La iniciativa acaba de recibir el primer premio de una competencia mundial de Google, tres jóvenes amigos de Alta Gracia buscaban armar un proyecto solidario. Cuidar el ambiente, ayudar a resolver el problema del destino de la basura y devolverle algo a su comunidad fueron algunas de sus premisas. Así nació la Fundación Ecoinclusión que Fabián Saieg, Leandro Lima y Leandro Miguez crearon y que se dedica a la recolección de envases plásticos para que, en vez de terminar en la basura, sean la materia prima que los recicle en ladrillos ecológicos.
Los tres son amigos de toda la vida y cosecharon en dos años diversas distinciones, y una muy especial, lograda en estos días: el primer premio en la competencia regional de Google.org de la que participaron otros 14 proyectos. Obtuvieron una recompensa de 250 mil dólares y el reconocimiento del jurado por su compromiso con su comunidad. Entre los evaluadores estaba Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz.
“En el país se tiran todos los días unos 12 millones de botellas plásticas. Se estima que enterradas en la tierra estarán allí unos 500 años antes de degradarse. Demasiado tiempo como para no hacer nada por evitarlo”, apuntó Saieg, cuando fueron nombrados finalistas del Desafío Google, el concurso internacional sobre ideas innovadoras con impacto social de esa organización que acaban de ganar. Por eso, los tres viajaron a México.
Saieg es licenciado en Ciencias Políticas, Lima es músico y Miguez, licenciado en Recursos Humanos. Pero en Ecoinclusión son tres voluntarios que hacen ladrillos. Para ellos, la basura no es basura, sino materia prima.
La producción, aun a baja escala, se hace en un galpón en medio de un campo, propiedad del padre de uno de los jóvenes. Por un lado, se ven apiladas las botellas plásticas, seleccionadas en grandes bloques. Más allá, una máquina mezcladora. A un costado, asoma una pileta “Pelopincho” donde se acumula lo residual.
En otro sector, la máquina que tritura los plásticos, que sólo puede usarse con protección en oídos y manos. Finalmente, otro aparato aparece en el que algunos de los tres, con un golpe en seco, termina de dar forma a los ladrillos de color gris. La mezcla combina plástico triturado con cemento.
El sistema fue desarrollado por el Centro Experimental de la Vivienda Económica (Ceve), con el aval científico del Conicet. Mediante convenios con municipios y recicladores urbanos, las botellas son trasladadas a la fábrica de ladrillos. Para hacer un ladrillo, se deben utilizar 20 botellas. Cada uno pesa 1,5 kilos, es decir, un ladrillo liviano y resistente.
El municipio de Alta Gracia y algunas comunas vecinas lo destinan a aportar a familias para ampliar viviendas o a la construcción de otros sitios. Días atrás, Ecoinclusión firmó un convenio con la Municipalidad de Córdoba. Ahí, el salto será grande.
Fuente de Información:
http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/fabian-saieg-leandro-lima-y-leandro-miguez
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