En 1934, con el discurso Where do we stand? en Zurich, Marcel Breuer establece una línea que no había sido nunca expuesta durante la vigencia del Movimiento Moderno: el contradictorio y curioso paralelismo entre la Arquitectura Vernácula y la Arquitectura Moderna.
En la comparación entre estos dos modelos arquitectónicos, Breuer demuestra potentes argumentos, como las semejanzas entre ambos, agrupadándolas en cuatro grandes aspectos comunes:
- Carácter racional: la Arquitectura Vernácula no obedece a ningún plan establecido. Se obtiene, a través de los siglos, mediante un largo proceso de ensayo y error. El término “destilación” que emplea el propio Breuer es muy adecuado para definir un proceso en el cual la práctica se va depurando hasta quedarse con lo esencial.
La Arquitectura Moderna, en cambio, intenta soltar todo “lastre” cultural o histórico. Su objetivo está definido y la obra arquitectónica parte de un proyecto para dar una solución concreta y sintética a partir del análisis del problema.
- Carácter impersonal: la Arquitectura Vernácula ha ido diluyendo la génesis y la autoría del proyecto entre muchas generaciones anteriores. Es un producto anónimo y popular que no es propiedad intelectual de ningún artista que le otorgue una firma; es propiedad del pueblo, de la Humanidad.
La Arquitectura Moderna evita la función simbólica y representativa, con lo que se aleja de señales distintivas de autor o de tradición histórico-regional y acepta como válidos y universales algunos valores que han sido postulados desde una visión global de la sociedad (en términos, obviamente, occidentales).
- Búsqueda de la economía: la Arquitectura Vernácula busca la construcción eficiente mediante materiales autóctonos disponibles y transportables. Asimismo, los primitivos sistemas de logística y distribución también responden a un proceso dirigido a disminuir costes. El sistema constructivo se lleva a cabo mediante técnicas autóctonas y sistemas locales que son dominados a la perfección.
La Arquitectura Moderna obedece a un plan de estandarización y métodos industriales. El método de controlar y enajenar las obras mediante presupuestos y préstamos hipotecarios, respectivamente, de lugar a un sistema de optimización de recursos a través de un complejo plan financiero.
- Carácter Imperecedero: La Arquitectura Vernácula, por su propia capacidad de adaptación, está diseñada para servir durante siglos al ser humano. No es un modelo como tal, sino que evoluciona constantemente y sigue depurándose, puesto que ese es su origen y su fin.
La Arquitectura Moderna, una vez desligada de todo elemento regionalista o con tradición cultural autóctona, está lista para ser la Arquitectura Universal, Objetiva e Imperecedera que dará lugar a la Arquitectura Humana por excelencia, la que servirá para todos los hombres sin distinción alguna.
Mediante esta breve pero profunda reflexión, Breuer muestra, casi sin hacer ruido, un hilo conductor en la Historia de la Arquitectura que, en un golpe de vista, convierte en legítima la Arquitectura Vernácula y regionalista desde el punto de vista Moderno.
Marcel Breuer |
La teoría de Breuer no resuelve elementos de análisis arquitectónico tan importantes como el espacio disponible. Sin embargo, en términos vitruvianos de utilitas también llama la atención la voluntad paralela de ambas arquitecturas de dar solución, fundamentalmente, al alojamiento y a los lugares de trabajo por encima de cualquier cosa y su despreocupación aparente por tipos monumentales o representativos de altas instituciones.
El utilitarismo más estricto de la Arquitectura es, según Breuer, el punto de unión entre la Arquitectura vernácula y la Arquitectura moderna.
Ejemplos comparables
Comparando la Siemensstadt berlinesa y la localidad gaditana de Vejer de la Frontera, se confrontan y se alinean dos ilustres ejemplos de Arquitectura Moderna y Arquitectura Vernácula, respectivamente. La diferente concepción entre ambas es evidente y bien justificada si se tienen en cuenta factores tan importantes como la climatología (Berlín alcanza los -20ºC en enero y Vejer llega a los 40ºC en verano), la orografía (llanura centroeuropea contra colina escarpada), o el contexto socio-económico (ciudad de obreros de la Siemens contra ámbito rural de ganadería y agricultura seculares).
No obstante, el mismo “espíritu” permanece en ambas situaciones: una Arquitectura racional, creada sin otro objetivo que el de responder de manera directa a las necesidades constructivas y de habitabilidad; una Arquitectura impersonal, que acaba diluyendo todo rastro de autor convirtiéndose en servidumbre del propio uso y de la comodidad y utilidad arquitectónica y social; una Arquitectura económica, realizada con los medios disponibles y de manera eficaz, llegando a crear un tipo asequible para todos los habitantes; una Arquitectura imperecedera, legitimada por el hecho de que nace como respuesta directa a los problemas de campo, en la que elementos “decorativos” o reminiscentes culturales se dejan a un lado para intentar dar respuestas a los problemas planteados en el grupo.
Son evidentes, no obstante, la enormes diferencias económicas entre ambos modelos : la Siemens ejemplifica la alta tecnología alemana de entreguerras, una “ciudad” de más de 60.000 obreros con todo su potencial económico y social; Vejer de la Frontera es, desde hace siglos, un agradable pueblo de la provincia de Cádiz, sin puerto de mar, y volcado en la ganadería de reses bravas.
Del mismo modo, la manera tan intensa de relacionar los espacios de vivienda con los espacios de trabajo sigue reforzando esta tesis. El modo de vivir del trabajador en ambos casos también es diferente, pero ambas Arquitecturas, en su afán racional e imperecedero, buscan unas condiciones parecidas para el ser humano, gracias a las cuales pueda disfrutar de su vida familiar o personal casi al mismo tiempo que de su vida laboral.
La Arquitectura Vernácula no tiene método, es espontánea, fruto de un milenario trabajo ensayo y error. De ahí su fiabilidad. El método de la Arquitectura Moderna es el estudio estadístico y el análisis lógico de las condiciones de vida óptimas de un trabajador. De ahí su velocidad de implantación y su presumible rentabilidad económica. No por casualidad, los ingenieros de la Siemens participaron activamente en el diseño de los planes urbanísticos de la colonia, revistiéndolo más aún de ese carácter práctico y sin grandes expresiones.
Ambos modelos de Arquitectura, por lo tanto, tienen un carácter inconfundible de independencia. No han nacido nacido para imitar frívolamente estilos y modas anteriores o localistas, sino que están legitimados por su contundencia y su dedicación, exclusiva, a la resolución de problemas a través del espacio arquitectónico incluso sin tener, en este aspecto, importantes puntos en común.
La delgada línea que dibuja Breuer tiende un puente entre dos modos de hacer Arquitectura que se han dado reiteradamente la espalda como buenos antagonistas y cuyos espíritus están quizá más unidos de lo que se ha escrito durante todo el siglo XX. Que el gran “enemigo” teórico del Movimiento Moderno fuera el academicismo y su afán figurativo historicista, parece claro; que los principios seculares de la Arquitectura Vernácula -aunque nunca nadie los hubiera escrito por no tener ni siquiera representantes oficiales- estuvieran muy identificados con los principios del Movimiento Moderno, parece también bastante evidente.
José Luis Tejedor Calvo, arquitecto ETSAM. Ginebra, Suiza
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