DESIGN FOR DREAMING: CASA O TRABAJO
RESUMEN
Tras el llamamiento masivo por parte del gobierno de EEUU durante la Segunda Guerra Mundial, para que la mujer se incorporase a la actividad laboral cubriendo las plazas vacantes por los hombres que habían marchado a combatir, comienza a gestarse un cambio en el espacio doméstico que dará su fruto en los años cincuenta. Como resultado de la salida de la mujer del ámbito doméstico se genera una reestructuración del espacio de la casa que tendrá su máxima en la cocina y las relaciones de ésta con el resto de la vivienda.
TEXTO
Todos conocemos la historia a través de los libros, en los que se nos facilitan infinidad de datos además de informarnos sobre los hechos que tuvieron lugar. Sin embargo hay aspectos que no se reflejan casi nada en estas publicaciones. “Pero ¿por qué no podían añadir un suplemento a la Historia para que las mujeres pudieran figurar decorosamente en él?” 1
Durante la Segunda Guerra mundial se produjo un llamamiento masivo de la mujer para que se incorporase a la vida laboral. Gran parte de la población productiva masculina había marchado al frente, dejando vacantes sus puestos de trabajo que debían ser ocupados.
El gobierno optó por lanzar campañas publicitarias en las que se podían leer eslóganes como:
“La victoria espera en sus dedos. Manténgalos volando, Miss USA.”
“Estoy orgullosa...mi marido quiere que yo haga mi parte”.
“Soldados sin armas”.
Muchas mujeres optaron por salir del hogar, con o sin familia a su cargo, y trabajar como asalariadas para que el país siguiera funcionando. Los puestos de trabajo consistían en prestar servicio sanitario, puestos en oficinas, o trabajo en la industria. Y es precisamente este último sector el que recibe más atención del mundo mediático, ya que la mayor parte de esa industria estaba ligada al sector bélico, contribuyendo en la fabricación de aviones, barcos, tanques y armamento de todo tipo. Las mujeres habían pasado de coser ropa a remachar estructuras de acero, habían cambiado la aguja por la taladradora. No es de extrañar que precisamente recibieran ese apodo: las remachadoras. Trabajaban fuera de casa para seguir prestando un servicio al sector masculino que se encontraba luchando en Europa. ( Img. 1,2)
Al finalizar la guerra, gran parte de las mujeres empleadas deseaban mantener sus puestos de trabajo, habían probado la independencia que da trabajar fuera del mundo de la domesticidad y no estaban dispuestas a regresar a la casa y limitarse a desempeñar las labores del hogar. La mujer toma conciencia de su situación y reivindica la posición que se merece de igual dentro de la sociedad norteamericana.
“La mecanización del hogar tiene su punto de partida en problemas sociales: el status de las mujeres norteamericanas y el status del servicio doméstico. El movimiento feminista, el abolicionismo y el problema del servicio están todos ellos enraizados en la noción de que una democracia no puede soportar una clase no liberada ni un sexo privilegiado.”2
Esta circunstancia supuso un giro radical en la trayectoria familiar del momento. Era necesario crear las condiciones óptimas para que esa incorporación se pudiera dar, o bien, para que la vuelta al hogar tuviera como contrapartida hacer las labores domésticas menos pesadas o incómodas.
Necesariamente se planteó una nueva concepción de la vivienda, reformándola para que ofreciera nuevos recursos y esa transición se produjera sin la desestructuración del hogar. Esta reincorporación a la casa tenía que resultar muy atractiva.
Gran parte de la industria armamentística se había reformado y estaban trabajando en los electrodomésticos, así que se utilizó esta baza como artimaña para que ese regreso fuera menos traumático. Se vendía la felicidad en lo cotidiano.
La publicidad se volcaba en mostrar a un ama de casa perfectamente arreglada, con una cocina ejemplar, que casi lo hacía todo por sí sola, dotada de los últimos avances tecnológicos, exhibiendo una mujer perfectamente feliz.(Img.3)
Entretanto y paralelamente se difundía que este nuevo concepto de cocina, agilizaba las tareas domésticas y generaba un tiempo extra que la mujer podía utilizar en su propio beneficio. Este es el caso de la película Design for Dreaming de General Motors, que muestra una mujer ociosa, que posee la cocina del futuro y se limita a programar lo que va a comer. En el vídeo la cocina autosuficiente elabora un pastel digno de un chef, con velas incluidas, mientras ella se dedica a sus ocupaciones: jugar al tenis, jugar al golf, leer, tomar el sol. Sin embargo, no deja de ser un planteamiento totalmente machista, puesto que o trabaja en las labores del hogar, o dedica su tiempo al ocio, no plantea como opción desarrollar una labor profesional fuera de la casa.
En este período la vivienda y más concretamente la cocina se transformaba en un espacio de
experimentación cuyo objetivo era agilizar, facilitar, tecnificar y dignificar las tareas domésticas, a la vez que se buscaba una integración de la cocina dentro de la vivienda y, a mayor escala, una integración de la mujer en la domesticidad para expansionarse hacia el exterior.
Por otro lado la reducción o ausencia del servicio doméstico instaba a que esa vuelta a la casa fuera lo más cómoda posible, ya que las tareas las realizaría la propia familia, propiciando el trabajo en equipo. El servicio doméstico se reconocía como un trabajo digno, con igualdad de condiciones a otros similares desarrollados fuera del ámbito de la domesticidad. “Su sirvienta (después de la guerra), si es que la tiene, gozará de la categoría social o económica de una empleada de oficina o una obrera de fábrica”.3
“El hogar sin servicio (es decir, sin empleadas permanentes) ofrece una oportunidad única para que la familia siga los estándares exactos2. y permite una cooperación familiar y una posibilidad para adiestrar a los pequeños.”4
Es a partir de este momento donde la comunicación de cocina y estancia se hace presente en la arquitectura del momento. Si la cocina se abre, la mujer rompe su aislamiento, y se favorece la interacción del resto de miembros del núcleo familiar. Además la ausencia de servicio doméstico afecta directamente a la posición de la cocina dentro de la casa, que toma protagonismo y se coloca junto al resto de estancias de día y deja de ser un lugar perfectamente acotado.
Para dar respuesta a las nuevas necesidades de la vivienda en EEUU, surgen dos movimientos de experimentación uno en la costa oeste en California y otro en la costa este, en Nueva York. El movimiento de la costa oeste, lo propone John Entenza a través de la revista Arts & Architecture, dando lugar al programa de las Case Study Houses.
En la costa este es el Museo de Arte Moderno de Nueva York el que encargará una serie de viviendas para construirlas dentro del museo y exhibirlas. Ambos programas estaban asociados a la industria bélica transformada en civil, ya que los materiales eran reciclados.
“Estos programas redefinieron el papel de la arquitectura, situándola dentro de una nueva cultura de consumo y de un nuevo culto a la domesticidad.”5 Aunque el reciclaje estaba presente en ambos, el que se dio en la costa este fue incluso más radical, puesto que aparecieron algunos modelos cuya pretensión era reutilizar el material bélico directamente, tales son los casos del la cabaña Quonset o la casa de Buckminster Fuller conocida como Dymaxion Deployment Unit.
No es éste el caso del programa de las Case Study Houses. La apuesta de John Entenza consistía en crear unos prototipos de vivienda con materiales y técnicas industriales, un nuevo concepto de vivienda asociado a un nuevo estilo de vida emergente, que integrara las nuevas técnicas y tecnologías.
Las propuestas del programa, cuyo objetivo era crear prototipos de viviendas contemporáneas que se pudieran construir en serie, se exhibieron mostrando el nuevo concepto de hogar. No sólo se ejecutaron, sino que los arquitectos tenían también como cometido amueblarlas y equiparlas para poder capturar a la sociedad americana.
La cocina fue la protagonista en gran medida de las Case Study Houses, y de la vivienda norteamericana en general en los años 50, no sólo por la configuración del espacio en sí, sino porque era la expresión más directa del poder adquisitivo de los propietarios, y así se mostró en la Exposición Nacional Americana en Moscú en el año 1959:
“En lugar de debatir sobre misiles, bombas o incluso sobre las diferentes formas de gobierno...(los dos líderes)discutieron acerca de los méritos relativos a las lavadoras, televisores y cocinas eléctricas americanas y soviéticas.”6
La lectura que se efectuaba era, que un país estaba más desarrollado cuanta más tecnología doméstica pudiera tener, cuanto mayor fuera el poder adquisitivo de la sociedad. Una casa mecanizada influía en la mejora de las condiciones de trabajo de la mujer, ya que mitigaba el esfuerzo de las ingratas tareas domésticas y así se hizo saber a la población a través de los medios de comunicación.
Volviendo al programa de Entenza, las propuestas que recogen las cocinas de mayor interés arquitectónico son las correspondientes a las CSH 20, CSH 21 y 22. Las CSH 21 y 22, cuyo arquitecto es Pierre Koenig constituyen dos iconos del programa, y responden fielmente con el objetivo del programa mediante la utilización de acero, hormigón y vidrio. Son viviendas que
se relacionan con el exterior, se abren a él incorporándolo al programa de la casa. (Imag.4,5)
La CSH 20 proyectada por Buff, Hensman y Straub, es la única de las viviendas del programa que está construida en madera en su totalidad, la estructura portante, los cerramientos, las divisiones y los acabados se ejecutan con este material. En la cubierta se crean unas bóvedas de madera que tienen los extremos tratados con vidrio, aportando un nivel de iluminación extra a las distintas estancias en las horas diurnas.
“Estas técnicas nos demuestran el uso racional de la madera como parte de nuestro vocabulario contemporáneo de sistemas estructurales” 7. (Imag.6) Al igual que en el caso de las CSH 21 y CSH 22, existe un esfuerzo por integrar el exterior dentro de la vivienda, entendiendo como exterior los límites físicos de la parcela, no la proyección horizontal de la vivienda en sí. La secuencia de transparencias, la continuidad en el pavimento, la presencia de arbolado que atraviesa la propia estructura perimetral de la vivienda, implican una aproximación casi tangible entre esos espacios que coexisten e interactúan compartiendo ámbitos.
La ventana se considera un elemento fundamental para entender la cocina dentro de la casa.
En los años 50 esa ventana no sólo se abre al exterior de la casa, esta ventana abierta al paisaje expresaba la necesidad de libertad y de no quedar aislada o reclusa en un espacio cerrado sin posibilidad de interactuar con el exterior, sino que comunica cocina con el resto de la vivienda, dando un paso más en la integración del ocupante con el resto de la vida que tiene lugar más allá de sus límites.
Hay tres grados de aproximación de la cocina a la vivienda, que corresponden a cada uno de los tres casos de estudio en el programa. En la CSH 20 la cocina es un espacio definido pero comunicado por una ventana, cuya dimensión asciende a la superficie desde el plano de trabajo hasta el techo abierto cuando los mecanismos de separación están desplegados.
La CSH 21 propone una cocina delimitada solo en parte puesto que presenta dos de sus frentes totalmente definidos, quedando los otros dos abiertos y una ventana que comunica además uno de ellos con el salón. Por último, la CSH 22 presenta una cocina que se puede independizar del resto de la vivienda con paneles deslizantes, y a su vez comunicada con una ventana permanentemente abierta al salón, que corresponde al espacio libre entre dos módulos, uno inferior que aporta el espacio de trabajo, y otro superior que sirve de almacenaje y delimita la altura máxima de la cocina.
La cocina se abre al resto de la vivienda. Deja de ser un espacio estanco para fusionarse con los espacios colindantes, comienza a desdibujarse ese límite que la independiza del resto de las estancias. En este aspecto es fundamental la aparición de la ventana que comunica cocina con estar, ya que supone una aproximación cada vez mayor entre ambos espacios.
La ventana es un espacio dotado de contenido en el que se dan simultáneamente una serie de funciones: comunicar, controlar, desplazar(pasar), que relacionan uno y otro lado de la misma, independiente de las funciones propias como elemento de almacenaje o de espacio para manipulación. En las propuestas del programa de las Case Study Houses se parte desde una ventana pasaplatos que se puede manipular y cerrar o abrir en función de la demanda como sucede en la CSH 20 (Imag.7) y 21 (Imag.8), hasta llegar a eliminar esos mecanismos que la cierran en la CSH 22 (Imag.9), permitiendo fluidez en la comunicación de ambos espacios, y donde el pasaplatos adquiere un valor propio, erigiéndose además como mesa elevada, permitiendo la interactuación de los miembros de la casa.
Pero esa apertura de la cocina tiene otra lectura, intenta traspasar su frontera, no sólo integrándose con el resto de la vivienda, sino apoderándose de los espacios exteriores colindantes y los hace partícipes de su propio escenario, erigiéndose como extensiones de la cocina en condiciones climatológicas favorables. “El espacio exterior se convirtió en la continuación del espacio interior;(2) Las cocinas se giraron para que las comidas pudieran servirse de la cocina al exterior directamente”8.
El espacio de esta manera se ve incrementado gracias a la utilización de grandes paños de vidrio, rompiendo con ese aislamiento necesario a nivel de salubridad que tuvo en los años treinta. Además estas grandes superficies acristaladas otorgan a la cocina de un grado de iluminación natural importante.
Otro aspecto fundamental es la utilización de materiales no propios para la cocina. A partir de 1950, la industria del vidrio, de las cerámicas y de las maderas contrachapadas hizo su aparición en las cocinas norteamericanas. Se buscaba conseguir un espacio funcional, limpio y ordenado. “La funcionalidad la dan los materiales y las formas: las superficies lisas, sin porosidades, homogéneas, al mismo nivel y con entregas solucionadas.”9
El mobiliario se dispuso en “L” o en paralelo, creando una superficie de trabajo corrida y lisa, que facilitaba las labores de limpieza a la vez que se transmitía la imagen de espacio aséptico y funcional. El uso del acero inoxidable se hacía casi una necesidad en la dotación de estos espacios. El fregadero, los electrodomésticos e incluso las superficies de trabajo o el pasaplatos también se revistieron de acero inoxidable en algunos casos. Se pretendía trasladar la imagen aerodinámica a la configuración del espacio cocina, utilizando acabados similares a los de la industria del automóvil.
Por otro lado, se intenta tratar a las cocinas con el mismo grado de sofisticación que tenían las oficinas de la época. Se tecnifican estos espacios con la inclusión de los electrodomésticos, pero también se incluyen las instalaciones necesarias para que aporten confort y el trabajo se pueda desarrollar cómodamente.
Cuando se habla de instalaciones no sólo se hace referencia a las propias de este espacio, sino que recibe el mismo tratamiento que el resto de la casa, e incluso se mejoran, tal y como sucede con la iluminación artificial de este espacio. Aunque ya en modelos anteriores como en el de la Frankfuter Küche de Grete Schütte se utilizaba una luminaria deslizante sobre un riel y el tratamiento se aproximaba a un laboratorio, no es hasta la inclusión del techo radiante en la cocina, que ese tratamiento las aproxima de manera más radical a las oficinas. Además este tipo de techo es el idóneo para cocina puesto que confiere un grado de iluminación homogénea en toda la zona de trabajo.
¿Qué es lo que hace que estos modelos de cocina propiciaran la emancipación femenina? Sin lugar a dudas, el paso primordial es la ruptura de las barreras físicas con el resto de la vivienda, lo cual provocó que las relaciones entre los habitantes se hicieran más fluidas, apoyado por la reubicación de la cocina dentro de la vivienda ocupando el lugar privilegiado controlando el resto de espacios así como la entrada y salida de la casa. Al colocar superficies de trabajo corridas se favorecía el trabajo en equipo. La presencia del pequeño y mediano electrodoméstico suponía un ahorro de tiempo considerable, y la disposición del mobiliario y la proximidad de los electrodomésticos a las zonas de trabajo favorecen el ahorro de tiempo puesto que se limitan los desplazamientos al máximo, acortando por tanto los tiempos de permanencia en la cocina, y liberando todo ese tiempo para que la mujer pudiera incorporarse al trabajo.
BIBLIOGRAFIA
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COLOMINA, Beatriz, La Domesticidad en guerra, Actar, Barcelona 2006
Entenza, John (ed.), Arts & Architecture, numeros desde enero 1958 hasta junio de 1960, Los ángeles
FRIEDMAN, Alice T., Women and the Making of the Modern House: A Social and Architecture History, Harry
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GIEDION, Siegfried, La mecanización toma el mando, Gustavo Gili, Barcelona 1978
GÖSSEL, Peter, Smith Elizabeth A. T. y Gössel Peter, Case Study Houses. The Complete CSH program:
1945 - 1966, Taschen, 2002
GÖSSEL, Peter, Case Study Houses. Taschen’s 25th Anniversary Special Editions 25 Series, Taschen,
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GOLDSTEIN, Barbara, Arts & Architecture. The Entenza Years, Hennessey & Ingalls, The MIT Press,
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HAYDEN, Dolores, The Grand Domestic Revolution: A History of Feminist Design for American Homes,
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McCOY, Esther, Smith, Elizabeth A. T., Blueprints for Modern Living History and Legacy of the Case Study
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McCOY, Esther, Case Study Houses 1945-1962, Hennessy & Ingalls, Santa Mónica, segunda edición
Modern California Houses: Case Study Houses 1945-1962, Reinhold, New York 1962
PULLOS, Arthur J., The American Design Adventure, MIT Press, Massachusetts, 1988
SMITH, ELIZABETH A.T., Case study houses: 1945 - 1966; el impulso californiano, Taschen 2006
SMITH, Elizabeth A.T. “The Case Study Houses of Los Angeles” GA Houses nº 101, enero 2008
Esther Liñán Pedregosa
Plaza de Aladreros 1, 3ºA, 14008 Córdoba
estherlinan@gmail.com
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