Los seres humanos empleamos con frecuencia referentes. Como espacios físicos o simbólicos en los que nos reflejamos en nuestro camino hacia lo que nos convierte en mejores, recorremos determinados lugares a través de nuestros mecanismos de la memoria o la recreación, buscando entre las piedras la fortaleza de aquello que fuimos en otro tiempo.
Tiwanaku es uno de estos referentes. Y no sólo lo ha sido desde la perspectiva del arqueólogo, del historiador o del cronista, quienes mientras caminaban entre sus restos observaban gigantes petrificados, que escondían en sus extraños grabados el reto de los mecanismos atemporales de una sociedad extinta.
También lo ha sido para todas las personas que componían, y componen, las diferentes sociedades humanas que han habitado en su espacio hasta nuestros días. Aquellos que han construido sus casas sobre el solar de la gran urbe histórica del altiplano, y que emplearon sus viejas piedras para crear los mecanismos de la nueva vida, cuando el recuerdo de sus antiguos pobladores hacía varios siglos que había desaparecido de la memoria colectiva.
Y esta consideración, que sin duda es una circunstancia tanto social como personalmente introspectiva, de Tiwanaku como referente arqueológico para el territorio americano, no deja de haberlo sido per se. Una cuestión que queremos plantear desde la crítica científica, y que nos parece adecuado señalar desde una perspectiva de reflexión básica sobre los acercamientos que tanto la literatura como la ciencia han hecho al sitio.
Desde los ámbitos que han estudiado la cultura Tiwanakota, se han hecho muy pocos esfuerzos por acercar la información al público en general, cuestión especialmente doliente en tanto a la población del sitio y su entorno, actuales detentores de una tradición y un conjunto de posibilidades, medios de vida, obligaciones y circunstancias que marcan su vida cotidiana, por el mero hecho de habitar en un lugar en el mundo.
Un elemento que a los científicos nos debe hacer reflexionar en cuanto a la manera en que hacemos revertir en la sociedad los esfuerzos de nuestras acciones
Por esto, uno de los objetivos principales que desarrollamos con el libro que ahora tienen entre sus manos, es cumplir con esta necesidad: acercar el conocimiento científico sobre Tiwanaku a un público amplio. Es un acercamiento incompleto, de cualquier manera, dado que lo que vamos a hacer a lo largo de las próximas páginas es aproximarnos a una visión muy particular del sitio, a partir de un mecanismo también muy concreto de acercamiento científico, que es la teledetección.
Una herramienta que, aunque explicaremos en mayor detalle en páginas sucesivas, sí es pertinente indicar que nos permite observar el territorio a diferentes escalas, a través de los ojos de distintos mecanismos, como pueden ser los satélites o los aviones no tripulados, que conocemos popularmente como drones. Una mirada a las evidencias del pasado desde el cielo hacia la Tierra.
Esta herramienta nos permite entender la forma en que los seres humanos nos hemos relacionado a lo largo de la historia, entre nosotros y con el entorno que nos rodea.
Nos permite observar las distintas alteraciones que se han producido a nuestro alrededor, y que nos han condicionado en nuestra evolución, desde las primeras sociedades prehistóricas hasta nuestros días; y lo hace mostrándonos las huellas de estos procesos de relación, como una evidencia forense que podemos analizar y comparar, para al final poder reconstruir una imagen aproximada de nuestro pasado, ya sea cercano o remoto.
Sin embargo, esta evidencia es muy distinta a la que nos ofrece, por ejemplo, la excavación arqueológica. Esta nos muestra una imagen fija de un momento concreto de la vida de la gente, con un nivel de detalle muy elevado. La teledetección nos muestra una óptica complementaria a esta forma de trabajo científico: nos muestra la visión general del espacio, como un marco general en el que podemos imbricar los detalles particulares, para entre todo intentar armar un discurso coherente que intente dar respuestas a preguntas en ocasiones muy complejas.
Unas respuestas que, además, implican una gran responsabilidad añadida. Con nuestro discurso estamos reconstruyendo visiones muy concretas sobre el pasado de las personas. Un pasado, en algunos casos, empleado de formas muy diversas y no siempre correctas o incluso coherentes con la realidad que la ciencia nos muestra.
De hecho, en multitud de ocasiones las evidencias contradicen los discursos tradicionales u oficiales. Situaciones que pueden incluso comprometer el conocimiento del público sobre su pasado, y por ende, las garantías con las que las personas accedemos a este conocimiento a través de la Educación.
Es un gran compromiso el que como científicos asumimos en el momento en el que nos ponemos ante el papel en blanco, para dar voz a aquellos que ya no pueden contarnos la historia de sus vidas. Un compromiso con los valores comunes que UNESCO representa, en su tarea primordial de preservar la diversidad y el Patrimonio común, a través de la promoción de la Cultura y el diálogo, y desde la ética del conocimiento científico y tecnológico.
Fruto de estos valores y necesidades, nace el libro que ahora tienen entre sus manos. Como resultado de los trabajos llevados a cabo en el sitio Patrimonio Mundial de Tiwanaku, a partir del proyecto UNESCO de “Conservación y preservación de Tiwanaku y la pirámide de Akapana”, financiado por el Fondo Fiduciario Japonés, se ha podido llevar a cabo el trabajo del que derivan las siguientes páginas.
Un vuelo sobre el conocimiento que la tecnología más moderna nos puede ofrecer. Un vuelo que hemos estructurado en cuatro etapas muy distintas.
En la primera de ellas, que denominamos Arriba, haremos un breve recorrido por las cuestiones básicas que tienen que ver con la técnica de la Teledetección, desde los precursores de las primeras tomas fotográficas desde el aire hasta la aplicación de las últimas técnicas de imágenes satelitales, y su aplicación al ámbito del Patrimonio.
La segunda parte, Abajo, hará un breve recorrido por la historia del conocimiento de Tiwanaku, desde los primeros cronistas que hablaron sobre el papel de un espacio para ellos tan increíble como desconocido, hasta la aproximación general que ha hecho la Arqueología a lo largo de los últimos cien años, así como la manera de entender el sitio mediante la Geografía física.
El tercer apartado del libro, que hemos denominado Adentro, muestra la aplicación de la técnica de teledetección al espacio intramuros de la ciudad, atendiendo a cuestiones tan interesantes como sus límites físicos, o los diferentes elementos que la componen, introduciendo algunos espectaculares descubrimientos que jalonan su paisaje urbano.
El último capítulo, que hemos denominado Afuera, hace referencia a dos elementos que, desde el entorno externo de la ciudad han condicionado de forma manifiesta la vida de sus habitantes a lo largo de toda su historia, que son el agua y la piedra. De ambos elementos mostraremos algunas evidencias absolutamente novedosas.
En este momento solo resta desearles una grata lectura. Un libro siempre es una apuesta por el conocimiento y la comunicación. Este lo es de forma consciente y decidida. Es el momento de darles la bienvenida a Tiwanaku.
FUENTES DOCUMENTALES
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