían en los mismos cordeles y quipus muchas historias y sucesos antiguos, y trances de guerras acontecidas en tiempos pasados ​​y las astucias de sus Yngas y capitanes, y el modo con que conquistaron las fortalezas y vencieron a sus enemigos y todas aquellas cosas que notables habían sucedido, para que las tuviesen de memoria y las refiriesen en conversación; y entre ellos y los maestros se las hacían contar y decir de memoria, porque por el modo que en referirlas tenían, sacaban la facilidad, entendimiento y prudencia de que habían sido dotatos, y su buena o mala naturaleza de los muchachos.” (Morúa, Fray Cap XII Historia General del Perú)

Es decir, se enseñaba la historia oficial y se profundizaba en legislación y contabilidad, es decir cursos de control, pero además debía darse cursos de gran complejidad técnica como ingeniería o arquitectura (con todos los principios que eso conlleva): “Debieron también impartirse conocimientos de orden técnico sobre todo para los que debían dirigir las grandes obras públicas (caminos, puentes, canales, reservorios y terrazas agrícolas, construcción de edificios, etc.).” (Valcárcel L. 1964: 181) Especial importancia debió significar el aprendizaje del Quipu, el cual se daba en el tercer y cuarto año, por lo cual eran cursos de especialización, que:

“parece haber sido más complicado que un simple sistema de contabilidad, por el sentido que se debían a los colores de los cordones que usaban. Asimismo, debieron enseñarse cursos de carácter científico como los relacionados con la astronomía y meteorología” (Valcárcel L. 1964 181)

Aunque, como se explicó, la disciplina y la obediencia eran importantes también se cuidaba al discípulo pues: “En el yacha Huasi, los jóvenes eran bien tratados, no tenía el maestro derecho de pegarles más de una vez al día, “y no en las nalgas, más en las plantas de los pies”, si el Amauta se excedía, tenía que sufrir un castigo del Inca” (Rostworowski 1951: 206)

finalmente 

“…Toda la enseñanza se dirigió hacia un examen de carácter militar llamado huaracu, que se efectuaba todos los años o cada dos años en el Cuzco, y que permitía a los incas asegurarse de que los futuros miembros de la élite eran capaces de ser jefes. de ejército”. (Baudin 1973: 150-151)

3.2 Los Maestros 

La transmisión de conocimientos y la formación “profesional” de la gente, es decir prepararlo para sus labores o ejercicio dentro de la sociedad, forma parte de un proceso educativo, para lograr esta transmisión de manera correcta en las sociedades humanas se reconoce la figura del Maestro, esta palabra de origen español fue introducida luego de la conquista del Tawantinsuyu pero en su contexto original debieron existir denominaciones distintas para la persona que se dedicaba a enseñar o formaba parte dentro de un proceso de educación; así, el Lexicón de Fray Domingo de Santo Tomás de 1560 consigna:

Yachacchic: ayo que enseña a otro.

También el Diccionario de González Holguín, de 1608 registra las palabras:

-Amauta: Sabio, prudente, cuerdo.

-Yachachic: Maestro.

-Yachani: Sauer.

-Yacha chik: El que haze, o hazedor.


Por otras fuentes tempranas, por ejemplo, la de los cronistas como el sacerdote jesuita Blas Valera, sabemos que los Incas escogían “…maestros muy sabios de las cosas de los indios para los hijos de los príncipes y de la gente noble”. (Historia de los Incas 1945: 14). Martín Murúa, fraile mercedario explica ampliamente sobre “… maestros que había para diferentes cosas y diferentes tiempos de los discípulos” (Murúa 1590: Libro II. Cap. XIII).

Quizás por esto y por la indudable destreza y arte demostrada en la materialidad de sus logros, los propios arqueólogos incluyen dentro de los estadios culturales andinos un período denominado como de “Maestros Artesanos” (Bennett y Bird 1949).

En el pasado prehispánico debieron entonces existir maestros de diversos tipos y categorías que sin duda eran muy reconocidos en su tiempo, Daniel Valcárcel nos da una aproximación a sobre su responsabilidad que era: “Ejercer una función pedagógica significa asumir, poco a poco, la responsabilidad de enseñar, de indicar caminos de iniciación cultural, eficiencia técnica y responsabilidad moral.” (Valcárcel D. 1961: 29)

El Amauta

Como indicamos, González Holguín menciona a Amauta como: “prudente, sabio, cuerdo”; por lo tanto, un ser inteligente, reflexivo y hasta intelectual, pero no necesariamente un transmisor de enseñanza, como lo indica la voz yachachic. “el que enseña”. Esto también lo distingue Garcilaso cuando habla del Yachayhuasi en donde “…Vivían en él los sabios y maestros de aquella república” y, menciona para “…amauta, que es filósofo…” (Garcilaso 1959 [1609] Libro Sétimo Cap. X. 395 ) 

Aun así, existe consenso en señalar a los Amauta como los responsables de la educación y notables de la sociedad: “La enseñanza en el yachayhuasi corría a carga de los sabios llamados Amauta, cuyo status social era el mismo de la nobleza, en la que actuaron como consejeros o asesores de los Incas.” (Valcárcel L. 1964: 181) “El Amauta exhibirá a veces una clara finalidad pedagógica, pero variará otras. Aunque seguirá presentándose constantemente como el maestro o Yacháchic por antonomasia”. (Valcárcel 1961: 29) Para la interpretación de Baudin por ejemplo, los amautas poseían un amplio repertorio de conocimientos, casi como un artista del Renacimiento, de esta manera:

“los amautas enseñaban ciencias profanas y religiosas a la vez; ninguno de los conocimientos adquiridos en su tiempo les era extraño: matemáticas, astronomía, estadística, teología, historia, política, poesía, música, cirugía y medicina; componían tragedias y comedias que eran presentadas por ellos mismos, y estaban encargados de interpretar la ley. Quizás hasta llenaban las funciones del ingeniero, dirigiendo la construcción de canales, los caminos, las fortalezas y las ciudades, y fabricaban ciertos ornamentos de culto y ciertos objetos preciosos destinados a los grandes dignatarios.” (Baudin 1973: 150-151).

También Valcárcel lo señala como un distinguido personaje de ascendencia nobiliaria y un intelectual de amplios alcances, pero también de suficiencia espiritual:

“El hombre que esencialmente representa el saber superior, el sabio o quizás más propiamente el filósofo, el científico, la esteta creador está encarnado por el Amauta, hombre de ´ilustre linaje´. Según calificación de Garcilaso Chimpuocllo. Constituye un tipo humano dueño de la máxima representación en el pensamiento especulativo tawantinsuyense y su derivación práctico-docente, en cuyo derredor se desarrolla y gira la totalidad de la cultura incaica. con terminología apropiada, podría calificarse al Amauta como el homo intelectualis y moralis incaico, integración de sapiencia cuantitativa y madurez cualitativa y creadora.” (Valcárcel D. 1961: 29)

Una idealización de esta escena la plantea el propio Del busto: “Nos imaginamos al Amauta, quieto y majestuoso, hablando en el más puro y selecto runa-simi, mientras sus jóvenes alumnos, ávidos de saber, escuchaban en cuclillas. Para los perezosos había azotes en las plantas de los pies, nunca más de diez y sólo una vez al día. Si el maestro se propasaba en la sanción dicen que le era cortada la mano derecha.” (Del Busto 1982: 174)

El Harávec

Es nuevamente Garcilaso quien los menciona como otros maestros del Yachayhuasi: “Vivían en él los sabios y maestros de aquella república, llamados …huarávec, que es poeta” (Garcilaso 1959 [1609] Libro Sétimo Cap. X. 395) La opinión del historiador Del Busto complementa la definición de su trabajo pedagógico: “Para facilitar este aprendizaje estaban los poetas o Haravicus, especializados en poner las lecciones en verso y hacerlas repetir a los muchachos” (Del Busto 174)

“Los Harávecs o “inventadores” –como los titula Garcilaso Chimpuocllo- fueron los poetas, que encarnan al esteta del antiguo Perú. Sus asonantes composiciones líricas poseían más bien un carácter sintético, mientras las épicas, de mayor extensión, estaban dedicadas a cantar las hazañas de los Incas y señores principales” (Garcilaso Lib. II. Cap. XXVII.)

Una valoración extensa de los Harávecs es expresada por Valcárcel:

“Para acompañar los versos amorosos, Haravec tocaba la flauta. En forma sencilla muchos de sus poemas expresan una profunda sabiduría de la naturaleza. Los Haravecs eran verdaderos rapsodas o troveros, representantes de las más altas formas artísticas del Imperio… Fueron poetas de gran capacidad memorística, con ese enorme poder retentivo, casi increíble, que poseen los pueblos de incipiente escritura.” (Valcárcel 1961: 32)

Otro aspecto contado por los Harávecs se nutre de aspectos del pasado histórico, casi épico, a modo de exaltar el pasado o grandeza de un pueblo:

“Hubo fabulosos cantores de gesta, representantes del recuerdo imperial incaico, donde el hecho legendario y el acontecimiento cercano van tomando presencia y corporeidad y se transmiten de generación en generación.” (Valcárcel 1961: 31-32) 

Estas composiciones no se restringían al claustro, sino que podían utilizarse en eventos sociales: “En sus fiestas se relataban los hechos memorables prósperos o adversos, conservados en la memoria por gentes escogidas con el fin de que “hiciesen y ordenasen cantares para que por aquel sonido” podréis entender en el futuro los hechos pasados.” (Valcárcel 1961: 32)

Esto fue registrado por Martín de Murúa quien pudo ver como se aplicaban los cantares como recordatorio en las fiestas, aún décadas después de la caída del Imperio:

“Estos indios no tenían letras ni leyes ni status ni ordenanzas en este tiempo, más solamente en los cantares y bailes, que ellos llamaban y hoy en día llaman arabico, memoraban y recontaban las cosas pasadas antiguas, de esta manera: juntábase muchos de ellos ansi como indias y trabábanse de las manos o por los brazos, y uno de ellos guiaba, y así iban cantando en coro… y así decían sus historias y memorias pasadas; como murieron sus Ingas y cuántos y cuáles fueron, y que cosas hicieron, y otras cosas desta manera, que ellos quieren que no se olviden y que se comuniquen a chicos y grandes” (Murúa Lib. III, cap. VI).

El Quipucamayoc

Los cronistas consideran una traducción segura para Quipucamayoc la de “contador”, aunque esto se fue complejizando hasta adquirir las cualidades de “mayordomo” (Cobo), “escribano” (Garcilaso) o “(Contador Mayor Tesorero” (Guaman Poma). evidente que debido a su complejidad de usos y significados haya necesitado incluso más cualidades en sus intérpretes. Una definición clásica es la de Espinoza: “En los que toca a los quipucamayos, expertos en contabilidad, se adiestran desde pequeños observando la pericia de sus progenitores. . Lo que anhelaban y aprendían en el arte de componer los nudos y el secreto de descifrarlos de conformidad a cálculos precisos. Los quipucamayos representaban a las ciencias exactas: la aritmética y la matemática" (Espinoza 1987: 272).

Los quipucamayoc sabían hacer quipus, pero debido a su propia naturaleza y función habían varios tipos. En un estudio Moscovich define tres tipos de kipus locales del ayllu, locales regionales del inca y finalmente, imperiales del Cusco; los quipus además tenían códigos vinculados a su propia región en el caso de ser locales (Moscovich 2016: 220). La importancia de la escuela del Cusco (es decir el yachayhuasi) es que correspondía a esta “formar una élite administrativa imperial superpuesta a la local y leal, en diferentes grados, al rey Inca y sus instituciones” (Moscovich 2016: 223).


El Tarpuntae 

Un caso especial es la existencia del ayllu Tarpuntae, dedicado a la enseñanza principalmente religiosa y rendir culto al sol, aquí 

“…se tenía como misión preparar sacerdotes para el Sol. En dicho ayllu, desde los niños aprendían las prácticas y todo lo referente a los ritos, ceremonias, símbolos, canciones danzas, mitos y leyendas relacionadas con la religión solar. Por lo tanto. Igualmente aprenderían el manejo de los quipus.” (Espinoza 1987: 271). 

Este ayllu era responsable de formar al Wilac Umu, el sacerdote del sumo. La formación religiosa hacia el “sacerdocio se lo llevaba a efecto en el propio ayllu de Tarpuntae, donde los mayores iniciaban a los menores mediante una enseñanza eminentemente práctica tanto en el interior como fuera del templo...” (Espinoza 1987: 271); también:

“…se ocupaban de hacer romerías y culto a Huanacuari, una de las guacas de gran prestigio, y se denominaban sacerdotes del sol. Realizaban romerías anuales a la Casa del sol, llamada Wilca uta (Vilcanota), ubicada en la cumbre nevada del mismo nombre, en el divortium acuarum de la región del Cuzco y del altiplano del Collao.” (Amat 2016: 42).


El Willac Umu 

Llamado “summo sacerdote, que se decía Vilaoma...” (Murúa. Historia… Lib II. Cap. LX) Era quizás el más alto jerarca de la religión, pariente del Sapa Inca, pero, además a quien le correspondía presidir los máximos eventos religiosos: “Era el depositario de la didáctica esotérica del culto, transmitiendo el conocimiento de los oficios divinos”. (Valcárcel 1961: 33) Por lo tanto, era el responsable del cumplimiento y celo de las fiestas religiosas: “Sabía de las épocas de festividades y ayunos y las Múltiples ceremonias correspondientes, es decir el calendario y la liturgia, e iniciaba en su conocimiento. .” (Valcárcel 1961: 33) El Willac Umu era formado en el tarpuntae (mencionado anteriormente) y su posición privilegiada y de control en los eventos de mayor importancia imperial transmitía sin duda ejemplo de la devoción religiosa. 

 4. Conclusiones

La educación al final del Tawantinsuyu, previa a la llegada de los españoles, había desarrollado una configuración organizativa que estaba dedicada a solventar y consolidar el imperio; los aspectos culturales se interconectaban e influían mutuamente en el pasado, la educación tomaba partido de manera decisiva en la religión y la política.

Existían personajes netamente dedicados a la sabiduría, lo cual implica su dedicación exclusiva y la existencia de un aparato que los mantenía debido a su necesidad. Los Amautas podían representar ese estatus más alto de intelectualidad y eran requeridos constantemente por el Sapa Inca en asuntos delicados. 

La figura del maestro en su acepción moderna, en líneas generales, no alcanza para definir el corpus de personajes que se encargaban de la enseñanza en el Tawantinsuyu; Los antiguos “Maestros” poseían cualidades y compromisos más amplios en su dimensión social, quizás por esto el universo de alumnos era más seleccionado y en menor número.

Pensamos que no únicamente los Amauta podían verse comprometidos en la enseñanza de élite, otros personajes complementaban o impartían enseñanza para otros finos más específicos. Al igual que los Quipucamayocs, estos podrían tener categorías o niveles, aunque esto falta investigarse.

La oralidad en la enseñanza a través de los poemas, cantos o incluso en danzas, demuestra que la memoria sensorial, auditiva o corporal estaba más desarrollada que otros aspectos que actualmente apreciamos más. Recordar la historia o enseñarla requería de diferentes sistemas participando al mismo tiempo para poder entenderla o asimilarla como información (algo muy distinto a la lectura de la escritura). Los cronistas mencionan que los maestros o poetas “eran memoriosos” sin duda señalando esa calidad o canal de transferencia a la que estaban adaptados en el Tawantinsuyu.

El Yachayhuasi como institución se mantuvo buen tiempo, al menos durante la vigencia de los Hanan Qusqu y su ubicación en la capital del Imperio era privilegiada lo que demuestra su importancia. Sin embargo, las pocas descripciones de su interior la proponen como un lugar de reserva o control de la información dejando constancia de que la enseñanza profunda o de élite, tenía que ser también resguardada por horribles muros.


Referencias bibliográficas

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Espinoza, W. (1987). Los Incas. Economía, sociedad y estado en la era del Tahuantinsuyo. Amaru ediciones. Lima.

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Kauffmann, F. (2002). Historia y arte del Perú Antiguo. Tomo 6. La República. Peisa. Lima. 

Mac Lean y Estenós, R- (1952). La educación en el Imperio de los Incas. Ediciones del Instituto Peruano de Sociología. 75p. Lima.

Moscovich, V. (2016). “Educación de los Quipucamayocs ¿Formación de una ideología imperial común entre los señores del Cuzco y las élites provinciales?” En: El Inca y la Huaca: religión y poder de la religión en el mundo andino antiguo. Pontifica Universidad Católica del Perú. Lima.

Murúa, F. (1617) Historia General del Perú. Origen y descendencia de los incas, donde se trata, así de las guerras civiles incas, como de la entrada de los españoles.

Santo Tomás, Domingo Fray. (2007[1560]) Léxico o Vocabulario de la Lengua General del Perú.

Taylor, G. (2011[F. Ávila 1608]). Ritos y tradiciones de Huarochirí. Editorial IFEA. Lima.

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Valcárcel, L. (1964). Etnohistoria del Perú Antiguo. Historia del Perú (Incas). Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima.  

Valcárcel, D. (1961). Historia de la educación incaica. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima.


Figura 1. Ubicación de los “Palacios” en la trama urbana del Cusco” (Kauffmann 2002: 934). La cuadra resaltada en amarillo es la probable ubicación del Yachayhuasi.



Figura 2. Probable portada del Yachaywasi (kauffmann 2002. 927), ubicada en el actual Monasterio de Las Nazarenas, en la esquina inmediata a la cuadra resaltada en la figura anterior. El dintel presenta un tallado colonial de dos sirenas con cabeza de lobo marino que flanquean un escudo en cuyo interior aparecen las iniciales del dueño, arriba una corona y abajo una calavera; algunas unidades pétreas presentan culebras en altorrelieve y que se repiten en la angosta calle Siete Serpientes con la que hace esquina a 10 metros.



Figura 3. Dibujo de Guaman Poma representando a un Quipucamayoc vetido con uncu, kapi y tocado similar a un llauto portando dos flores; en la parte inferior aparece una yupana

Cotador mayor i tesorero / tavuantisuiu quipu / curaca condor chava



Figura 4. Dibujo de Guaman Poma que retrata un hombre viejo que portando un quipu en su mano izquierda; este personaje se considera poseedor de conocimientos importantes (astrólogo). Se aprecia en su oficio de caminar en el campo probablemente hacia las montañas que se ven al fondo y siempre con los astros en el cielo; viste uncu y llaculla, porta chuspa además de un kaspi. 

Indio / astrólogo, poeta, que sabe del ruedo del sol y de la luna y eclipse, y de estrellas y cometas, hora, domingo y mes y año, y de los cuatro vientos del mundo para sembrar la comida, desde antiguo / astrólogo.


Figura 5. Inca Roca (1350-1380), sexto gobernante y primer inca del Hanan Qusqu, fue según Garcilaso, fundador del Yachaywasi. Retrato de Inca Roca, autor desconocido. Hacia mediados del siglo XVIII Museo de Brooklin.  



Figura 6. Rostro de un Amauta. Detalle de la carátula de la revista Amauta (n°1, septiembre de 1926) realizada por José Sabogal. 



Figura 7. Imagen hipotética de un Villac Umu en actitud de concentración abierta frente a un paisaje y vestido de uncu con tocapus, una de las primeras versiones en acuarela de este tema de González Gamarra. (Variedades n. 493. 11 de agosto de 1917). La siguiente imagen (también hipotética) de un Villac Umu o Sumo Sacerdote del Tawantinsuyu, en espacio abierto probablemente en un altar frente a Sacsayhuamán. Perspectiva de González Gamarra, óleo hacia 1929 (Tovar 1944: 45).



Figura 8. Imagen de reconstructiva de un Quipucamayoc (que presenta un chumpi) enseñando en el Yachayhuasi, en un espacio cerrado e iluminado por un vano trapezoidal. La hipótesis de una pedagogía explicativa, directa y material se traduce en este dibujo de Gálvez Almeida 1956.



J. Carlos Alvino L.

(sitio arqueológico de La Galgada -2.700 aC)

jc_alvino@hotmail.com



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