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27 agosto 2013

Muros que respiran, un mirar hacia otra arquitectura. Entrevista al Arq. Enrique Browne (Chile) - Arq. Johanna Saavedra Ramos



Enrique Browne  mira el  horizonte  y camina de un lado a otro con sonrisa sincera y un conversar  ameno, explicándome un poco de cómo fue su niñez y su vida. No quiere llamarse precursor de edificios verdes a pesar de los muchos premios que tiene y modestamente él dice que todo se dio por casualidad. 

De una familia de ingenieros él fue el único arquitecto en aquella época y todos estuvieron felices de que estudiara arquitectura. Su afán de explorar el mundo natural tuvo que ver mucho con el lado de su madre que viene de una familia que siempre ha estado ligada a la agricultura. 



Tenía 22 años cuando estaba en la escuela de Arquitectura de la Universidad Católica  de Santiago, y diseñó un edificio con casas al interior en una estructura de doble espiral, con fuentes de agua y muchos  árboles. Fue por los años 70 cuando nadie hablaba del tema sustentable simplemente así fue.Le gustaba y se sentía bien con el resultado.

Es entonces que desde allí su motivación comenzó a crecer más por querer interrelacionar la naturaleza con la arquitectura. Desde la época de estudiante pasando por su primer trabajo que fue la casa Charles Hamilton, dos viviendas  donde la estructura y transformación en el tiempo provenía de un sistema de “parrones”.

“En la facultad donde estudie, era una casa de campo antigua, tenía corredores y muchos  parrones. Cierto día me llamo la atención los parrones sobre todo, porque cuando llegaba la primavera primero salían las hojas luego salían los granitos de uva  y en el verano quedaban las uvas y uno las podía sacar, después se ponía rojo y caían las hojas” 




La vida en su casa de campo era más o menos lo mismo, la vegetación jugaba un papel como cerramiento si los parrones se techaban se convertían en estacionamientos o terrazas cubiertas. Si además se cerraban con membranas de cristal, se convertían en lugares de estar, comedor, de los parrones entraba luz como filtrada, jugaba ping pong o jugaba a las bolitas y todo eso siempre bajo un parrón. 

Y así fue que con el tiempo comenzó a usar “parrones verticales” y “dobles pieles vegetales” en los edificios.



El hecho de vivir en el campo  le ayudó a conectar y desarrollar su amplitud de insertar la naturaleza en sus diseños de partir todo el tiempo de la observación, de ver el mundo y las cosas que se dan día a día. Siempre le gusto esa arquitectura que fluctuaba con el tiempo, con el clima, con la hora del día y era una respuesta a la vida cotidiana de la familia. 

A Browne le gusta la lectura y le fascina el arte trata de estar al tanto siempre, ya que si no hubiese sido arquitecto hubiese sido artista específicamente ¿de qué? no lo sabe, pero simplemente eso “Artista”. Cuando viaja ve arte  y cree que éste no está en los museos  lo que a él le interesa son las cosas de la vida  y la espontaneidad. Eso para él es arte.


Browne cree que al tratar de involucrar al edificio con la naturaleza aunque muchos no crean el edificio se vuelve un ente viviente y con mayores beneficios. La naturaleza mantiene joven al edificio y vive la transformación de las estaciones del año. Además de las ventajas ambientales y de confort que la vegetación brinda al interior. Si no fuera así los materiales convencionales con el tiempo decaerían y se ensuciarían, desgastarían o pasarían de moda. Con  la naturaleza sucede lo contrario las plantas con el tiempo siempre serán mejores que las que recién se plantan.

Cuando diseñó el edificio consorcio, todo el mundo le decía que estaba loco y que las plantas no iban a crecer, que iban a estar llenas de bichos y demás cosas, así que él decidió llevar a los empresarios Neoyorkinos (clientes) a mirar las casas que él ya había diseñado para que se convencieran de cómo funcionaba y que las casas no estaban llenas de pájaros que ensuciaran todo y mucho menos llenas de bichos, es así que el proyecto siguió y ha sido una de las mejores obras que el arquitecto ha desarrollado. Él cuenta que la compañía  tenía un logo por muchos años  y  tanta fue la acogida que cambiaron el logo por la silueta del edificio.

Eso se puede comprobar en la actualidad al caminar por Santiago de Chile, ya que todos los ciudadanos lo identifican y el jardín vertical se ha convertido en un icono llamándole desde “el edificio de las plantitas, de las florecitas, el que tiene un jardín, etc.”.  Inclusive exteriormente debido al espejo de agua y árboles que están dispuestos paralelos a la vía se crea un microclima que con el viento  hace refrescar la zona y los trabajadores de otras oficinas cercanas buscan este lugar para pasar el rato en sus horas de descanso y conversar amenamente, cosa que no encuentran en sus mismos edificios y van a este lugar a respirar la brisa exterior. Además de disfrutar del paisaje viendo la transmutación de las plantas a lo largo del año, siendo así un espacio lleno de vida.

Al arquitecto le agrada más las plantas del edificio en Otoño cuando las hojas se tornan rojas y caen al suelo, le gustaría que las dejasen allí para disfrutar de la pura naturaleza interactuando con el edificio tal como él lo ideo, pero los administradores del edificio se aferran en limpiar.


Browne, dice no estar conforme con ninguno de sus diseños y está haciendo modificaciones hasta cuando se está construyendo y quedando siempre un poco insatisfecho. Dice que él volvería cambiarle cosas a todos los edificios.  

Le da lo mismo que le pidieran diseñar un casa de 3.00 m x 3.00 m   o un edificio  de 70.00  m2 siempre y cuando le den un poco de libertad creativa, si le quieren  imponer como hacer las cosas pues prefiere no trabajar. Le gusta que confíen mucho en él  y en su libertad creativa. Prefiere que el cliente le diga todo lo que quiere antes de que comience a diseñar dice que mientras más cercano  sea el cliente mientras más se  involucre, mientras más quiera el lugar más cuidará la obra. No hay nada más motivador para él que un cliente feliz.

Browne cree que ahora  estamos en una época distinta la sociedad vive un cambio grande  y  fundamental y eso se tiene que traducir en la nueva arquitectura. No basta con decirle  arquitectura verde si no es una buena arquitectura que además  de ser  bella sea  energéticamente eficiente. 

Finalmente con una sonrisa dice que no le gusta dar consejos para los jóvenes  sobre  si deben o no  estudiar arquitectura.  Él es un apasionado de la arquitectura y lo hace porque le gusta. Da gracias a Dios de levantarse cada día y estar haciendo lo que le gusta, teniendo sus ventajas y desventajas. Y cita a Confucio en su frase célebre “Elije un oficio que te guste y no tendrás que trabajar ningún día de tu vida” 

Y afirma que si  uno no está enamorado de lo que quiere hacer es mejor no dedicarse a la arquitectura, para ganar dinero mejor elegir otras profesiones que son mejores. Para ser arquitecto hay que tener ganas y pasión lo que obtendrán es una recompensa espiritual que es igual  o mejor a  ganar mucha plata.

Glosario de términos:
Parrones: Estructuras de madera u otro material donde se soportan las plantas de uva, que sirven para dar sombra a espacios generalmente en el exterior.

Links de interés:


ARQ. JOHANNA SAAVEDRA RAMOS
Universidad Ricardo Palma Lima-Perú
Ha diseñado viviendas, parques infantiles, realizado investigaciones sobre espacio público.
Participa activamente en actividades con colectivos diversos. Fue directora del grupo Motivando Corazones, que dirigió por cinco años en la Universidad Ricardo Palma, motivando la actividad social y la participación infantil en la arquitectura. Diplomada en Arquitectura Bioclimática y Eficiencia Energética en la Universidad Ricardo Palma. Diplomada en Ecoturismo y comunidades. Actualmente asesora en proyectos de desarrollo sostenible y ecoturismo en comunidades alto andinas y costeras. Especialista en Gestión de Residuos sólidos domésticos y medio ambiente.
Estudiante de permacultura e investigadora de sistemas constructivos naturales.



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