Merece una atención especial la génesis de las murallas de Lima, tremendamente precipitada. Su construcción, entre 1684 y 1687, se debió sobretodo al temor de los saqueos, personalizados en el inglés Francis Drake, que en 1579 atacó sorpresivamente la escuadra española en el puerto del Callao, llevándose una nave cargada de plata y cortando las amarras de otras once.
La imagen de una Lima virreinal rica, más o menos real, y la constatación de los continuos embarques de plata del Potosí, crearon una polémica sobre cual sería la mejor defensa de la ciudad, polémica acrecentada por las noticias de saqueos en el puerto de Veracruz en México y la presencia de piratas en las costas chilenas.
Aunque la construcción fue rápida, la polémica era vieja. A diferencia de lo que pasó en otros lugares de la América española, las obras arquitectónicas defensivas del siglo xvi en Lima, no eran de gran calidad, hasta el punto de que la ciudad y su puerto sólo eran definidas como plazas muradas o cerradas pero no fortificadas .
En 1580, durante el gobierno del virrey Martín Enríquez de Almansa, la Corona mostró ya su preocupación por la indefensión de Lima; en 1602 se tiene constancia de los informes de Pedro Ozores de Ulloa al virrey Luís de Velasco en favor de realizar un trincheron que rodeara la ciudad; en 1615 Juan de Belveder propuso levantar una ciudadela en el barrio de San Lázaro; y Juan Arias Tarragona, en 1617, intentó levantar un proyecto de amurallamiento por orden del Consejo de Indias Sin embargo, nada se llevó a la práctica.
Las amenazas constantes de barcos holandeses desataron un malestar entre la población, pero las solicitudes de Diego Álvarez de Paz, Provincial de la Compañía de Jesús, del virrey Francisco Borja y Aragón, el cabildo eclesiástico y todas las órdenes religiosas de Lima, no sirvieron para que los proyectos se ejecutaran.
Finalmente, en 1623, la Corona expidió una Cédula al virrey Diego Fernández de Córdoba para trazar la fortificación sin tocar fondos públicos, por lo que el marqués de Guadalcázar convocó a 27 personalidades, entre las que se encontraban el ingeniero Rodrigo Montero de Ugarte y Juan Martínez de Arrona, obrero mayor de la catedral. Sin embargo, la falta de monetario público hizo que el proyecto no llegase más allá de la excavación de trincheras y reductos para acomodar piezas de artillería, más la orden de Cristóbal de Espinosa en 1626 para armar con artillería los conventos de la Merced, San Agustín, Santo Domingo, San Francisco y la Compañía de Jesús, y así defender la plaza Mayor .
Las murallas se levantaron durante el gobierno del duque de la Palata, el virrey Melchor de Navarra y Rocafull, y encerraron la ciudad por tres de sus cuatro costados, dejando como protección natural el cauce del río Rímac. El trazado, a pesar que los muros alcanzaban entre cinco y seis metros de alto por unos cinco de ancho, y estaban reforzados por un total de treinta y cuatro baluartes que, dicho sea de paso, arrasaron gran parte de las wakas (restos arqueológicos, normalmente pirámides de adobe) de la ciudad, respondía más a una cuestión de límites urbanos que a la atención de resolver las necesidades defensivas.
El proyecto fue obra del ingeniero español Luís Venegas Osorio, luego reformado por el cosmógrafo mayor del Reino, el jesuita holandés Juan Ramón Coninck, y el alarife Manuel de Escobar. Aunque en las trazas primeras se planificaron cinco puertas de acceso, finalmente fueron seis las que se abrieron, funcionando como tales hasta 1870 en que el gobierno de Balta ordenará su derribo.
Hoy en día se pueden apreciar algunos de los restos de esta muralla en un espacio recuperado por la Municipalidad de Lima, denominado "El Parque de la Muralla" este espacio a sido acondicionado como un atractivo turístico. Pero además es menester recordar que detrás del camal de Conchucos existen 150 metros de La Muralla en excelente estado de conservación que la Municipalidad podría también recuperar. Cuando en 1964 se ordenó la demolición de los solares de la calle Rastro de La Penitencia, se descubrió que las covachas coloniales servían aún como habitación de gente muy necesitada. Estas partes de la muralla hoy en día siguen siendo espacios tugurizados de vivienda de población lumpen . Pero en algunos casos lo que queda de la Muralla en el actual Jr. Conchucos, si se encuentra en buen estado de conservación es por la institución religiosa que la protege.
Según Guillermo Lohmann Villena, historiador y diplomático peruano, las medidas de la muralla era de 11,700 metros de longitud, y la altura máxima del muro era de 5 metros por su lado externo y 4 metros por su lado interno, tenia aproximadamente 5 metros de ancho y contaba con 34 baluartes. En un inicio eran 5 las portadas que conformaban las murallas. Todas éstas permitían el acceso y la salida de la ciudad. La muralla estuvo ubicada aproximadamente en el trazo de las actuales avenidas Alfonso Ugarte, Paseo Colón, Grau y el jirón Rivera y Dávalos entre los Barrios Altos y El Agustino.
Para inicios del siglo XIX se hacen grandes reparaciones en su estructura y en algunas de sus portadas, quedando con 10 puertas de ingreso: Monserrate, Callao, San Jacinto, Juan Simon, Guadalupe, Santa Catalina, Cocharcas, Barbones, Maravillas y Martinete.
Finalmente, durante el gobierno del presidente José Balta (1869), la gran Muralla de Lima fue demolida para ampliar la ciudad y debido a una epidemia que afectó a la población y todos los consejos médicos apuntaban a que la muralla era un perjuicio para la salubridad pública. Se hizo un contrato con el norteamericano Enrique Meiggs para que se encargará de la demolición de esta colosal obra virreinal. Fue un buen negocio para Meiggs pues se benefició con el bajo precio del terreno en muchas zonas que poco después elevaron su valor.
Por donde estuvo la muralla se abrieron avenidas de circunvalación, como la avenida Grau que sigue la ruta exacta de la muralla y otras que continúan de manera aproximada por donde estuvo ésta, como el Paseo Colón y la Avenida Alfonso Ugarte. Algunas secciones de la muralla de Lima todavía pueden ser vistas. En los Barrios Altos cerca al limite con El Agustino se pueden ver restos de los baluartes de la Muralla y un sector completo de un baluarte en la zona llamado Santa Lucía.
De aquella gran muralla que defendió Lima, construida por el virrey Melchor de Navarra a fines del XVII y compuesta por muros y baluartes que cercaban la ‘Ciudad de los Reyes’, sobreviven una serie de fragmentos que resisten al pasar de los años y a la indiferencia de las autoridades. Una de ellas es el Baluarte Comandante Espinar, ubicado en la Urbanización Santoyo, en el límite de Barrios Altos con El Agustino, Lima.
Junto al baluarte Comandante Espinar, persisten los baluartes Puerto Arturo y Santa Lucía. Es este último el que se halla en mejor estado de conservación.
Durante la década de los 50’s la zona empezó a lotizarse. Como consecuencia, el baluarte Comandante Espinar sufrió daños y atentados, quizás por el desconocimiento. A pesar de que en la actualidad se encuentra en estado grave, todavía son identificables sus muros y material constructivo. Esperemos que las autoridades de la Municipalidad Metropolitana de Lima y del Ministerio de Cultura la recuperen y pongan en valor. Cuánta historia existe detrás de este bastión.
Fuentes:
https://www.taringa.net/posts/info/19152143/Las-Murallas-de-Lima-Peru.html
http://www.monografias.com/trabajos78/murallas-ciudad-lima-peru/murallas-ciudad-lima-peru2.shtml#ixzz5GaDHqozE
https://storicamente.org/02franch
http://www.monografias.com/trabajos78/murallas-ciudad-lima-peru/murallas-ciudad-lima-peru2.shtml#ixzz5GaDHqozE
https://storicamente.org/02franch
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