RAOUL LA ROCHE
Raoul Albert la Roche nace en 1889 en la ciudad suiza de Basilea, en el seno de una familia burguesa abierta a la cultura y las artes. En 1912, luego de culminar sus estudios en la Escuela de Comercio de Neuchâtel, se instala en Paris y trabaja para la Banca Suizo-Francesa BSF S.A. Nostálgico de su patria, asiste a los eventos de sociedad que realizan sus compatriotas en la cosmopolita ciudad luz. Finalmente será el ingeniero Max du Bois quien lo presentará con Charles E. Jeanneret (antes de que adoptara el seudónimo de Le Corbusier en 1923) en un almuerzo suizo en 1918.
Seducido por la experiencia de la pintura Purista que inocularon Amedée Ozenfant, Paul Dermée y Charles E. Jeanneret, este decide rodearse de los artistas y ayudarlos financieramente en algunas de sus causas, como aquella de la revista Esprit Nouveau. El aristócrata estaba interesado en constituir una pequeña colección de obras Impresionistas (altamente demandadas), pero Le Corbusier lo disuade para invertir en el arte Cubista insipiente, así que logra agrupar varias decenas de telas de pintores de la talla de Picasso, Braque, Legér, Lipchitz, Gris, Bauchant, entre otros.
En esa época, la Roche vivía en un modesto apartamento de un edificio Hausmanniano de la calle Constantine (cerca del domo de los Inválidos) y deseaba construir una casa espaciosa que albergara su preciosa colección. Pero no es sino hasta 1922, durante un viaje con Le Corbusier a Venecia y Vicenza, que le propone seriamente construir la vivienda, citando su propias palabras: “…La Roche, cuando tenemos una bella colección como usted, se necesita construir una casa digna de ella…”; el mecenas da al arquitecto carta blanca y acepta dejarse sorprender. Se podría decir que el recorrido por las villas y palacios que construyó Palladio en la región del Véneto inspiró tal encargo, ya que con seguridad pasaron por delante de la Villa la Rocca hecha por Scamossi.
Así pues, Le Corbusier y Pierre Jeanneret procuran responder a la doble demanda de su cliente, por un lado, deben concebir una galería que alberge la colección de arte y por el otro, una vivienda para un soltero sin intenciones de procrear. Para añadir más complejidad al atípico programa, el proyecto debe ser implantado en el transcurso y remate de una calle ciega, en un terreno medianero con una pésima orientación Norte-Sur. La planificación conoce numerosas fases de abril a noviembre de 1923, pero finalmente el arquitecto logra la síntesis agrupando todos los espacios a lo largo del eje dominante y disponiendo la galería perpendicularmente, cerrando la calle y creando una tensión de opuestos, algo muy característico de su arquitectura.
Durante 1924, la obra en construcción suscita un gran interés, así que luego de su culminación en 1925, el Almanaque de Arquitectura Moderna publica un artículo con excelentes críticas que impulsa la carrera de Le Corbusier y le otorga un status de celebridad. La Villa la Roche quedará entonces constituida por los siguientes espacios:
EL HALL DE ACCESO
El uso de la doble altura en el proyecto de la Maison Citrohan, marca un hito conceptual en el lenguaje arquitectónico de L-C, por esta razón el espacio a triple altura del hall de acceso continuará con esta tradición, creando perspectivas muy interesantes a medida que se desarrolla el recorrido. El tratamiento de este espacio hace alarde de su voluntad de escapar de lo superfluo de la decoración, al mismo tiempo que deja ver las claras intenciones plásticas que su autor busca establecer con el juego correcto de los planos, las superficies y los volúmenes (como bien lo demuestra el balcón en voladizo). Otro rasgo significativo de hall es que permite el flujo de luz natural a través del gran ventanal que bordea la pasarela que conecta a los dos cuerpos de la vivienda.
LA GALERÍA
Como contrapeso a la verticalidad del hall, se desarrolla en un sentido horizontal la galería, cuya elegante rampa curva se adosa a la fachada, constituyendo el elemento de mayor importancia (desde sus inicios la rampa representa para el arquitecto un elemento característico de su recorrido arquitectónico). La galería no ofrece vistas directas sobre el exterior, ya que procura iluminar lo más indirectamente posible a las pinturas, para contribuir con su permanencia en el tiempo. Le Corbusier jugó con la composición del espacio como si de un lienzo se tratase, experimentó con las líneas rectas y curvas, la iluminación y más evidentemente, con la policromía.
LA BIBLIOTECA
Siguiendo por la rampa, se accede a una mezzanina en voladizo por encima de la galería, que sirve como antesala hacia la biblioteca, la cual fue concebida como un espacio de retiro, desde el cual podemos ver si ser vistos. En dicho espacio destaca una gran estantería de concreto que sirve a su vez de antepecho. Un tragaluz y ventanales amenizan este lugar de meditación, donde la mirada se zambulle hacia el vertiginoso hall.
EL COMEDOR
Al igual que sucede con la galería, el juego cromático acentúa los rasgos de este espacio, el cual fue concebido para degustar mientras se vislumbran las telas puristas de Braque. Una característica representativa del comedor es que posee un amplio ventanal que permite una clara iluminación durante el día, al mismo tiempo que incorpora el exterior en el interior. Al caer la noche, la iluminación artificial releva a la natural por medio de tres lámparas con bombillos desnudos que nos recuerdan la ruptura con el ornamento.
EL CUARTO PURISTA
Similar al comedor en modestia, el cuarto purista (como lo llamó L-C) tiene un carácter casi monacal dentro del universo burgués en el cual estaba acostumbrado a desenvolverse Raoul la Roche. Este, al igual que el arquitecto, vivía con una gran austeridad y rechazaba la ostentación por medio del decorado. La alcoba también posee un juego cromático y se beneficia de una iluminación natural, gracias a las ventanas de los muros este y oeste.
EL TECHO JARDIN
La Villa la Roche constituye para Le Corbusier una oportunidad de aplicar sus teorías de los cinco puntos de la arquitectura y por ello, veremos la implementación del techo Jardín, el cual surge como una inquietud del maestro por restituir un poco del verde que se tomó de la parcela original. El jardín en la techumbre confiere un poco de frescor a la vivienda, al mismo tiempo que la dota con un espacio destinado al esparcimiento. El último piso posee una cubierta que protege de la intemperie, del cual parten unas baldosas de cemento que se mezclan con césped, creando un carácter bucólico que se ve reforzado con una mesa y unas sillas metálicas.
Seis meses después de la culminación de la villa, su propietario se establece con la colección de arte en su nuevo hogar solo para experimentar una serie de inconvenientes, fallas de iluminación, fugas en las tuberías, condensación en los ventanales y goteras en el techo, son algunos de los malestares que lo afectan durante años. La Roche tuvo una paciencia de ángel para hacer frente a tales contratiempos, pero a principios de 1928, con la interrupción de la calefacción central, entiende que una restauración radical es necesaria.
Serán Charlotte Perriand y Alfred Roth (colaboradores de Le Corbusier) los encargados de recuperar el espacio de la galería, el cual presentaba la mayoría de los desperfectos, así que proponen acentuar su carácter modernista con una serie de intervenciones. Instalan una lámpara prismática para iluminar indirectamente los cuadros y directamente al techo, crean un vacio bajo la rampa para colocar un armario empotrado de vidrio y metal, recubren con vinil rosa el antiguo suelo de parquet, dividen la mezzanine de la biblioteca por medio de bastidores de vidrio, fijan una mesa de mármol negro con tubular cromado en “V” y por último refuerzan la policromía corbusiana.
Esta no será ni la primera ni la última remodelación, en 1936, a fin de mejorar el aislamiento térmico y sónico, los muros y el techo de la galería son recubiertos con placas de isorel.
En 1940, durante la ocupación Nazi, la Roche se muda a Lyon y deja la villa y su preciada colección bajo el resguardo de su devoto asistente y pareja Bénain. Al cabo de unos años, luego del armisticio, regresa a la Villa con una seria condición artrítica en las manos y pies, la cual hace que la permanencia en su hogar sea muy difícil. El constante ascenso y descenso deteriora su salud, así que pide a Le Corbusier diseñar unas rampas para las escaleras, pero este más bien ingenia unos pasamanos con tensores para facilitarle el apoyo en la dura faena de subir los tres niveles hasta su habitación.
En la década de los cincuenta, el coleccionista siente un poco de miedo por el porvenir de sus pinturas, unas noventa en total, así que decide separarse de una buena parte de ellas, donándolas sin retribución alguna al Louvre, al Kunstmuseum de Basilea y al de arte de Lyon. Solo en la Villa dejó sus favoritas, entre ellas la “Carafe, bouteille et guitare dans un cave” (Jarra, botella y guitarra en una cava) de Ozenfant y la “Nature morte à la cruche blanche sur fond blue” (naturaleza muerta del jarrón blanco sobre el fondo azul) de Le Corbusier, que siempre permanecieron colgadas en la cabecera de su cama.
A principios de los años sesenta, varios amigos íntimos de L-C (entre ellos la Roche), consideraron la posibilidad de crear un organismo que protegiese su patrimonio artístico y sus bienes materiales. Por esa razón y con la aprobación del arquitecto, el generoso compatriota cede su villa para que forme parte de los bienes activos de lo que será la futura Fundación Le Corbusier. En 1962, con el progreso de la enfermedad, el aristócrata decide regresar a su pueblo natal para estar cerca de su familia. Posteriormente es recluido en una clínica hasta su fallecimiento en Junio de 1965.
Años más tarde, en 1970, el primer director de la FLC ejecuta una tercera restauración mucho más compleja y anexa espacios de la vivienda original a las oficinas de la fundación, desfigurando la morfología de la Casa-galería. Casi cuarenta años serían necesarios para que se planificara una cuarta intervención con la finalidad de otorgarle a la villa su espacialidad inicial y por ende su concepto generador. Luego de quince meses de trabajo de diversas empresas, la colaboración conjunta de los herederos de Raoul la Roche, el auspicio de KtColor, Cassina, iGuzzini illuminatione, entre otros y el profesionalismo de un equipo restaurador que se ciñó estrictamente a los planos, fotos y paletas de color legadas por L-C, se revivió con exactitud el albor de la Villa la Rocca, reabriéndose al público nuevamente en octubre del 2009.
Fondation Le Corbusier
8/10, square du Docteur Blanche 75016 Paris- France
Phone: +33 01 42 88 41 53 / Fax: +33 01 42 88 33 17
E-mail: info@fondationlecorbusier.fr
Paula de Sa Couto (asistente de dirección de la F.L.C.)
Sra. Alix Speiser y Sr. Philip Speiser (sobrinos nietos de Raoul la Roche)
Corbusier se adelantó mucho a su era, las fotos de la casa son tan actuales que es increible creer data de 1925
ResponderEliminarGENIAL ARTICULO
ResponderEliminarmis felicitaciones!
IMPRESIONANTE ARTICULO
ResponderEliminarMis felicitaciones