Río de Janeiro, la Ciudad Maravillosa que late al ritmo de la samba y deslumbra por la belleza de sus playas, convenció a los miembros del Comité Olímpico Internacional (COI), le ganó el pulso a sus tres rivales, y organizará los Juegos Olímpicos de 2016.
La designación hecha el viernes tras la votación de los miembros del COI reunidos en Copenhague, marca un hecho trascendental. Quienes tuvieron poder de elección, terminaron por entender la importancia de llevar por primera vez unos Juegos a Sudamérica, y cumplieron con la historia.
Los primeros sueños en quebrase fueron los de Chicago, ciudad candidata que se despidió de la capital danesa en la primera vuelta. De poco sirvió la visita relámpago del presidente estadounidense Barack Obama, pues no alcanzó su presencia para lograr lo hecho por Tony Blair cuando Londres conquistó la sede de la próxima cita estival, o el espaldarazo dado por Vladimir Putin a Sochi para acoger los Juegos Olímpicos invernales de 2014.
Apenas 18 votos reunió la Ciudad de los Vientos en la primera ronda, dos menos que Tokio. Ya desde ese momento se vislumbraba la pugna entre la popular urbe carioca (24) y la capital española (28).
El vaticinio se cumplió. La candidatura japonesa hizo sus maletas tras la segunda criba, y dejó la escena lista para el «round» final, que tenía al presidente Lula y al mítico Pelé en una esquina, y a los reyes y el jefe de gobierno José Luis Rodríguez Zapatero en la otra.
Los miembros del COI apretaron los botones, y se abrió un compás de espera que pareció un siglo para los elementos de ambas candidaturas. La dramaturgia olímpica surtió efecto. El suspenso y la ansiedad se convirtieron luego en la euforia de algunos y la frustración de otros cuando el belga Jacques Rogge, presidente del COI, abrió el sobre que anunciaba al mundo el triunfo de la ciudad brasileña por un margen de 66-32.
Mientras en la sala los vencedores se fundían en un abrazo, miles de brasileños reunidos en la emblemática playa de Copacabana comenzaron la fiesta amenizada por los Académicos do Salgueiro, la escuela de samba ganadora en el último Carnaval. A miles de kilómetros, en la Plaza Oriente de Madrid, los españoles lloraron y se marcharon resignados por otra derrota en estas lides.
Por su parte, el presidente Lula da Silva no pudo contener las lágrimas, y se disculpó con los vencidos. «Perdónenme por estar feliz y ustedes tristes. Nosotros estuvimos tristes muchas veces», dijo en clara alusión a los tropiezos de Río de Janeiro cuando optó por la sede olímpica en 2008 y 2012.
«Fue la tercera candidatura de Río de Janeiro, quería escucharla nuevamente. Supieron corregir sus errores, aprendieron mucho, y muy bien han ganado. Creo que es una gran historia de éxito», sentenció el belga Rogge, quien mantuvo su neutralidad en la votación.
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