Al experimentar la arquitectura de Teodoro González de León, podemos identificar un proceder en su obra, que por las condiciones históricas en que se produjo tal vez lo observemos con mayor claridad. Este modo de trabajo se refiere a lo que he dado en llamar los arquetipos clásico y contemporáneo, los cuales existen en diferentes grados en sus proyectos, no se elimina uno para dar cabida a otro, sino que los dos interactúan para el diseño y generación del espacio habitable.
La arquitectura clásica no es realmente expresiva, se limita a “construir una realidad”, no a representarla. La riqueza de las experiencias que nos ofrece, percepciones espaciales e imágenes, pueden inferirse de su estructura, pero no están en la misma, es decir, no construye algún contacto con la realidad, sino un objeto estético. Es el método observado para la edificación de muchas ciudades, europeas y americanas; se pueden ver muchos ejemplos de arquitectura clásica en todo el mundo, pudiendo ser la menos indigna : la ciudad y sus edificios organizados mediante claros esquemas geométricos y urbanos, el receptáculo de toda dinámica que estaría por desarrollarse.
El arquetipo clásico responde a la estructuración de la realidad por medio de la tecnología; tiene que ver con los misterios físicos y matemáticos, con la naturaleza y su geometría, la cual se relaciona espacialmente con la mente y las ideas. La obra arquitectónica de Teodoro González de León se caracteriza por un minucioso trabajo de proyecto, basado en una sólida preparación técnica, que si bien recurre a un método clásico, lo hace reconociendo numerosas influencias y enseñanzas, desde las lecciones de la arquitectura mexicana, precolombina y virreinal, hasta las aportaciones de distintos arquitectos del siglo XX, como son Le Corbusier, Mies Van der Rohe, así como la obra de Carlo Scarpa o el pensamiento de Aldo Rossi entre otros. De este modo las obras de Teodoro González, muestran diversas contribuciones con las que nutre su creatividad, que se ha visto influída también por las colaboraciones profesionales que ha mantenido a lo largo de su carrera, dónde destaca la relación que mantuvo con Abraham Zabludovsky.
La arquitectura clásica no es realmente expresiva, se limita a “construir una realidad”, no a representarla. La riqueza de las experiencias que nos ofrece, percepciones espaciales e imágenes, pueden inferirse de su estructura, pero no están en la misma, es decir, no construye algún contacto con la realidad, sino un objeto estético. Es el método observado para la edificación de muchas ciudades, europeas y americanas; se pueden ver muchos ejemplos de arquitectura clásica en todo el mundo, pudiendo ser la menos indigna : la ciudad y sus edificios organizados mediante claros esquemas geométricos y urbanos, el receptáculo de toda dinámica que estaría por desarrollarse.
El arquetipo clásico responde a la estructuración de la realidad por medio de la tecnología; tiene que ver con los misterios físicos y matemáticos, con la naturaleza y su geometría, la cual se relaciona espacialmente con la mente y las ideas. La obra arquitectónica de Teodoro González de León se caracteriza por un minucioso trabajo de proyecto, basado en una sólida preparación técnica, que si bien recurre a un método clásico, lo hace reconociendo numerosas influencias y enseñanzas, desde las lecciones de la arquitectura mexicana, precolombina y virreinal, hasta las aportaciones de distintos arquitectos del siglo XX, como son Le Corbusier, Mies Van der Rohe, así como la obra de Carlo Scarpa o el pensamiento de Aldo Rossi entre otros. De este modo las obras de Teodoro González, muestran diversas contribuciones con las que nutre su creatividad, que se ha visto influída también por las colaboraciones profesionales que ha mantenido a lo largo de su carrera, dónde destaca la relación que mantuvo con Abraham Zabludovsky.
El arquetipo contemporáneo es distinto, es de carácter expresivo : su método es el énfasis en un concepto o idea. Hablar de expresión en una obra arquitectónica es un tema difícil, sin embargo es un aspecto que ha permanecido latente en un buen número de prácticas contemporáneas, incluso en aproximaciones no tan explícitas como el caso de la obra de González de León, quien ha perseverado en su necesidad de trabajar con la expresión del objeto construido, con su resonancia espacial.
La expresión está en relación con el sentido, y la arquitectura es quien se encarga de producirlo. Estas nociones son importantes en el análisis con el que se determina un proyecto. Siempre existe esa trilogía entre lo material, lo expresivo y lo imaginario. El primer papel del concepto es crear sentido, se crea sentido a partir de cosas significantes y no-significantes. Esta sería una de las principales tareas de una arquitectura que intente no ser una mera articulación de reglas preestablecidas, es una manera de reinventarlas. “El hecho es que el problema no sale por deducción; ese es un mito del funcionalismo. La arquitectura es arte, es creación, y al meternos en eso que se llama creatividad, nos metemos en los misterios de la mente humana, que nadie ha penetrado”.
La expresión está en relación con el sentido, y la arquitectura es quien se encarga de producirlo. Estas nociones son importantes en el análisis con el que se determina un proyecto. Siempre existe esa trilogía entre lo material, lo expresivo y lo imaginario. El primer papel del concepto es crear sentido, se crea sentido a partir de cosas significantes y no-significantes. Esta sería una de las principales tareas de una arquitectura que intente no ser una mera articulación de reglas preestablecidas, es una manera de reinventarlas. “El hecho es que el problema no sale por deducción; ese es un mito del funcionalismo. La arquitectura es arte, es creación, y al meternos en eso que se llama creatividad, nos metemos en los misterios de la mente humana, que nadie ha penetrado”.
El proceso de diseño no es una operación mecánica. González de León comienza de forma simultánea asumiendo el lugar y el programa. Aquí en ésta fase cualquier cosa puede ser posible; dónde busca rastrear el concepto idóneo para afrontar el emplazamiento, el juego de las envolventes, que son finalmente esa máquina o estructura analítica sobre la que se enfocará el programa. En ésta fase, la intuición juega un papel más importante que la lógica matemática con que se esté operando; porque un edificio no puede ser valorado de manera racional hasta que no está totalmente definido. Es entonces que surgen las formas que servirán para unificar el conjunto, así como sostener el concepto principal, hasta que el proyecto se materialice. Este proceso de generación formal se refiere a operaciones de diseño dónde la función y la forma se presentan desde el comienzo como algo flexible y abierto.
“Cuando los estudiantes me piden hablar sobre problemas de creación, ligados a la metodología, y me preguntan ¿cómo hacer?, respondo: no simplemente es prueba y error. Uno inventa una forma, inventa un espacio, y un volumen (porque la arquitectura es eso. Es un volumen y un espacio, las dos cosas) y los confronta con los requerimientos: con el programa, el sitio, el clima. Si no casan, vuelta otra vez: se cambia la forma (espacio y volumen) hasta que se logra hermanarlos. Pero a veces para sostener una forma hay que cambiar los requerimientos, el programa. Cuando digo esto he recibido comentarios furiosos de maestros funcionalistas mecánicos. Pero esto es más profundo de lo que parece: por ejemplo el patio de El Colegio de México y el jardín central de Ciudad Universitaria, no estaban en el programa y son los espacios más significativos de esas dos instituciones”.
“Cuando los estudiantes me piden hablar sobre problemas de creación, ligados a la metodología, y me preguntan ¿cómo hacer?, respondo: no simplemente es prueba y error. Uno inventa una forma, inventa un espacio, y un volumen (porque la arquitectura es eso. Es un volumen y un espacio, las dos cosas) y los confronta con los requerimientos: con el programa, el sitio, el clima. Si no casan, vuelta otra vez: se cambia la forma (espacio y volumen) hasta que se logra hermanarlos. Pero a veces para sostener una forma hay que cambiar los requerimientos, el programa. Cuando digo esto he recibido comentarios furiosos de maestros funcionalistas mecánicos. Pero esto es más profundo de lo que parece: por ejemplo el patio de El Colegio de México y el jardín central de Ciudad Universitaria, no estaban en el programa y son los espacios más significativos de esas dos instituciones”.
Los edificios de González de León, a la vez que afirman un carácter eminentemente expresivo como principio fundamental, también plantean preguntas sobre su materialidad y proceso constructivo, sobre la naturaleza de las formas que envuelven el espacio interior. Plantean ese problema de la esencia constructiva y la esencia estética. Una mención especial merece el empleo del concreto, que se deja aparente al exterior, y en ocasiones también en el interior. Se trata de una mezcla con agregados de piedra, casi siempre de mármol, que aportan su color para neutralizar el gris natural del cemento; este es posteriormente cincelado para exponer el grano y unificar el aspecto, dentro de un acabado rugoso, pero de excelente mantenimiento. Cabe agregar la calidad que han logrado en este material, con resultados notorios por su fuerza y plasticidad.
González de León es uno de los arquitectos mexicanos más dinámicos, quien se ha acercado con éxito a diversos tipos de proyectos, que cubren desde una casa habitación, o un edificio de oficinas, hasta complejos urbanos y planes maestros de poblaciones o entidades rurales. Por ello en la actualidad, goza de un merecido reconocimiento en diversas instituciones tanto nacionales como internacionales. En el transcurso su carrera construye varios edificios fundamentales, piezas maestras para la historia de la arquitectura mexicana del siglo XX y XXI, los cuales denotan madurez y calidad en su trabajo de proyecto, así como en la utilización de los sistemas constructivos en todo su potencial. Se trata de ejemplos que muestran su entusiasmo por el quehacer arquitectónico, que se apoya en una búsqueda constante de soluciones utilitarias y espaciales.
González de León es uno de los arquitectos mexicanos más dinámicos, quien se ha acercado con éxito a diversos tipos de proyectos, que cubren desde una casa habitación, o un edificio de oficinas, hasta complejos urbanos y planes maestros de poblaciones o entidades rurales. Por ello en la actualidad, goza de un merecido reconocimiento en diversas instituciones tanto nacionales como internacionales. En el transcurso su carrera construye varios edificios fundamentales, piezas maestras para la historia de la arquitectura mexicana del siglo XX y XXI, los cuales denotan madurez y calidad en su trabajo de proyecto, así como en la utilización de los sistemas constructivos en todo su potencial. Se trata de ejemplos que muestran su entusiasmo por el quehacer arquitectónico, que se apoya en una búsqueda constante de soluciones utilitarias y espaciales.
La desaparición de la idea de una estructura lingüística absoluta, es la condición cultural en que el mundo se encuentra inmerso. Ante la ausencia de una estructura universal de significado, lo que subyace son los fragmentos. A González de León le preocupa la coherencia de la forma, su resonancia, y la precisión matemática con que ésta participa en la ordenación de la ciudad.
“La otra vertiente de nuestra actividad que completaba el cuadro de convencidos de la ideología mesiánica del movimiento moderno, era el urbanismo. Nos creíamos dueños de una ciencia social con la que por fin se ordenaría el espacio urbano de nuestras ciudades. Esta actitud nos llevó a abordar, sin la preparación adecuada, temas y áreas de las ciencias sociales, que apenas iniciaban su desarrollo, y creó una confusión muy seria acerca de la naturaleza de nuestra actividad. No fue un problema personal. Afectó a muchos arquitectos del mundo y repercutió dramáticamente en la enseñanza, originando verdaderas aberraciones. Para dar cabida a materias con las que se suponía, que el alumno se convertiría en un experto de los fenómenos urbanos, se suprimió, en casi todas las escuelas del mundo, la historia del arte; en muchas, como la de México, se eliminaron también la historia de la arquitectura y la geometría descriptiva, que son los instrumentos primordiales para entender y manejar el espacio. Los talleres de diseño y composición de espacios urbanos, se trocaron por rudimentos de sociología. Recuérdese que la ideología del movimiento suponía la tabla rasa: en un mundo nuevo, la historia salía sobrando. De 1955 a 1970 realicé, con el espíritu de experto social, más de 15 estudios de vivienda y de desarrollo urbano, como eufemísticamente los llamábamos. Fue muy penoso y muy lento el descubrimiento de que éramos aprendices de sociólogos, estadísticos de segunda y arquitectos que descuidaban su tarea natural: el diseño de los espacios urbanos, fuera de los cuales, la arquitectura no puede concebirse ni realizarse”.
Bibliografía.
El Edificio del Fondo de Cultura Económica: la idea y la obra, Teodoro González de León, México: Colegio Nacional: Fondo de Cultura Económica, 1994, 105 p.
González de León, Teodoro. Ensamblajes y excavaciones: la obra de Teodoro González de León 1968-1996, México: Museo de Arte Contemporáneo Internacional Rufino Tamayo, 1996, 342 p.
González de León, Teodoro. González de León: Architecture as Art, Milano: L'Arca, 1998, 143 p.
González de León, Teodoro. Intervenciones, México: El Colegio Nacional, 1996, 49 p.
Heyer, Paul. Mexican architecture: The work of Abraham Zabludovsky and Teodoro González León New York: Walker, 1978, 141 p.
González de León, Teodoro. Obras y proyectos: Arquitectura contemporánea mexicana, México: Central de publicaciones, 1968, 201 p.
González de León, Teodoro. Ocho conjuntos de habitación: Arquitectura contemporánea, México, Arquitectura y sociedad, 1976, 118 p.
Rossi, Alejandro. Teodoro González de León, México, D. F.: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Dirección General de Publicaciones, 1997, 39 p.
Teodoro González de León: la voluntad del creador, Bogota, Colombia: Universidad de los Andes, Facultad de Arquitectura: Escala, 1994, 255 p.
Adriá, Miquel. Teodoro González de León: obra completa, México: Arquine + RM, 2004, 430 p.
Marco Delgadillo Villanueva
Arquitecto, pintor e investigador.
Vive en la ciudad de México.
Egresado de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, México.
Maestro de Arquitectura por la UNAM, México.
Actualmente realiza trabajos de investigación en torno a la producción de arte contemporáneo en Latinoamérica, publicación de artículos y proyectos personales de arquitectura y arte visual.
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