Mollendo, ciudad capital de la provincia de Islay —departamento de Arequipa—, es uno de los principales balnearios turísticos del sur peruano. A 126 km de la ciudad de Arequipa, el también denominado “Puerto Bravo” se erige como una tierra bendecida por sus amplias playas y fértiles valles aledaños.
Hacia finales de 1870, gracias a la construcción del ferrocarril que le unía a Arequipa, la pintoresca villa crecía cada vez más, por lo que emergió pronto como una ciudad pujante y de importante intercambio comercial.
Por ello no es de extrañar, que a través de su puerto, llegaran a la ciudad personas de distintas nacionalidades que luego se afincarían, trayendo consigo sus tradiciones y costumbres. Así, a fines del siglo XIX, dichas familias comenzaron a construir hermosas casonas fabricadas con madera de pino de Oregón, traída desde los Estados Unidos. La arquitectura republicana se impuso: siempre vistosos ventanales y elegantes balcones. La misma Estación de ferrocarriles se edificó siguiendo este estilo.
Hacia finales de 1870, gracias a la construcción del ferrocarril que le unía a Arequipa, la pintoresca villa crecía cada vez más, por lo que emergió pronto como una ciudad pujante y de importante intercambio comercial.
Hoy en día, la antigua estación ha sido remodelada y es la actual Casa de la Cultura. Asimismo, aún pueden observarse algunas de las señoriales casonas, las cuales sobrevivieron a la guerra del Pacífico y a los incendios posteriores que asolaron la ciudad.
Pero, sin duda, uno de los símbolos arquitectónicos más importantes —si no el más importante—, de la ciudad de Mollendo es el Castillo de Forga, o simplemente conocido como Castillo Forga. En 1908, el empresario arequipeño José Miguel Forga Salinger mandó construir sobre un peñón ubicado entre la segunda y tercera playa de Mollendo, un castillo que evocara los estilos árabe, veneciano y medieval; estilos que había podido apreciar en sus viajes por Europa y de los cuales se había quedado prendado.
La mansión, aunque sigue en pie, no ha podido ser remodelada debido a que no es propiedad de la Municipalidad Provincial. “La Casa Blanca”, como se le conocía en sus mejores tiempos, espera su restauración con urgencia, más aún tratándose de un edificio que forma parte del patrimonio histórico del importante balneario: el mar sigue a sus pies rozando su base y respetando su majestuosidad añorada.
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