"A nivel nacional, el territorio peruano presenta un patrón de ocupación del suelo, mayoritariamente informal, extendiendo desordenadamente las ciudades, con problemas de carencia de infraestructuras y servicios, derivados de la ausencia de una adecuada planificación urbana y territorial”.
Esta frase esta entresacada de los considerandos del reciente Decreto Supremo 004-2011-VIVIENDA, que actualiza los criterios para la ordenación del territorio y para la planificación urbana, por lo que no cabe sino felicitarnos por esta nueva norma que parte de un singular ejercicio de autocrítica, tan escaso en los tiempos actuales y excepcional en los textos legales.
Porque las ciudades peruanas, en un drama que se extiende por todo el continente, son el mejor ejemplo del desprecio de la sociedad actual por el equilibrio, por la armonía, por la sostenibilidad, por la racionalidad y por los derechos y deberes ciudadanos inherentes a las sociedades democráticas. Y sin temor a generalizar, en los entornos urbanos se abusa del medio ambiente por la ocupación de zonas de riesgo para las personas, por los vertidos directos de las aguas negras y de los residuos urbanos e industriales, con la contaminación de la atmósfera, y con la degradación del paisaje y de los espacios de mayor valor agrario, natural y ecológico.
Resultando que, además, los ciudadanos en general no reciben servicios adecuados, no ya porque las ratios de zonas verdes y equipamientos son ciertamente insuficientes sino porque existen amplias zonas mal urbanizadas que constituyen verdaderas bolsas de marginalidad, mientras que los barrios centrales suelen concentrar casi todos los servicios.
En suma ciudades que no favorecen la integración social de todos los ciudadanos. La ausencia de planificación ha generado ciudades mal estructuradas y desequilibradas, con especial gravedad en las grandes metrópolis pero no solo en ellas, con graves insuficiencias en sus sistemas de trasporte público de viajeros. Ciudades insostenibles e ineficientes en las que la improvisación y el desorden impiden un mayor desarrollo económico y productivo y que se caracterizan por el deterioro ambiental, paisajístico y patrimonial que lo invade todo: tanto en las ciudades históricas y sus entornos, como en los núcleos rurales; lo que supone una pérdida absurda de recursos patrimoniales y económicos. Y de seguir así, la competitividad de nuestras ciudades y territorios en el medio plazo estará seriamente amenazada.
Pero asimismo ciudades en las que los poderes públicos no han sabido dar repuesta al derecho a una vivienda digna, que sin duda está relacionado con la plaga de los desarrollos informales que asolan el territorio y estigmatizan a sus moradores.
Por tanto, es necesario adoptar una nueva cultura del territorio que impulse los valores de la sostenibilidad ambiental, la eficiencia económica y la equidad social. Y en consecuencia, que las decisiones futuras consideren que el territorio constituye un bien no renovable cuyos valores ecológicos, culturales y patrimoniales que no pueden reducirse al precio del suelo. Y que un territorio bien gestionado constituye un activo económico de primer orden. Y que además, ennuestra consideración de ciudadanos del mundo, atendamos también a los compromisos de solidaridad y responsabilidad global, y tengamos presentes las interacciones que nuestras decisiones locales generan en otras latitudes.
Y esta nueva cultura urbana y territorial deberá concretarse a través de planes de ordenación territorial y urbanística trasparentes y democráticos, que canalicen las actuaciones de los diferentes niveles de los poderes públicos; que sean fruto de la concertación con los diferentes agentes económicos; y que sean el resultado de un amplio consenso social y político, ya que muchas de las acciones deberán ser desarrolladas en el medio plazo y requerirán de un cierto grado de estabilidad.
No olvidemos que las mejores ciudades y los mejores territorios coinciden siempre con aquellos que han sabido diseñar un proyecto común y que han sabido desarrollarlo en el tiempo.
Por eso considero que Perú tiene ahora una extraordinaria oportunidad para empezar a apostar por la construcción de ciudades comprometidas.
Juan Carlos García de los Reyes,
arquitecto y urbanista español
Asesor en urbanismo de la Unión Iberoamericana de Municipalistas
y autor del blog "la ciudad comprometida".
la mayoria de ciudades en el peru no cuentan con un plan de ordenamiento territorial (PAT-PDM-PDU-PUD...)y es fundamental el cambio de actitud de los actores y que todos participemos y FELICIDADES por esta iniciativa.
ResponderEliminarEs una realidad innegable la poca tradición que existe en el país de planificar el territorio. La implementación del D.S. N° 004-2011-VIVIENDA supone un reto para las autoridades locales, profesionales, ciudadanos en general y el propio Ministerio de Vivienda, de cara a un territorio que exige ser planificado, situación que observamos al contacto con la calle y lo cual se evidencia en los datos emitidos por la RENAMU al 2009, sólo 68 provincias de las 195 y 337 distritos de los 1838, han elaborado sus PAT y PDU, respectivamente. Estas cifras se contraponen con la política del gobierno actual, que viene impulsando el ordenamiento territorial y demás políticas de planificación, por lo que corresponde al ente rector en urbanismo implementar estrategias para lograr el compromiso de las autoridades locales y los ciudadanos por implementar sus planes de desarrollo.
ResponderEliminarEs una buena idea, también sería aplicarlo aquí donde vivo yo. Trabajo en un alojamiento en Isla Margarita y el contraste entre la zona hotelera y la de bajos recursos es realmente angustiante.
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