Los estudiantes de arquitectura de la Universidad Peruana Unión, a lo largo de su formación reciben diferentes metodologías para afrontar el diseño arquitectónico, cada docente propone una diferente, y a lo largo de la carrera se enseñan muchas formas de llegar al diseño.
Hace unos años se nos encomendó uno de los Talleres de diseño a un nivel básico, en los que se desarrolló el tema de la vivienda y luego la propuesta de un recinto de oración, fue ocasión para poner en práctica dos formas diferentes de abordar el diseño.
El primer diseño el tema de una vivienda, fue ocasión para enfatizar los temas funcionales, de medidas y antropometría, y la utilización de módulos de diseño. Fue ocasión para familiarizar a los estudiantes con las medidas básicas del cuerpo humano y con las de los muebles de una vivienda.
Un ejercicio que resultó muy provechoso, fue que los estudiantes después de hacer las mediciones de su cuerpo y de los espacios que se requería para utilizar los muebles, elaboraron a escala a modo de fichas los muebles vistos en planta, con estos muebles ellos empezaron a construir los espacios de la vivienda, cuidando de dejar los espacios de circulación y uso necesarios que ya los habían experimentado en escala real.
Las críticas de esta etapa no fueron en planos sino en cartones donde fijaban provisionalmente estos muebles, con maskin tape o limpiatipo, en la crítica se podían sacar o trasladar los muebles hasta lograr la ubicación y las distancias apropiadas.
Una vez definido el espacio, se calculaba el área ocupada del recinto, y se pasaba a la siguiente etapa en la que se adapta el diseño ortogonal a diferentes módulos geométricos, como el hexágono, el octógono, etc. Cuidando de que la nueva forma tenga similares medidas de área.
En el diseño del recinto religioso, se dió más bien énfasis a los aspectos de composición formal, los espacios se tenían que ir transformando desde un planteamiento básico ortogonal o circular hasta obtener formas en las que se aprecie mejor la relación entre la luz y la sombra, y luego que los espacios en conjunto expresen un significado apropiado al uso religioso.
Las críticas eran tanto en apuntes o bocetos como en maqueta, de forma simultánea, así los estudiantes fijaban la relación compositiva plana y espacial. Para esta etapa, se aplico un sistema de calificación en el cual todos intervenían, señalando que maquetas estaban mejor resueltas. Se colocaron las maqueta sal centro del salón, los estudiantes las observaban y en un pequeño papel le otorgaban de uno a 5 puntos, calificaban todas las maquetas menos la propia.
Fue gratificante saber que las puntuaciones otorgadas por los estudiantes eran muy similares, y coincidían con la calificación del docente. El resultado fue óptimo, los estudiantes aprendieron también a calificar con objetividad y hacer crítica unos a otros.
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